El negocio de la despoblaci¨®n
La forma que tienen las autoridades de corregir el gran desequilibrio regional es sembrar estos territorios de aerogeneradores y paneles que terminar¨¢n por echar de ellos a los pocos habitantes que les quedan
Tomo prestado el t¨ªtulo a mi amiga la periodista leonesa Ana Gaitero, que public¨® en su diario hace un par de semanas un art¨ªculo titulado as¨ª en el que denunciaba el negocio que hay detr¨¢s de la despoblaci¨®n de grandes zonas del pa¨ªs. Hasta ahora la denuncia iba encaminada siempre hacia las consecuencias sociales de un fen¨®meno que comenz¨® a producirse en Espa?a hacia la mitad del pasado siglo y del que todo el mundo habla ¨²ltimamente porque parece haberse puesto de moda, pero pocas veces he visto que se haga desde la perspectiva de los intereses que subyacen detr¨¢s de ese fen¨®meno como ha hecho Ana Gaitero: ¡°Despu¨¦s de siglo y medio horadando el vientre de las monta?as y sacando su riqueza para alimentar centrales t¨¦rmicas y el crecimiento de esa Espa?a que se dice rica y presume de trabajar m¨¢s que nadie, se esfum¨® por el bien del planeta. Ahora soplan vientos que amenazan con llevarse en volandas los montes. A cambio de unas propinas a las juntas vecinales quieren instalar gigantescos parques e¨®licos en una cordillera que es toda ella reserva de la biosfera (¡) Cuanta menos gente haya en los pueblos, mejor les ir¨¢ a los lobos del capital, se llamen Florentino o sean cu?ados, testaferros o momios de Florentino¡¡±.
Se refer¨ªa la periodista leonesa a los varios proyectos e¨®licos que prev¨¦n instalar en el coraz¨®n de la monta?a de una provincia, la suya, que est¨¢ sufriendo como pocas los efectos de la despoblaci¨®n tras la desaparici¨®n o el declive de sus dos principales pilares econ¨®micos: la miner¨ªa y la agricultura, al socaire de las multimillonarias subvenciones anunciadas para la tan cacareada transici¨®n energ¨¦tica del pa¨ªs, pero el ejemplo valdr¨ªa para otras muchas. Casi a la vez que se publicitaban en la prensa los proyectos e¨®licos previstos en la monta?a leonesa, lo hac¨ªan otros 50 para las Tierras Altas de Soria, esa comarca que es paradigma de la despoblaci¨®n de una provincia que a su vez lo es de un territorio, el de la llamada Laponia o Celtiberia espa?ola, que ha visto c¨®mo en pocas d¨¦cadas se desertizaba casi completamente. Parece que esa es la forma que las autoridades espa?olas tienen de corregir el gran desequilibrio territorial del pa¨ªs y el problema de la despoblaci¨®n del que tanto hablan: sembrar los territorios despoblados de aerogeneradores que terminar¨¢n por echar de ellos a los pocos habitantes que les quedan.
Es evidente que la energ¨ªa e¨®lica, como la solar e hidr¨¢ulica, es necesaria para la vida de un pa¨ªs que ha dejado atr¨¢s la m¨¢s contaminante del carb¨®n y puesto en cuarentena la nuclear, cuyos peligros no nos son ajenos, pero sus efectos indeseados no pueden recaer en los de siempre, en esos territorios y personas que han soportado ya los devastadores de la miner¨ªa y de los grandes embalses que sepultaron parte de los primeros y obligado al destierro a muchas de las segundas o, en otros casos, los de la transformaci¨®n agraria que los oblig¨® a emigrar. Las migajas que los que de verdad se van a lucrar con el negocio de esas energ¨ªas les ofrecen no s¨®lo no compensar el destrozo paisaj¨ªstico y medioambiental que llevan aparejado, sino que servir¨¢n para despoblar a¨²n m¨¢s esos territorios, esa Espa?a desde?ada y pobre que ve c¨®mo una y otra vez la saquean y ningunean mientras otros se enriquecen a su costa. Como dec¨ªa un vecino de mi pueblo de veraneo: ¡°Si fueran buenos, no los tra¨ªan aqu¨ª¡±.
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