El ¡°ganado humano¡± que Bolsonaro lleva al matadero
En el pa¨ªs donde la mayor¨ªa de la poblaci¨®n solo puede sobrevivir, ?qui¨¦nes son los burros y los mal informados?
Brasil ya ha superado las 100.000 muertes por la covid-19 y, a la actual velocidad de unas 1.000 muertes al d¨ªa, podr¨ªa llegar a las 200.000 en octubre. Y el peri¨®dico Folha de S. Paulo va y estampa en la primera p¨¢gina del 15 de agosto la conclusi¨®n del sondeo del Instituto Datafolha: ¡°para el 47% de los brasile?os, Bolsonaro no tiene la culpa de las 100.000 muertes por la covid-19¡±. Ninguna culpa. Brasil tiene 21 nuevos casos al d¨ªa por cada 100.000 habitantes, cuando el promedio mundial es de tres. Incluso Estados Unidos de Trump tienen 17 nuevos casos al d¨ªa por cada 100.000 habitantes e India de Narendra Modi, cinco. Incluso con evidencias de negligencia intencional y deliberada ante la pandemia ¡ªque ya ha generado tres denuncias por cr¨ªmenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional¡ª, el mismo sondeo tambi¨¦n muestra que Bolsonaro obtiene el mejor ¨ªndice de popularidad desde que lleg¨® al poder: el 37% de la poblaci¨®n considera que su mandato es muy bueno o bueno. La mejora la impulsan especialmente los m¨¢s pobres y el noreste de Brasil, la regi¨®n donde obtuvo menos votos en 2018. El rechazo ha disminuido mientras que el n¨²mero de muertos se ha disparado. ?Por qu¨¦ casi la mitad de los brasile?os se comportar¨ªan como ¡°ganado humano¡±, como se les ha llamado, y aceptar¨ªan que Bolsonaro los llevara alegremente al matadero?
La conclusi¨®n m¨¢s f¨¢cil, ampliamente difundida en las redes sociales, es que las personas son burras. Y tambi¨¦n est¨¢n mal informadas. La ayuda de emergencia de 600 reales (110 d¨®lares) mensuales para los m¨¢s pobres durante la pandemia habr¨ªa hecho que Bolsonaro fuera visto moment¨¢neamente como el capit¨¢n de los pobres. La desinformaci¨®n se deber¨ªa a que fue el Congreso quien oblig¨® al Gobierno federal a pagar 600 reales. Bolsonaro no quer¨ªa pasar de los 200 (36 d¨®lares). La izquierda, que casi dos a?os despu¨¦s de las elecciones a¨²n no ha sido capaz de hacer una oposici¨®n efectiva a Bolsonaro, entra en p¨¢nico porque el Gobierno est¨¢ dando se?ales de que el programa social Bolsa Familia, implantado por Lula, puede convertirse en el Renta Brasil del bolsonarismo. Y, si eso ocurriera, las posibilidades de que Bolsonaro fuera reelegido en 2022 ser¨ªan mayores.
Sin embargo, definir qu¨¦ es ser burro y qu¨¦ es ser inteligente no es f¨¢cil, mucho menos simple. Una gran parte de la poblaci¨®n brasile?a vive al d¨ªa. Para la mayor¨ªa, el mes siguiente ya est¨¢ demasiado lejos. La idea de futuro se considera un privilegio de los m¨¢s ricos, y este dato es muy importante, porque la emancipaci¨®n pol¨ªtica solo es posible con personas que tienen acceso a la idea de futuro. Cuando el futuro se convierte en un privilegio de los m¨¢s ricos, y no en un derecho garantizado para todos, la mayor¨ªa est¨¢ condenada al presente. Y el presente lo impulsa el comer o no comer, el tener un lugar donde dormir o ser desahuciado, el poder seguir respirando.
La realidad es que los 600 reales de la ayuda de emergencia han garantizado una renta in¨¦dita a al menos 65 millones de brasile?os y sus familias. Y, cuando termine el subsidio ¡ªlo que puede suceder enseguida¡ª, tendr¨¢n que apa?¨¢rselas de nuevo con mucho menos, en un pa¨ªs con un n¨²mero a¨²n mayor de parados y con una recesi¨®n cada vez m¨¢s profunda. Seg¨²n un art¨ªculo de Mauro Paulino y Alessandro Janoni, director general y director de Sondeos del Datafolha respectivamente, ¡°de los cinco puntos de crecimiento en el ¨ªndice de evaluaci¨®n positiva [de Bolsonaro], al menos tres provienen de trabajadores informales o desempleados que tienen una renta familiar de hasta tres salarios m¨ªnimos, el grupo a quien van destinadas las ayudas de emergencia del Gobierno¡±.
Cabe mencionar que lo que se llama clase media en Brasil, as¨ª como los que se entienden como clase media, no tienen nada de media. En S?o Paulo, por ejemplo, seg¨²n la calculadora que elabor¨® el peri¨®dico Nexo, si cobras 12.000 reales (2.175 d¨®lares) al mes ya formas parte del selecto club del 1% m¨¢s rico de Brasil. La calculadora tiene sus limitaciones, pero cada uno puede comparar sus ingresos con los del resto de la poblaci¨®n y tener una idea muy aproximada de la situaci¨®n.
Brasil tiene la segunda peor concentraci¨®n de renta del mundo, seg¨²n el Informe sobre Desarrollo Humano de la ONU: el 1% m¨¢s rico concentra el 28,3% de la renta total del pa¨ªs. Solo es mejor, por muy poco, que Catar, donde la concentraci¨®n de renta alcanza el 29%. Este es el tama?o del abismo de la desigualdad brasile?a. Tambi¨¦n vale la pena recordar que los multimillonarios no son el 1%, como se suele decir, sino el 0,00003% de la poblaci¨®n mundial. M¨¢s concretamente 2.153 personas como t¨² y yo, que concentran un 60% m¨¢s de riqueza material que casi 7.800 millones de personas de la misma especie.
El mundo tiene un multimillonario por cada 3,7 millones de personas. En Brasil, seg¨²n el ¨²ltimo ranking de la revista Forbes, hay 45 multimillonarios. Cuarenta y cinco. Mientras tanto, la mitad m¨¢s pobre de la poblaci¨®n brasile?a, unos 104 millones de personas, viv¨ªa en 2018 con 413 reales (75 d¨®lares) de renta mensual. No hay futuro para la mayor¨ªa con esta desigualdad monstruosa. Solo un presente vergonzosamente precario. Y el presente vergonzosamente precario, en este momento, todav¨ªa es absurdamente precario, pero es menos precario con la ayuda de emergencia de 600 reales ¡ªcompuesta por recursos p¨²blicos, pero interpretada como una acci¨®n benem¨¦rita de Bolsonaro¡ª.
La reducci¨®n de la miseria y la pobreza, conquistada durante los a?os de Gobierno del Partido de los Trabajadores (y, antes, a niveles considerablemente menores, en los Gobiernos del socialdem¨®crata Fernando Henrique Cardoso), fue inmensamente importante, pero solo consigui¨® reducir el hambre y garantizar mejoras puntuales, como el acceso a bienes b¨¢sicos como nevera y fogones. Y eso ¡ªhay que destacarlo¡ª no es poca cosa. La cuesti¨®n, que ya se se?al¨® en la primera d¨¦cada de este siglo, es que nunca fue suficiente para crear ciudadanos, en el sentido de lo que se define como sujetos de derechos. Para crear ciudadanos hay que reducir la desigualdad, lo que nunca se ha hecho de manera significativa en Brasil.
Para reducir la desigualdad, hay que realizar cambios estructurales capaces de menguar los privilegios de la minor¨ªa m¨¢s rica y gravar fuertemente las grandes fortunas. Solo as¨ª se garantiza una redistribuci¨®n m¨¢s equitativa de la riqueza existente. El Gobierno que m¨¢s se aproxim¨® a un ideario social de izquierda en Brasil, el de Lula, era un Gobierno de conciliaci¨®n. Lula y, especialmente, Dilma Rousseff sacrificaron la Amazonia y el Cerrado, al igual que banderas hist¨®ricas como la de la reforma agraria, para garantizar la exportaci¨®n masiva de materias primas en una ¨¦poca de crecimiento de la econom¨ªa global, especialmente de China. Era la f¨®rmula ¡ªlimitada, como se vio despu¨¦s¡ª para que los pobres se volvieran menos pobres y, a la vez, los ricos se hicieran m¨¢s ricos.
Hay muchas definiciones de ciudadan¨ªa. Me gusta la que define al ciudadano como aquel que tiene asegurado lo b¨¢sico ¡ªcomida, transporte, salud y educaci¨®n¡ª y puede ser capaz de imaginar y crear futuros en los que quiera vivir porque su tiempo no lo devora el estricto mantenimiento del cuerpo, sino que puede desarrollar su potencial para expandir el bien com¨²n. Si el mundo es hoy extremadamente desigual, Brasil, con su tama?o continental y 210 millones de habitantes, es el ejemplo m¨¢s elocuente de la violencia que representa el secuestro del futuro de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, reducida al agotamiento diario de los cuerpos para poder seguir respirando.
Dadas las condiciones de vida absolutamente precarias de la mayor¨ªa de los brasile?os y el repentino aumento de sus ingresos con la ayuda de emergencia, lo sorprendente no es que la aprobaci¨®n de Bolsonaro suba durante la pandemia. Lo sorprendente es que esto sea una sorpresa. Si la reacci¨®n previsible y l¨®gica de los m¨¢s pobres es una sorpresa para una parte de la poblaci¨®n, sobre todo de la izquierda, ?qui¨¦nes son entonces los burros y los mal informados sobre lo que ocurre en el pa¨ªs?
El boicot intencional de Bolsonaro al combate a la covid-19 se puede comprobar en actos documentados en el Diario Oficial y en una comunicaci¨®n realizada con el objetivo deliberado de desinformar a la poblaci¨®n. Los estudios tambi¨¦n demuestran que los que m¨¢s mueren de la covid-19 son los m¨¢s pobres, y la mayor¨ªa de los m¨¢s pobres de Brasil son negros. En Campo Limpo, uno de los barrios con el ¨ªndice de desarrollo humano (IDH) m¨¢s bajo de S?o Paulo, la letalidad de la covid-19 por cada 100.000 habitantes es muy alta: del 52%. En los barrios m¨¢s ricos, con un IDH m¨¢s alto, como Pinheiros, el ¨ªndice es del 5%. En la ciudad m¨¢s grande de Brasil, la letalidad por la covid-19 es 10 veces mayor en los barrios m¨¢s pobres que en los m¨¢s ricos.
Entonces, ?c¨®mo es posible que la mejora en los ¨ªndices de aprobaci¨®n del antipresidente la impulsen justamente los m¨¢s pobres? La respuesta tambi¨¦n puede buscarse en la precarizaci¨®n de la vida. Lo que llamamos pueblo brasile?o est¨¢ compuesto mayoritariamente por personas que solo viven porque se empe?an en seguir viviendo. La historia de Brasil es una trayectoria de expoliaci¨®n de materias primas extra¨ªdas de la naturaleza y, en el caso de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n, de cuerpos esclavizados y luego brutalmente explotados. Lo que se transmite de padre y madre a hijos e hijas es que la supervivencia no est¨¢ garantizada, tienen que arrancarla. Lo que est¨¢ normalizado es la muerte.
La historia de las familias m¨¢s pobres es una historia en la que los ni?os muertos se cuentan junto con los vivos. Las mujeres saben que parte de su prole puede morir por las precarias condiciones de vida, por la falta de acceso a la sanidad, al agua, al saneamiento b¨¢sico y tambi¨¦n a alimentos. Tambi¨¦n saben que morir por la violencia es una probabilidad, especialmente si su hijo es negro, ya sea por las balas de la polic¨ªa, de grupos paramilitares o en un atraco. Hay periferias en Brasil donde se puede llamar aleatoriamente a una hilera de puertas y todos tendr¨¢n una muerte o m¨¢s que contar, debido a la violencia y/o a la falta de condiciones sanitarias.
La tragedia cr¨®nica de Brasil es tener un pueblo que normaliza la muerte por enfermedades prevenibles y por la violencia, porque, desde la formaci¨®n del pa¨ªs, se les ha dado la condici¨®n de matables y moribles. No es un pueblo, es una masa de desesperados extremadamente creativos que han resistido durante siglos a todas las formas de exterminio.
Lo que quiero explicitar es que los brasile?os m¨¢s pobres viven sujetos a aceptar la p¨¦rdida de sus seres queridos. Es una de las caras m¨¢s horrendas de la desigualdad, pero este horror nunca ha impedido que se aceptara como normal, especialmente por los m¨¢s ricos, incluidos los que se consideran de clase media. En este sentido, la covid-19 es otra forma de muerte. Si no se previenen otras muertes, ?por qu¨¦ esperar¨ªan que un gobernante evitara esta?
Para soportar el horror de estar en la condici¨®n de los que pueden morir por lo que no mata a los blancos y a los m¨¢s ricos ¡ªo que, por lo menos, mata mucho menos a los blancos y a los m¨¢s ricos¡ª, una parte significativa de brasile?os atribuye su destino a la voluntad divina. Al menos, en este caso, pueden rezar, pagar el diezmo al pastor, intentar revertir el destino o, como m¨ªnimo, encontrar un sentido a sus muchas p¨¦rdidas en una voluntad superior. En una realidad que parece inmutable, lo que no se puede entender, como la voluntad de un dios, puede ser m¨¢s llevadero que la explicaci¨®n de que su vida poco le importa a quien tiene en sus manos su destino terrenal.
Por lo tanto, la covid-19, as¨ª como otras enfermedades, tampoco se considera culpa de nadie. Ni siquiera de Bolsonaro, a pesar de sus v¨®mitos p¨²blicos de irresponsabilidad intencionada. El ¡°?Y qu¨¦?¡± de Bolsonaro es solo un paso m¨¢s ¡ªporque lo dijo en voz alta¡ª hacia el gran ¡°?y qu¨¦?¡± hist¨®rico, permanente y persistente que viven los m¨¢s pobres a lo largo de generaciones y gobiernos. Para algunos fieles de determinadas iglesias neopentecostales, plagas de este tipo ya est¨¢n previstas en la Biblia. Las enfermedades son, en general, una alegor¨ªa con mucha resonancia en una poblaci¨®n cada vez m¨¢s evang¨¦lica. La pregunta del Datafolha puede que ni siquiera tenga mucho sentido para una parte de la poblaci¨®n: ?c¨®mo se puede culpar a un presidente de una enfermedad? La enfermedad ocurre, es una fatalidad, cuando no la env¨ªa Dios para castigar la inmoralidad reinante.
?Eso es ignorancia? Quiz¨¢s. Pero es, principalmente, supervivencia, incluso psicol¨®gica. Si has aceptado que la p¨¦rdida y la muerte forman parte de tu lugar en el mundo, como formaban parte antes del destino de tus padres y abuelos, lo que importa es garantizar la comida, el gas, un techo bajo el que cobijarse. Garantizar los 600 reales. ?Y cu¨¢ndo se acaben los 600 reales? El ma?ana est¨¢ lejos. No hay futuro para los que se han reducido a hoy. Si la mayor¨ªa de la poblaci¨®n es matable y morible ¡ªy eso nunca ha cambiado, ni siquiera en los mejores a?os del Gobierno de Lula¡ª, ?por qu¨¦ se sorprenden de que 100.000 muertos no tengan un impacto negativo en la aprobaci¨®n de Bolsonaro y de que los 600 reales tengan un impacto positivo? De nuevo, ?qui¨¦nes son los burros y los mal informados?
Ahora mismo, hay un debate sobre las variables. Bolsonaro se aleja cada vez m¨¢s de la agenda neoliberal del ministro de Econom¨ªa Paulo Guedes, que en realidad nunca le import¨®, era solo su pasaporte para obtener el apoyo en las elecciones de los representantes de lo que llaman ¡°mercado¡±. Unos meses atr¨¢s, se sac¨® de encima el exjuez y exministro de Justicia Sergio Moro y la clase media a la que representaba, aunque Moro ya se hab¨ªa encargado de arruinar su propia reputaci¨®n un poco antes y se hab¨ªa llevado una parte de la operaci¨®n anticorrupci¨®n Lava Jato por delante. A Bolsonaro solo le interesa el poder y proteger a su familia. Y si el poder es el ¨²nico principio, qu¨¦ problema hay en coquetear con el Centr?o, un conjunto de partidos pol¨ªticos sin una ideolog¨ªa espec¨ªfica que condicionan su apoyo al Ejecutivo a las ventajas que obtengan. Este acercamiento se produce en un momento en que la investigaci¨®n sobre Fabr¨ªcio Queiroz se aproxima peligrosamente a la familia presidencial. Queiroz, amigo personal de Bolsonaro y exasesor de su hijo, hoy cumple prisi¨®n preventiva domiciliaria por ser sospechoso de coordinar un sistema de desv¨ªo de dinero en la Asamblea Legislativa de R¨ªo de Janeiro vinculado a Fl¨¢vio Bolsonaro y de ser miembro de una mafia paramilitar que puede estar relacionada con el clan Bolsonaro. Hay muchas posibilidades de que, en alg¨²n momento cercano, el antipresidente pueda incluso deshacerse de Guedes y convertirse en el nuevo padre de los pobres, transformando la ayuda de emergencia en el programa asistencial Renta Brasil, para aumentar las posibilidades de volver a ganar las elecciones en 2022.
?Y la oposici¨®n? Bueno, hay que entender que quien ha hecho la oposici¨®n m¨¢s efectiva a la extrema derecha de Bolsonaro es la derecha: el presidente de la C¨¢mara de los Diputados, Rodrigo Maia, y los gobernadores que hasta ayer eran sus aliados, como Jo?o Doria, de S?o Paulo, y Wilson Witzel, de R¨ªo de Janeiro. Hoy, con Bolsonaro haciendo los giros necesarios para complacer a una parte de esa derecha, Rodrigo Maia est¨¢ c¨®modamente sentado sobre la pila de casi 60 solicitudes de impeachment e incluso ha llegado a decir en un programa de televisi¨®n que no ve que Bolsonaro est¨¦ cometiendo ning¨²n delito que justifique que se abra un proceso de destituci¨®n en el Congreso.
En el Supremo Tribunal Federal, Gilmar Mendes, el magistrado m¨¢s vinculado a los partidos pol¨ªticos de derecha y centroderecha, se pas¨® meses criticando duramente al Gobierno. Recientemente, incluso advirti¨® a los generales de Bolsonaro sobre el riesgo de que les alcanzaran las acusaciones de genocidio relacionadas con la actuaci¨®n deliberadamente catastr¨®fica del Gobierno ante la pandemia de la covid-19. Sin embargo, hace unos d¨ªas firm¨® una orden judicial para que Fabr¨ªcio Queiroz y su esposa, M¨¢rcia Aguiar, tuvieran derecho al arresto domiciliario, en lugar de tener que cumplir la prisi¨®n preventiva en la c¨¢rcel. Una decisi¨®n bastante inusual dada la trayectoria de la pareja: ¨¦l se escondi¨® durante meses y ella era pr¨®fuga.
?Y los partidos de izquierda? No han logrado hacer una oposici¨®n efectiva hasta hoy. Mientras parte de la derecha se congracia con la extrema derecha bolsonarista, el Partido de los Trabajadores (PT) no consigue ponerse de acuerdo con la izquierda ni siquiera para presentar una candidatura conjunta en la ciudad de S?o Paulo para las pr¨®ximas elecciones municipales. Con la amenaza de que el Renta Brasil reemplace el Bolsa Familia en la memoria de la poblaci¨®n, los miembros del PT se mueven para estimular la memoria de la gente. Sin embargo, la realidad muestra que la falta de memoria es una cuesti¨®n de supervivencia para gran parte de la poblaci¨®n. En un pa¨ªs donde unos ingresos de 600 reales al mes son para decenas de millones de personas los mayores que han tenido nunca en su vida, ?qu¨¦ se puede esperar? Viven como si no hubiera un ma?ana, porque hay muchas posibilidades de que no lo haya.
Si la derecha llega a un acuerdo con la extrema derecha, aunque sea moment¨¢neo, Brasil vivir¨¢ una situaci¨®n sin precedentes: en el peor Gobierno de la historia de la Rep¨²blica, con cuatro denuncias por cr¨ªmenes de lesa humanidad perpetrados por Bolsonaro en la Corte Penal Internacional y m¨¢s de 110.000 muertos de la covid-19, no habr¨¢ oposici¨®n. S¨ª, porque los partidos de izquierda est¨¢n ocupados pele¨¢ndose entre ellos y haciendo oposici¨®n a s¨ª mismos.
Cuando una parte significativa de la poblaci¨®n aprueba a Bolsonaro y dice que no es culpable de los muertos de la covid-19, esa parte est¨¢ haciendo la ¨²nica pol¨ªtica que conoce. Gracias a esta adhesi¨®n, Bolsonaro ha vislumbrado un camino hacia la reelecci¨®n y, por primera vez, est¨¢ considerando asegurar su popularidad distribuyendo renta a los m¨¢s pobres. Precisamente ¨¦l, que fue el ¨²nico presidente de la redemocratizaci¨®n que no mencion¨® la reducci¨®n de la pobreza en el discurso de toma de posesi¨®n, est¨¢ reconsiderando su posici¨®n. ?Qui¨¦n ha logrado esta haza?a? No ha sido la oposici¨®n ni la izquierda. De nuevo y por ¨²ltima vez, ?qui¨¦nes son los burros y los mal informados?
Por supuesto, se trata de Bolsonaro. Si vislumbrara otra forma de garantizar la reelecci¨®n, de salvar a su familia ¡ªy a s¨ª mismo¡ª de las investigaciones o de consumar el golpe de una manera m¨¢s cl¨¢sica, el Renta Brasil podr¨ªa desaparecer del horizonte de posibilidades en un segundo. Asimismo, si le conviene, los nuevos amigos pueden volver a convertirse en enemigos en menos de 24 horas. De momento, sin embargo, sin ponerse de acuerdo entre s¨ª, pero con la experiencia de los siglos, los que solo tienen hoy para vivir alaban al oligarca de turno, en este caso un capit¨¢n retirado al que le gustan las armas y las bombas, y lo absuelven de todos los pecados. Este escenario tambi¨¦n puede cambiar de la noche a la ma?ana, si no se da continuidad a la ayuda de emergencia.
Lo m¨¢s sorprendente del sondeo del Datafolha es precisamente el otro lado: que, en este Brasil precarizado y poblado de desesperados, el 52% de la poblaci¨®n piensa que Bolsonaro tiene algo de culpa ¡ªla mayor¨ªa¡ª o toda la culpa ¡ªuna minor¨ªa¡ª por los 100.000 muertos. Se?al que las fuerzas emergentes de los Brasiles que contin¨²an avanzando por las fisuras y los bordes se mueven ¡ªy mucho¡ª por un pa¨ªs donde el futuro no sea solo para los ricos. Se?al tambi¨¦n que hay muchos entre los m¨¢s pobres que, contra todas las estad¨ªsticas, se niegan a seguir reducidos al agotamiento de sus cuerpos y luchan ferozmente por la solidaridad, la responsabilidad colectiva y el derecho al futuro. Es una noticia incre¨ªble, que apunta a la resistencia.
Una cosa m¨¢s: a los que llaman ¡°ganado humano¡± a los bolsonaristas y tambi¨¦n a los brasile?os pobres, que en este momento aprueban a Bolsonaro, una advertencia. Los bueyes, cuando se les empuja brutalmente al matadero, sufren horrores, dan patadas, los ojos parecen salirse de las ¨®rbitas, se mean de terror. Intentan escapar desesperadamente.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de Brasil, construtor de ru¨ªnas: um olhar sobre o pa¨ªs, de Lula a Bolsonaro. Web: elianebrum.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter, Instagram y Facebook: @brumelianebrum.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza
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