Qu¨¦ ganas de verte, Madrid
Escribo para todos los que regresan. Nuestra es la ciudad y nuestra la decisi¨®n sobre ad¨®nde volvemos
Madrid no es un lugar cualquiera, porque es la ciudad m¨¢s grande y m¨¢s de todos de Espa?a. ¡°Soy de Madrid porque nac¨ª en C¨¢diz¡±, dec¨ªa Elvira Lindo en el preg¨®n del ¨²ltimo San Isidro sin covid. Tambi¨¦n es motor econ¨®mico y, m¨¢s importante a¨²n, motor de los sue?os de miles, de millones de madrile?os, visitantes y futuros ciudadanos. Pero ahora dicen que la covid-19 la va a matar. Que no quedar¨¢ nada de mi ciudad, que se ha cebado con ella, como con tantas otras v¨ªctimas.
Supongo que es normal. Madrid siempre ha sido un lugar interrogativo, plagado de incertidumbres y de miedos, de desorden y de azar. Y desde que estall¨® la pandemia todo eso que ya era Madrid ha crecido tanto que quiz¨¢s la haga estallar. Es posible que cuando haya regresado el ¨²ltimo madrile?o, con la puntualidad del uno de septiembre, la ciudad haya desaparecido. A m¨ª me faltan horas para volver pero no paro de recibir mensajes: ¡°est¨¢ trist¨ªsima¡±, ¡°solo queda el asfalto¡±, ¡°no hay nadie en la puerta de nuestros bares¡±, ¡°esta vez nos vamos a encerrar nosotros solos¡±¡
Quienes me escriben estos mensajes son madrile?os de pura cepa, gente de cualquier parte, quiero decir, hasta nacidos en Madrid. Somos nosotros, los madrile?os por elecci¨®n, los que estamos m¨¢s tristes cuando escuchamos que nuestra ciudad se muere. Se supone que todos podr¨ªamos vivir mejor en otra parte. Porque todos aceptamos un piso m¨¢s peque?o del que podr¨ªamos pagar si vivi¨¦ramos en otro lugar, todos respiramos un aire m¨¢s sucio, todos pasamos m¨¢s horas en el atasco que los que se fueron. Y, sin embargo, elegimos Madrid.
Creo que la elegimos porque adem¨¢s de incertidumbres y de miedos, Madrid ha estado siempre plagada de deseo. Esa siempre ha sido su pandemia, la de las ganas y el anhelo. Por eso le han escrito tantas canciones. Porque por encima de los n¨²meros y de las c¨²pulas, por encima de sus Cuatro Torres, sobrevolando incluso sus hospitales, Madrid siempre se ha escrito con poes¨ªa. Y con ambivalencia, con casualidad, con improvisaci¨®n, tambi¨¦n con p¨¢nico.
Yo me crie en una ciudad de provincias y fui a la universidad en otra as¨ª que s¨¦ bien lo que es mirarla de lejos. Cuando ten¨ªa nueve a?os, un ni?o me cont¨® en un campamento que los domingos en Madrid se vend¨ªan todos los libros y discos del mundo. Que se hac¨ªa un mercado en la calle y en los bajos de algunas casas plagado de videojuegos usados y de muebles y de espejos con marcos dorados que antes hab¨ªan estado en palacios y se vend¨ªan ahora por casi nada. Luego no pis¨¦ El Rastro hasta los 18, pero antes me hab¨ªa hartado de imaginarlo. Supongo que aquel lugar nunca existi¨® salvo en mi imaginaci¨®n. Creo que Madrid es, como cualquier otro lugar, lo que imaginamos de ella tanto como lo que hacemos con ella.
Despu¨¦s llegu¨¦. Y me cruc¨¦ por primera vez con la Puerta del Sol, que era mucho m¨¢s fea que en las canciones de Sabina. La encontr¨¦ llena de toda esa gente que iba a alguna parte. Recuerdo que llov¨ªa, que ya es raro, pero todo el mundo caminaba por encima de la lluvia, pegado a su determinaci¨®n y a su prisa. De donde yo ven¨ªa, la gente se vest¨ªa para caminar de un lado a otro del mismo paseo mar¨ªtimo cada tarde, muchas tardes. Y all¨ª estaba por fin en medio de ese asfalto plagado de esfuerzos y de valent¨ªa, tambi¨¦n de mentiras. Plagado de todo.
Creo que por eso Madrid no es solo de los madrile?os. Es tambi¨¦n de todos los que la imaginan desde lejos. So?arla es tan bueno, a veces m¨¢s, que vivirla. Pero ahora todos los de fuera ¡ªy los de dentro¡ª nos dan el p¨¦same a quienes nos quedamos, como si tuvi¨¦ramos que volver al peor lugar de la tierra. Desde luego al peor de Espa?a. Como si Madrid no fuera m¨¢s que la estad¨ªstica de la covid, con lo poco que le gustan las cifras a mi ciudad, que siempre ha sido m¨¢s de letras.
Confieso que no hay quien se escape de esta nueva tristeza que se ha pegado a mi ciudad y creo que a muchas m¨¢s. La cosa est¨¢ tan fea que he llegado a pensar en abandonar el barco, en huir. Ese momento en que entras en Idealista y piensas que quiz¨¢s equivocaste el ideal. Creo que muchos hemos abierto esa ventana desde lugares muy distintos. As¨ª de mal se han puesto las cosas. Tan mal que hasta hemos dejado de imaginar los lugares que un d¨ªa deseamos habitar. Pero ha llegado el momento de rebelarnos. En Madrid y en todas partes donde la covid pretenda infectar hasta los sue?os. No debemos entregar nuestra ciudad ni nuestros pueblos ni una sola esquina, en realidad. Que nadie deje de habitar sus deseos ni sus sue?os, los parques y las calles, los cielos rasos y abiertos de las alcobas donde la imaginaci¨®n cumple incluso lo que promete. Por eso es hora de poner freno a las pesadillas tramposas y traidoras. Despu¨¦s de todo, como todo el mundo sabe, los verdaderos sue?os son los que resisten en el alma de cada uno, los que permanecen en medio de la tempestad y de la pena.
As¨ª que escribo para todos los que regresan. Nuestra es la ciudad y nuestra la decisi¨®n sobre ad¨®nde volvemos. Al final terminaremos caminando sobre nuestros sue?os, que dir¨ªa el poeta Yeats. So?emos pues la ciudad que es nuestra. Y nunca digamos adi¨®s a lo que nos pertenece.
Digan lo que digan, ya tengo ganas de verte, Madrid.
Nuria Labari es periodista y escritora. Autora de La mejor madre del mundo (Literatura Random House).
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