Marea negra en el golfo triste
Desde fines de julio las colonias de coral y los bosques de mangle del parque de Morrocoy, en Venezuela, han sido afectadas por un derrame de hidrocarburos originado en una disfuncional refiner¨ªa
La costa de Venezuela ha tenido dos golfos tristes.
El primero fue llamado as¨ª por los conquistadores durante el tercer viaje de Col¨®n, en 1498, y es el que actualmente se conoce como golfo de Paria. All¨ª desembocan en el Atl¨¢ntico las grandes bocas del r¨ªo Orinoco¡ª la de Dragones, la de Nav¨ªos, la de la Sierpe ¨C, sus aguas separan el continente de la vecina isla de Trinidad.
El otro golfo triste se encuentra mucho m¨¢s al oeste del mapa, ya propiamente sobre la costa Caribe, y se extiende desde Puerto Cabello, en el Estado Carabobo, hasta la punta de Tucacas, en el Estado Falc¨®n.
?Que por qu¨¦ llamaron ¡°triste¡± a este rinc¨®n del Caribe? Que lo diga el conde de S¨¦gur, diplom¨¢tico franc¨¦s que visit¨® Caracas a fines del siglo XVIII.
En sus memorias, el conde comenta su viaje desde La Guaira ¨C el puerto de Caracas¡ª a Puerto Cabello, 200 kil¨®metros al oeste, siguiendo la l¨ªnea costera: ¡°La masa de esas altas monta?as difunde su sombra sobre el mar y propicia pensamientos melanc¨®licos. Nunca un nombre fue tan justamente aplicado como el de golfo triste que se le da al golfo de Puerto Cabello¡±.
Es fama que Joseph Conrad, de paso por esta costa, tom¨® las aguas de Puerto Cabello¡ª tan serenas que un cabello de mujer podr¨ªa servir de amarra a cualquier buque¡ª como modelo de su ficcional bah¨ªa de Sulaco, en la novela Nostromo. En el conf¨ªn occidental del golfo se encuentra el Parque Nacional de Morrocoy, uno de los parajes m¨¢s sobrecogedoramente hermosos que pueda hallarse en el Caribe sur.
Aunque comprende tambi¨¦n zonas terrestres, su atractivo mayor son sus aguas tranquilas y claras, templadas todo el a?o. Un singular patr¨®n de mareas propici¨®, en el curso de siglos, la aparici¨®n de peque?os atolones coralinos frente a una costa de tupidos manglares. Venezolanos de toda condici¨®n social y de todos los rincones del pa¨ªs hacen largas traves¨ªas no m¨¢s por gozar de sus playas.
En conjunto, Morrocoy alberga centenares de ecosistemas sumamente fr¨¢giles. Desde fines de julio las colonias de coral y los bosques de mangle del parque se han visto atacadas por un derrame de hidrocarburos originado en una disfuncional refiner¨ªa situada a 200 kil¨®metros al oriente del parque. Todas las playas de la l¨ªnea costera han sido afectadas por el derrame.
Obligada por la escasez de gasolina y las dificultades para proveerse de ella en el exterior, la dictadura de Maduro no ha tenido m¨¢s camino que echar a andar sus refiner¨ªas, inoperantes desde hace a?os, y hacerlo a trancas y barrancas, con ayuda t¨¦cnica iran¨ª o sin ella. Cada vez que lo intenta, sobrevienen explosiones, incendios o derrames como el que arrasa actualmente a Morrocoy.
El profesor Eduardo Klein, del Centro de Biodiversidad Marina de la Universidad Sim¨®n Bol¨ªvar, juzgando im¨¢genes satelitales, calculaba en 26.000 los barriles de hidrocarburos de diversa naturaleza vertidos al mar desde el pasado 19 de julio. ¡°M¨¢s del doble del derrame de la isla Mauricio¡±, estima Klein. La mancha podr¨ªa extenderse m¨¢s all¨¢ de los 250 kil¨®metros cuadrados y contaminar otros 310 kil¨®metros de l¨ªnea costera.
Un informe t¨¦cnico, citado por The New York Times, afirma que, tan solo entre 2010 y 2018, en Venezuela se han registrado m¨¢s 46.000 derrames t¨®xicos, en total unos 856.000 barriles de petr¨®leo. Es otra consecuencia del desguace de la industria petrolera que comenz¨® hace casi 18 a?os cuando Hugo Ch¨¢vez despidi¨® punitiva y masivamente a 20.000 gerentes y t¨¦cnicos que lo hab¨ªan desafiado con una huelga.
Casi al mismo tiempo que ocurr¨ªa el derrame de la refiner¨ªa, un tanquero con m¨¢s de un mill¨®n 300.000 barriles de crudo a bordo, varado en el oriente del pa¨ªs desde hace cinco a?os por falta de mantenimiento¡ª su tripulaci¨®n se reduce hoy a solo tres hombres¡ª, comenz¨® a escorarse hacia estribor. Su hundimiento y el subsiguiente derrame del crudo se juzgan ya inevitables.
Hace menos de dos meses se detuvo el ¨²ltimo taladro de la petrolera estatal venezolana que, en 1997, apenas un a?o antes del ascenso al poder de Hugo Ch¨¢vez, se contaba entre las cinco transnacionales del mundo no solo en t¨¦rminos de valor comercial sino en eficiencia operativa y, especialmente, en prevenci¨®n de accidentes.
La pandemia, la emergencia alimentaria, la discordia de la oposici¨®n y la represi¨®n del r¨¦gimen postran a los venezolanos mientras lo que queda de su otrora pujante industria petrolera degrada de modo macabro el ambiente de un pa¨ªs bello y generoso.
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