Verso suelto
Cayetana ?lvarez de Toledo hablaba como portavoz de un grupo parlamentario, de modo que sus numerosos exabruptos se le pod¨ªan apuntar a ese grupo y no a ella
En agosto nada es fiable. Toma ya contundencia, propia de un o una portavoz parlamentario/a.
Pero es que las ma?anas en agosto dan fr¨ªo en muchas ocasiones, acostumbrados como estamos a un mes que tiene los d¨ªas, que los italianos llaman ferragosto, en que todo est¨¢ seco y ardiente, o lo parece, pero puede haber amanecidas que exigen la manta ligera envolviendo la tripa.
Lo del verso suelto no ten¨ªa mucho sentido, no era fiable. Cayetana ?lvarez de Toledo no actuaba como tal verso, sino como una imprecaci¨®n suelta, muy suelta. Lo malo era que esta se?ora hablaba como portavoz de un grupo parlamentario, de modo que sus numerosos exabruptos se le pod¨ªan apuntar a ese grupo y no a ella.
Suelta s¨ª que lo ha sido. Como siempre. En eso no ha decepcionado a nadie, y mucho menos a Esperanza Aguirre, que se ha erigido en su mayor defensora. Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar no puede hablar a su favor, porque romper¨ªa el partido. Y no est¨¢ por la labor. O eso parece.
Los adversarios de Cayetana aparecen ahora entusiasmados con su propia y muy reciente moderaci¨®n, los internos; y con su tambi¨¦n reciente capacidad de pactar, los enemigos externos. Solo Aznar, que todav¨ªa no ha hablado, aparece como la persona que sabe qu¨¦ hay detr¨¢s de este cese tan provocado por una entrevista, tan pensado como tener una mantita ligera a los pies de la cama.
El momento escogido es clave, porque agosto casi no cuenta en la pol¨ªtica, que es un mes impredecible en la temperatura, la de madrugada y la del mediod¨ªa.
Aznar, que de momento calla, sabe dos cosas: que hay que pactar unos Presupuestos, aunque sea con el poco fiable S¨¢nchez; y que en su sede favorita, en la calle de N¨²?ez de Balboa, en pleno cogollito del barrio de Salamanca, hay muchos que no se llaman Borja Mari ni Cayetana, y que van a cara descubierta y sin guardar la distancia que pide Franco (no el de verdad, sino el delegado del Gobierno) en sus in¨²tiles discursos amenazantes.
Esos muchos, que se pueden llamar Jos¨¦ Luis, por ejemplo, nos van a dar una lecci¨®n de c¨®mo hacer pactos de Estado bien envueltos y con lazos que establezcan los deseos de que los hijos de Iglesias dejen el Gobierno y lo hagan inviable.
Hay muchos Jos¨¦ Luis por la calle. Nada sueltos.
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