Un d¨ªa volver¨¦
Como en la novela de Juan Mars¨¦, la historia de Espa?a esconde a¨²n demasiados secretos que es necesario desenterrar
La desaparici¨®n de Juan Mars¨¦ ha compartido espacio estos d¨ªas en los peri¨®dicos con noticias muy diversas, entre ellas la del prop¨®sito del Gobierno de aprobar una ley de memoria democr¨¢tica que sustituya a la de Memoria Hist¨®rica, cuya principal novedad ¡ªaparte de impulsar desde el Estado la apertura de fosas comunes, ahora en manos de asociaciones particulares y voluntaristas, y de crear un banco de muestras de ADN con el fin de identificar al mayor n¨²mero posible de desaparecidos¡ª ser¨ªa que en las escuelas se ense?e a los alumnos la ¨¦poca franquista. El Gobierno reconoce as¨ª que durante los 45 a?os que llevamos ya en democracia (m¨¢s que los que dur¨® el franquismo) la historia de este no se nos ha ense?ado a los espa?oles.
Que un pa¨ªs desconozca 40 a?os de su historia, o que la conozca a medias, equivale a que una persona ignore parte de su vida. Hasta ah¨ª la intenci¨®n del Gobierno es digna de elogio, pero apunta a que no es objetiva del todo. Aunque desde las instancias p¨²blicas se nos haya hurtado a generaciones de espa?oles la ense?anza de la ¨¦poca franquista, o cuando menos de sus aspectos digamos m¨¢s problem¨¢ticos, ello no significa que no la conozcamos ni que no hayamos hecho balance ya de lo que el franquismo signific¨® para nuestro pa¨ªs y para nosotros mismos como personas. Por fortuna, cineastas y escritores han venido ejerciendo desde hace mucho la verdadera memoria hist¨®rica y democr¨¢tica, esa que ni la censura ni los intentos revisionistas de algunos falsos historiadores y novelistas, adem¨¢s de una parte de la sociedad, han tratado de tapar como los cuerpos de los desaparecidos bajo la tierra de las cunetas o de los cementerios bajo la luna de un pa¨ªs que, nos averg¨¹ence o no, es el que m¨¢s muertos tiene fuera de ellos despu¨¦s de Camboya. Como el protagonista de Un d¨ªa volver¨¦, de Juan Mars¨¦, aquel exboxeador y guerrillero urbano que regresa a su ciudad despu¨¦s de 13 a?os preso y al que sus antiguos vecinos esperan, unos con miedo y otros para que les vengue, cosa que no ocurrir¨¢, el pasado siempre vuelve por m¨¢s que muchos no lo deseen, sobre todo cuando, como es el caso del nuestro, nunca ha pasado del todo. Como en la novela de Juan Mars¨¦, la historia de Espa?a esconde a¨²n demasiados secretos que es necesario desenterrar, ya sea un arma bajo un rosal como en el caso de Jan Julivert Mon, el protagonista de Un d¨ªa volver¨¦, ya sean los miles de desaparecidos y de peque?as historias terribles que se han tratado de borrar con el argumento de su inoportunidad pol¨ªtica, en el caso de este pa¨ªs que persiste en la b¨²squeda de la normalidad democr¨¢tica, que a¨²n no ha conseguido.
¡°En las bibliotecas hablan las almas inmortales de los muertos¡± dice una cita de Plinio el Joven, el historiador romano, que yo le¨ª a la entrada del convento agustino de La Vid, en Burgos, y que recuerdo ahora pensando en Juan Mars¨¦, pues gracias a ¨¦l y a otros como ¨¦l conoc¨ª cuando era m¨¢s joven la verdadera historia del franquismo, esa que no ense?aban en los colegios, sujetos al control de la dictadura, primero, y luego, ya en democracia, de unos partidos pol¨ªticos a los que no interesaba que se ense?ara la historia reciente de Espa?a, unos por razones obvias y otros por cobard¨ªa. Que se haga, aunque sea tarde, es una necesidad, si queremos ser una democracia aut¨¦ntica.
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