Desmontando a Frankenstein
Si aquella expresi¨®n se convirti¨® en un hallazgo fue precisamente por el acierto para definir, de un brochazo, la realidad: una unidad monstruosa con partes pespunteadas de distinto origen; y destinada, claro, a acabar mal
Si aquello del Gobierno Frankenstein se convirti¨® en un hallazgo ¡ªsalido del cerebro luminoso y ladino de Alfredo P¨¦rez Rubalcaba¡ª fue precisamente por el acierto para definir, de un brochazo, la realidad: una unidad monstruosa con partes pespunteadas de distinto origen; y destinada, claro, a acabar mal. Con todo, ese Gobierno, m¨¢s all¨¢ de ser leg¨ªtimo, se ofrec¨ªa como una oportunidad para mover el statu quo y reconducir la cuesti¨®n territorial en los a?os duros del proc¨¦s. Es verdad que la pandemia del coronavirus alter¨® el escenario, s¨ª, pero en principio hacia un marco propicio para los consensos. Y no ha sido as¨ª. Estos ¨²ltimos meses han bastado para comprobar que con esos mimbres es muy dif¨ªcil operar con fiabilidad y cierta estabilidad. Y esto, ante una contracci¨®n de la econom¨ªa a escala de la Guerra Civil, es una fatalidad. No hay compromiso. Basta ver c¨®mo se han rajado los nacionalistas de la Conferencia de Presidentes, en el caso catal¨¢n para aferrarse a su campa?a perpetua y en el del PNV para otra negociaci¨®n bilateral oportunista, aunque al final I?igo Urkullu haya aparecido por San Mill¨¢n de la Cogolla. Los elogios al PNV, a menudo merecidos en t¨¦rminos de estilo, suelen obviar que los nacionalistas vascos casi siempre hacen un buen negocio. Para el resto de Espa?a quedan los tr¨¢galas y poco m¨¢s.
El presidente Pedro S¨¢nchez, esta semana, ha expresado hartazgo hacia el nacionalismo catal¨¢n en el Congreso. L¨®gico. Y en particular hacia Gabriel Rufi¨¢n, portavoz de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), que sigue subiendo a la tribuna como depositario de las esencias de la democracia para acabar cuestionando la legalidad como ¡°agresiones constantes¡± a Catalu?a, toda vez que los presos sintetizan Catalu?a. Es delirante. Y m¨¢s all¨¢ del error Bildu para negociar el estado de alarma ¡ªcualquier confianza con la serpiente siempre acaba en mordedura envenenada¡ª, el propio Unidas Podemos, socio de Gobierno, est¨¢ atrapado ah¨ª. Esta semana su l¨ªder, Pablo Iglesias, ante la acci¨®n judicial, se manifestaba elogiando el compromiso con la democracia de quienes aprobaron leyes ilegales para hacer un refer¨¦ndum ilegal, el 1-O, que ha provocado la mayor crisis constitucional en la Espa?a democr¨¢tica. Tal como los Comunes, Pablo Iglesias siempre acaba del lado de quienes desafiaron la legalidad, e incluso sembrando dudas sobre la Justicia, l¨¦ase el Estado de derecho. La mayor¨ªa de la investidura, en fin, es un lastre cada vez m¨¢s inquietante, sobre todo ante el reto de encauzar los Presupuestos Generales del Estado de la peor crisis.
Antes de que Pa¨ªses Bajos pueda tirar del freno de emergencia, deber¨ªan hacerlo Nadia Calvi?o y Mar¨ªa Jes¨²s Montero, pero la aritm¨¦tica presupuestaria choca con la aritm¨¦tica parlamentaria. No es raro que Pedro S¨¢nchez conf¨ªe en que sea Ciudadanos quien encauce las cuentas, aunque incluso ah¨ª el PNV pone palos en las ruedas; pero es imposible imaginar a S¨¢nchez pidiendo al Partido Popular que se una a la mayor¨ªa de los presupuestos con Ciudadanos. Eso significar¨ªa el fin de Frankenstein pero probablemente tambi¨¦n de la coalici¨®n gubernamental, que Vox va a rearmar con una moci¨®n de censura en el caos de septiembre: campa?a de las catalanas, calendario de presupuestos, regreso a las aulas...
Si hab¨ªa alguna opci¨®n de colaboraci¨®n del PP, con esto se bloquea. Este es el laberinto en que est¨¢ el pa¨ªs. Y la propaganda podr¨¢ diferir y distorsionar la percepci¨®n de la realidad, pero no va a cambiar la realidad.
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