Marchando una de ca?as con Europa
Durante su mandato, Trump no ha hecho sino decir en voz alta respecto a Europa lo que otros en Washington llevan a?os diciendo en voz baja
Cuando las cosas se ponen feas se demuestra qui¨¦nes son las personas en las que puedes confiar. Y en numerosas ocasiones esa tarea de empujar en la misma direcci¨®n requiere reconstruir lo que por dejadez o de forma voluntaria se ha ido abandonando con el paso del tiempo. Y as¨ª puede interpretarse el m¨ªnimo gesto que Donald Trump ha tenido casi sobre la bocina ¡ªque dir¨ªan los baloncestistas¡ª de su mandato con la Uni¨®n Europea al acceder a reducir los aranceles de un peque?o grupo de productos. En realidad, es algo m¨ªnimo, porque afecta a bienes cuyo intercambio no mueve m¨¢s que 230 millones de euros al a?o. Por poner un ejemplo, es la misma cantidad que solo Francia ha destinado al sector del libro para ayudarle a superar la crisis provocada por el coronavirus. Y para hacerse una idea de lo que la cifra representa en los libros de contabilidad basta decir que el a?o pasado Europa export¨® a Estados Unidos unos 260.000 millones.
Pero hay veces en la vida que no es necesario compartir una copiosa cena en un restaurante caro, sino que una ca?a en el bar de la esquina puede ser igual o m¨¢s importante. Y esa ca?a de 230 millones tiene un significado muy grande porque rompe una tendencia de nada menos que dos d¨¦cadas de progresivo enfriamiento, alejamiento y enfrentamiento entre dos regiones del globo a las que no solo diferencia de la mayor¨ªa del resto los indicadores econ¨®micos sino sobre todo el sistema de libertades ¡ªmanifiestamente mejorable¡ª en el que viven sus ciudadanos. El que se produzca un ¡°deshielo¡± puede parecer una buena noticia, pero tambi¨¦n revela hasta qu¨¦ absurdo punto hab¨ªan llegado las cosas.
Y aqu¨ª es preciso subrayar que no ha sido culpa de Trump. Durante su mandato y respecto a Europa, no ha hecho sino decir y hacer en voz alta lo que durante mucho tiempo otros dec¨ªan de manera simpaticona y hac¨ªan por debajo de la mesa. Eran pol¨ªticos estadounidenses de todas las tendencias. Ya en 1992 la Administraci¨®n de George Bush padre descubri¨® estupefacta y con irritaci¨®n c¨®mo un comisario austr¨ªaco defend¨ªa a los productores de pl¨¢tano de Canarias y no permit¨ªa el juego del ¡°divide y vencer¨¢s¡± en temas comerciales con Europa. Y fue el dem¨®crata Barack Obama quien hizo del ¡°giro hacia Asia¡± ¡ªun cambio de pareja de baile con Europa relegada al papel de pagafantas¡ª una de las banderas de su estrategia exterior. Luego vino Trump con sus modos, sus tuits y sus barbaridades, pero el neoyorquino no ha hecho sino acelerar un largo proceso de deterioro amortiguado eso si por los valores e intereses comunes. Una flor de 230 millones no hace primavera. Pero por algo se empieza.
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