Aulas en cuarentena
Ning¨²n escenario ser¨¢ sencillo. Ahora, intentemos, por una vez, que los ni?os no vuelvan a ser la ¨²ltima prioridad de este pa¨ªs
Hay cosas que no se pod¨ªan saber de esta pandemia, pero que el curso escolar regresaba en septiembre no es algo imprevisto. La cuesti¨®n es que, en plena segunda ola de coronavirus, la vuelta a las aulas se puede hacer bien (como en Dinamarca) o mal (como en Israel). Tropezar no es inevitable.
Invocar los derechos a la sanidad y la educaci¨®n en abstracto es c¨®modo, pero la pol¨ªtica consiste en jerarquizar principios y traducirlos en acciones concretas. Si algo se sabe es que el presencialismo es fundamental porque, de un lado, los largos periodos de desconexi¨®n educativa aumentan la brecha social en rendimiento escolar y, del otro, porque la docencia online reduce la adquisici¨®n global de competencias. Por tanto, es importante la presencia f¨ªsica en la escuela, particularmente para los hogares m¨¢s modestos y con hijos en edades tempranas de desarrollo. Sin embargo, esto se tiene que hacer con las m¨¢ximas garant¨ªas sanitarias para profesores y alumnos. Justamente en la intersecci¨®n de ambas ideas es donde entra la pol¨ªtica y el grado de aversi¨®n al riesgo de cada Administraci¨®n.
Ya sabemos cu¨¢l es la pol¨ªtica ideal sobre el papel: aumentar plantillas de profesores para reducir las ratios a la mitad (entre 15-20 alumnos), habilitar infraestructuras para el desdoble, tener grupos que solo contacten entre ellos en ¨¢reas comunes (comedor, muy importante para muchas familias, y patio), refuerzo de la limpieza y desinfecci¨®n, y que haya especialistas sanitarios en los centros que apoyen al personal docente. E incluso as¨ª es inevitable que haya contagios, pero cuanto m¨¢s cerca se est¨¦ de ese ideal, mejor, un escenario que debe exigirse a las consejer¨ªas auton¨®micas. Sin embargo, en muchas comunidades no parece que nos vayamos a ver ah¨ª, dados los escasos recursos disponibles y con unos centros educativos sobre los que, para colmo, se descarga la responsabilidad.
Ante esto se viene un escenario tr¨¢gico en el que habr¨¢ que elegir el menor de los males. Mi modesta propuesta pasa por dos v¨ªas. De un lado, que ante el primer contagio, no se opte por el cierre de todo el sector educativo, por m¨¢s que haya presi¨®n. Las cuarentenas, cuanto m¨¢s quir¨²rgicas, mejor (igual que no cerrar¨ªamos toda la industria porque haya un contagio en una f¨¢brica). Del otro lado, que si se va a pasar a la modalidad online, lo hagan los estudiantes mayores (quiz¨¢ desde tercero de ESO y postobligatoria) e intentemos que los m¨¢s peque?os est¨¦n en el aula. Eso es positivo tanto para su desarrollo acad¨¦mico como para la conciliaci¨®n, adem¨¢s de permitir liberar aulas y, seg¨²n las circunstancias, agrupar docencia online de los mayores, optimizando el escaso personal.
Ning¨²n escenario ser¨¢ sencillo. Ahora, intentemos, por una vez, que los ni?os no vuelvan a ser la ¨²ltima prioridad de este pa¨ªs.
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