Requesens
La libertad del joven pol¨ªtico ha sido recibida con alegr¨ªa, tanto en Venezuela como en el exilio, por todo aquel que tenga el coraz¨®n en su sitio
Juan Requesens, valeroso joven pol¨ªtico venezolano y uno de los m¨¢s caracterizados miembros de una generaci¨®n de activistas de oposici¨®n que se dio a conocer en 2007, ha sido puesto en libertad por la camarilla gobernante luego de permanecer dos a?os secuestrado en la tenebrosa c¨¢rcel del Helicoide.
En Venezuela hay casi 400 presos pol¨ªticos, seg¨²n las cuentas del acreditado Foro Penal Venezolano. En julio pasado, esta ONG detallaba que 268 presos son civiles y 126 militares; la represi¨®n con que el r¨¦gimen de Maduro trata cualquier forma de resistencia a sus desmanes hace temer que esas cifras hayan aumentado desde entonces.
Igual que Requesens, la gran mayor¨ªa fue detenida arbitrariamente y permanece privada de libertad en condiciones denunciadas por innumerables organizaciones de activistas de Derechos Humanos, dentro y fuera del pa¨ªs. Los informes suscritos por la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, no dejan lugar a dudas sobre el car¨¢cter criminal de la banda que usurpa los poderes p¨²blicos en Venezuela.
La libertad de Requesens, reclamada infatigablemente por su familia, por la organizaci¨®n pol¨ªtica en la que milita y por vastos sectores del activismo democr¨¢tico, ha sido recibida con alegr¨ªa, tanto en Venezuela como en el exilio, por todo aquel que tenga el coraz¨®n en su sitio.
Caracter¨ªsticamente, Requesens no ha recuperado la libertad plena sino que ha sido confinado ahora a su domicilio y a¨²n pesan sobre ¨¦l toda clase de afrentosas y arbitrarias restricciones cautelares, dictadas por jueces obsecuentes y oscuros. La m¨¢s tir¨¢nica, sin duda, es la prohibici¨®n de declarar a la prensa en torno al juicio que a¨²n se le sigue.
Desde el momento de su violenta detenci¨®n, Requesens fue privado de todos sus derechos. A¨²n se recuerdan los vej¨¢menes a que fue sometido y de los que, en cadena televisiva, se ufanaba el ministro de Informaci¨®n, el protervo Jorge Rodr¨ªguez.
En una de sus ¡°ruedas de prensa¡±, t¨ªpicamente unidireccionales y en las que no se admiten preguntas, Rodr¨ªguez mostr¨® un v¨ªdeo de Requesens que, por s¨ª solo, es probatorio de la ves¨¢nica crueldad con que son tratados los cautivos del r¨¦gimen.
Requesens luc¨ªa desorientado y ostensiblemente adolorido por las torturas. No es aventurado pensar que estuviese bajo los efectos de alguna droga. Rodr¨ªguez quiso mostrar a un adversario vencido y quebrantado en su moral pero solo logr¨® el inextinguible repudio de los venezolanos. ?De qu¨¦ se acusaba a Requesens?
Anunciar la frustraci¨®n in extremis de un improbable magnicidio para justificar con ello sus redadas ha sido una de las pr¨¢cticas que Maduro hered¨® de sus mentor, Hugo Ch¨¢vez.
La torpe puesta en escena de estas intentonas corri¨® casi siempre a cargo del inefable Diosdado Cabello, acusador p¨²blico de la Revoluci¨®n. Sin importar cu¨¢n inveros¨ªmiles fuesen las ¡°pruebas¡± exhibidas, todas las farsas anunciaron olas de detenciones tan arbitrarias como prolongadas. Hace dos a?os, durante una parada militar, un dron que sobrevolaba la formaci¨®n de infantes de la Guardia Nacional a la que Nicol¨¢s Maduro dirig¨ªa una de sus peroratas, hizo estallar una carga explosiva presuntamente destinada a asesinar al l¨ªder bolivariano.
En lugar de ello, la explosi¨®n desat¨® una desternillante estampida de la tropa que rompi¨® filas y huy¨® por las calles aleda?as. Tragic¨®mico como pudo ser el espect¨¢culo, la desma?ada operaci¨®n, maquinada seg¨²n afirm¨® luego el r¨¦gimen, por militares desafectos, dej¨® sin embargo heridos a varios conscriptos e incendi¨® la fachada de un edificio cercano. La dictadura no desaprovech¨® la ocasi¨®n para detener a Requesens y acusarlo de ser uno de los autores intelectuales del atentado.
El infame v¨ªdeo que menciono m¨¢s arriba mostraba a un Requesens al borde del colapso. A la tortura se a?adi¨® el ultraje de mostrarlo en pa?os menores manchados de excremento, incriminando con habla estropajosa, enrevesada, inveros¨ªmilmente, a Julio Borges, su compa?ero de formaci¨®n pol¨ªtica, a la saz¨®n ya en el exilio. Requesens fue despojado de su inmunidad parlamentaria y arrojado a un calabozo.
La sa?a con que fue tratado desde entonces es proporcional al enorme predicamento que Requesens goza entre la poblaci¨®n venezolana, en especial entre los j¨®venes del Estado T¨¢chira que Requesens representa ante la Asamblea Nacional.
Su excarcelaci¨®n llega en momentos muy procelosos para la oposici¨®n venezolana, enzarzada como est¨¢ en enconadas diatribas, con sus factores m¨¢s caracterizados descalific¨¢ndose ferozmente unos a otros. Dividida entre abstencionistas y partidarios de participar a como d¨¦ lugar en las anunciadamente fraudulentas elecciones parlamentarias convocadas por Maduro para diciembre.
El cinismo que prospera en todo tiempo adverso ofrece como explicaci¨®n del inesperado beneficio de casa por c¨¢rcel otorgado a Requesens el que todo sea a cambio de su participaci¨®n en la farsa electoral. Es una infamia, desde luego, una infamia que el r¨¦gimen querr¨ªa ver hecha realidad.
Pero Venezuela entera ha sido testigo de la entereza con que Requesens y su familia han afrontado su prisi¨®n. Aun en estos momentos de gran desaliento, los venezolanos premian a Requesens con la confianza plena en su integridad, en su hombr¨ªa de bien. Y comparte la alegr¨ªa de saberlo en casa, de nuevo entre los suyos.
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