Messi y la democracia
La crisis del FC Barcelona ¡ªhist¨®rica, hist¨¦rica, histri¨®nica¡ª es un espejo de nuestra situaci¨®n pol¨ªtica. Tambi¨¦n la del Real Madrid, cuando le llegue
La crisis del FC Barcelona ¡ªhist¨®rica, hist¨¦rica, histri¨®nica¡ª es un espejo de nuestra situaci¨®n pol¨ªtica. Tambi¨¦n la del Real Madrid, cuando le llegue. Porque lo que distingue a nuestros dos grandes equipos de otros dentro y fuera de Espa?a es que no son empresas, sino democracias.
No tienen due?os, sino presidentes electos. Y eso tiene ventajas. A diferencia de los seguidores del PSG o el City, cul¨¦s y madridistas tienen voz y voto. Cada socio, como cada ciudadano en una democracia, tiene la posibilidad de escoger qui¨¦n manda.
Dirigentes como Laporta, Bartomeu, Calder¨®n o Florentino no son necesariamente m¨¢s inteligentes o benevolentes que los empresarios que poseen otros clubes, pero s¨ª m¨¢s susceptibles al sentir popular. No gobiernan apoltronados en un trono de petrod¨®lares, como los jeques ¨¢rabes que poseen equipos campeones en muchas ligas europeas; tampoco ansiosos en la silla el¨¦ctrica del mercado de valores, como los inversores que controlan sociedades deportivas y pueden perder sus ahorros.
Como un Gobierno democr¨¢tico, los m¨¢ximos responsables azulgrana y blancos est¨¢n menos interesados en la estabilidad presupuestaria que en el bienestar de la gente. Su objetivo es maximizar los resultados deportivos durante su mandato. Esto les lleva siempre a apostar fuerte. Sus decisiones son valientes, como atestiguan los ¨¦xitos cosechados por Messi, Ronaldo y los muchos gal¨¢cticos que han aterrizado en nuestra Liga. Y aciertan a menudo, como si fueran llevados por la mano invisible de la sabidur¨ªa de las masas, seg¨²n la cual las democracias son mejores que las dictaduras porque los grupos numerosos toman mejores decisiones que los individuos m¨¢s brillantes.
Pero, como en las democracias, los directivos del Bar?a y del Madrid pecan de cortoplacismo, porque su horizonte temporal son los cuatro a?os de su legislatura, con lo que les importa poco endeudar econ¨®mica o deportivamente sus clubes. Y caen en la tentaci¨®n populista, haciendo fichajes m¨¢s medi¨¢ticos que efectivos, o reemplazando al entrenador a las primeras cr¨ªticas.
En otros pa¨ªses, como Alemania, tambi¨¦n hay clubes democr¨¢ticos. Pero ninguno capaz de tanta grandeza y tanta miseria como Bar?a y Madrid. Nuestras democracias son extremas. Tambi¨¦n la pol¨ªtica, que nos ofreci¨® el hero¨ªsmo en la Transici¨®n y el espect¨¢culo de hoy. Somos un pa¨ªs de Zidanes y Kak¨¢s. @VictorLapuente
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