Pandemia, gobernanza y construcci¨®n colectiva de futuro
La crisis de la covid-19 en Latinoam¨¦rica no es solo una crisis sanitaria, y socioecon¨®mica sino tambi¨¦n una crisis de gobernanza
La pandemia de la covid-19 que afecta al mundo se ha profundizado en estas ¨²ltimas semanas en Latinoam¨¦rica. Los aspectos sanitarios, humanitarios y econ¨®micos de esta crisis, ampliamente difundidos y tr¨¢gicos en s¨ª mismos, no tienen precedente hist¨®rico. Resolver y reconstruir tardar¨¢ tiempo y mucho esfuerzo colectivo. Sin embargo, al igual que ocurre con los efectos del virus en organismos con condiciones m¨¦dicas preexistentes, nuestras sociedades est¨¢n m¨¢s afectadas por debilidades cr¨®nicas estructurales prepandemia: alta desigualdad, contratos sociales fragmentados, magra productividad y crecimiento, baja confianza en las instituciones p¨²blicas y debilidad fiscal. Por eso la crisis de la covid-19 en Latinoam¨¦rica no es solo una crisis sanitaria, y socioecon¨®mica sino tambi¨¦n una crisis de gobernanza. Un choque sist¨¦mico que ha exacerbado condiciones estructurales preexistentes y, sin duda, las profundizar¨¢ si no existe una acci¨®n p¨²blica decidida y eficaz. Como crisis sist¨¦mica, requiere tambi¨¦n una soluci¨®n sist¨¦mica. A esto es a lo que muchos hemos llamado como la necesidad de un nuevo ¡°contrato social¡±.
La gobernanza es la creaci¨®n de condiciones de avance social mediante los acuerdos entre diversos actores sociales y en donde el Gobierno, en su ejercicio de la autoridad delegada, debe gozar de legitimidad y entregar resultados para todos. La crisis que vivimos es producto de un choque sist¨¦mico que ha mostrado las deficiencias del sistema de salud (falta de cobertura universal, de equipo y de capacidades de hacer pruebas y seguimiento), del sistema educativo (desigualdades en el acceso a la calidad educativa y a la conectividad que se manifiestan en la incapacidad para brindar alternativas viables para continuar con el programa escolar durante la crisis), de los sistemas fiscales (capacidad fiscal muy restringida) y de protecci¨®n social (sistemas muy limitados en su capacidad de aseguramiento y redistribuci¨®n). ?Seremos capaces de aprender de esas lecciones y renovar la voluntad de construir sociedades m¨¢s productivas, incluyentes y resilientes?
Latinoam¨¦rica es una regi¨®n mal llamada de acuerdo con la clasificaci¨®n tradicional, de renta media, pero que no ha logrado consolidar sociedades de clase media. Son las nuestras sociedades con alta vulnerabilidad y con hist¨®rica desigualdad que se manifiesta a trav¨¦s del territorio, del g¨¦nero, de grupos excluidos por su origen ¨¦tnico y racial, o preferencia sexual, y por supuesto en t¨¦rminos de su acceso y su capacidad de generar ingreso y riqueza. Si hablamos de un contrato social debemos partir de que una condici¨®n que todo contrato requiere para ser v¨¢lido es que sea entre iguales y que sea una manifestaci¨®n en libertad. Un nuevo contrato social requiere, entonces, que los actores en este pacto tengan garantizado su derecho a participar en el redise?o colectivo de reglas y pol¨ªticas. Aqu¨ª la tecnocracia a?ade, pero no alcanza. No se trata solamente de elegir cu¨¢l es el mejor nuevo acuerdo, sino cu¨¢l es ese acuerdo en el que nos reconocemos todas y todos.
Las redes sociales y los medios digitales son una oportunidad enorme como instrumento en esta reconstrucci¨®n. Debemos, sin embargo, hacernos cargo de tres falacias generadas por la digitalizaci¨®n: primera, la ilusi¨®n de que el acceso a informaci¨®n implica acceso a conocimiento validado y ¨²til; segundo, la falsa noci¨®n de que la popularidad por s¨ª sola es fuente de legitimidad; tercero, el espejismo de que la identidad digital y la participaci¨®n en redes sustituye a la acci¨®n pol¨ªtica. Los procesos de legitimaci¨®n pol¨ªtica de visiones comunes, es decir los partidos, los movimientos sociales, las expresiones de la sociedad civil y a¨²n la deliberaci¨®n p¨²blica est¨¢n atrapados en la inmediatez de un tuit. Hay una crisis de representaci¨®n pol¨ªtica que debemos resolver si aspiramos a reconstruir y reconstruirnos con mayor solidez para enfrentar mejor las nuevas crisis que vendr¨¢n. La gobernabilidad, la existencia de las condiciones para procesar tensiones y lograr acuerdos sin conflicto, puede pronto estar en juego. Tentaciones autoritarias y cuestionamientos f¨¢ciles a los logros democr¨¢ticos de las ¨²ltimas d¨¦cadas abundan en el debate p¨²blico.
Este procesamiento de las tensiones y la respuesta a cuestionamientos de las reglas de juego, ya evidentes en Latinoam¨¦rica antes de la actual crisis, no desaparecer¨¢n con la llegada de una vacuna y ni siquiera con una reactivaci¨®n econ¨®mica. Requerir¨¢n de procesos de discusi¨®n nacionales y trabajo de preparaci¨®n de una institucionalidad fortalecida. Los pa¨ªses se han dado cuenta, por ejemplo, del enorme valor social que tiene la universalidad de un sistema de salud de calidad, de educaci¨®n y de protecci¨®n social b¨¢sica, sistemas para los cuales los mercados no han dado soluciones adecuadas y que por lo tanto requieren dise?os de gobernanza distinta, con el Estado en el asiento conductor.
Pero esta crisis de gobernanza tambi¨¦n presenta m¨²ltiples oportunidades para mejorar los problemas estructurales de la regi¨®n y construir sociedades m¨¢s incluyentes, m¨¢s sostenibles, pr¨®speras y resilientes. Es por esto que nuestras organizaciones auspician y contribuyen a diferentes iniciativas para apoyar a los pa¨ªses de la regi¨®n en estas conversaciones. Por eso el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) iniciar¨¢ en los siguientes d¨ªas una consulta amplia con diferentes actores para replantear nuestro programa de gobernanza en aras de lograr un apoyo m¨¢s efectivo a la regi¨®n en cumplimiento de nuestro mandato. Por otro lado, en el campo de la gobernanza internacional, la SEGIB (Secretaria General Iberoamericana) ha reforzado la apuesta por una mayor cooperaci¨®n como base de una mayor integraci¨®n regional, as¨ª como la ampliaci¨®n de un espacio de di¨¢logo y coordinaci¨®n (no competencia) intergubernamental e interagencial en pos de una mucho mayor colaboraci¨®n global, elemento indispensable si queremos una respuesta razonable a esta crisis.
La clave de una salida positiva a esta coyuntura ser¨¢ no solamente entablar un debate sobre pol¨ªticas concretas sino tambi¨¦n repensar de manera sist¨¦mica nuestros problemas para construir sociedades cohesionadas y efectivas en el logro de objetivos colectivos. Para esto, ser¨¢ necesario presentar opciones con base el conocimiento generado a nivel global, llegar a acuerdos comunes b¨¢sicos, propiciar condiciones para el financiamiento nacional e internacional, p¨²blico y privado, reconstruir confianza entre instituciones y ciudadanos y mejorar la coordinaci¨®n de pol¨ªticas en y entre pa¨ªses. Muchos problemas trascienden las fronteras y requieren de la cooperaci¨®n entre todos. Un multilateralismo fuerte es esencial para una recuperaci¨®n sostenible.
Esta crisis nos abre una posibilidad no solo de una nueva normalidad sino de una mejor normalidad, pero esto no ocurrir¨¢ de manera espont¨¢nea. Debemos convocar a una acci¨®n colectiva que defina y construya una noci¨®n de lo p¨²blico que convoca al Estado pero que va m¨¢s all¨¢ de lo estatal porque involucra a todos los actores sociales en la construcci¨®n de aquello que nos es com¨²n, en la construcci¨®n de los bienes colectivos y de las estructuras reforzadas de prosperidad, sostenibilidad e inclusi¨®n. Tenemos una oportunidad, dir¨ªa Octavio Paz, de merecer lo que so?amos.
Rebeca Grynspan es secretaria general de la SEGIB y Luis Felipe L¨®pez Calva, director del PNUD para Am¨¦rica Latina y el Caribe.
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