La jueza muri¨®: descanse en poder
En una escasez global de mujeres como autoridades jur¨ªdicas, la jueza Bader Ginsburg har¨¢ a¨²n m¨¢s falta
La jueza muri¨®. Ruth Bader Ginsburg era una jueza de la suprema corte de los Estados Unidos y su muerte fue anunciada en todos los rincones del mundo. La escalera de la corte se llen¨® de flores, las luces de Manhattan en Nueva York tornaron azules el d¨ªa siguiente de la muerte. Una imagen de la jueza fue proyectada en la fachada del edificio de la Corte Suprema del Estado de Nueva York con la frase ¡°Descanse en Poder¡±. La muerte de la jueza fue llorada en luto p¨²blico ¡ªun evento que raras veces es concedido a las mujeres en el poder. Y no solo porque somos raras en la cumbre de los espacios de poder, sino principalmente por lo que la jueza Ginsburg representaba para la igualdad de g¨¦nero en los Estados Unidos y sus efectos en el sur Global. Ella era un voto y un cuerpo disidente al poder patriarcal y, por ser tan ¨²nica, resisti¨® a la llegada de la muerte: ¡°mi deseo m¨¢s intenso es que no sea substituida hasta que un nuevo presidente asuma el cargo¡±.
Cuando fue interrogada sobre cu¨¢ntas juezas ser¨ªan suficientes en la Suprema Corte de los Estados Unidos ella dijo ¡°cuando hayan nueve¡±. Hubo sorpresa en la respuesta, pero la jueza explic¨®, ¡°ya hubo nueve hombres, y nadie nunca cuestion¨® eso¡±. Es as¨ª que el patriarcado racista se mueve: naturaliza los paisajes del poder, conforma incluso nuestra indignaci¨®n, pues reduce la capacidad de imaginaci¨®n sobre otras formas de vida en el com¨²n ejercicio del poder en una democracia. En Brasil, apenas tres mujeres han sido ministras del Supremo Tribunal Federal, dos de ellas a¨²n hoy en la corte, ninguna de ellas negra. La primera de ellas en la historia, la ministra Ellen Gracie, vivi¨® un espect¨¢culo de horrores al ser cuestionada en el Senado Federal sobre lo que deber¨ªa ser conocimiento jur¨ªdico. Los di¨¢logos se remontan a 2006, un tiempo que no nos conforta por la distancia de la historia:
¡°Mi voto a¨²n lleva en consideraci¨®n la belleza y el encanto. As¨ª, voto con mucho placer¡±.
¡°Como ginec¨®logo, aprend¨ª a lidiar de cerca con las mujeres, a entender muy profundamente la sensibilidad femenina¡±.
¡°La se?ora no vino a ser cuestionada, vino a ser homenajeada¡±.
Las mujeres son raras en las cortes. Seg¨²n datos del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), somos apenas 17% en las cortes internacionales. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (IDH) recibi¨® la primera mujer jueza en el 2016. En Am¨¦rica Latina, apenas 30% de las cortes superiores o supremas son ocupadas por mujeres. Muchos pa¨ªses de la regi¨®n tuvieron las primeras mujeres en los ¨²ltimos veinte a?os, como fue el caso de Brasil, Chile o Colombia. Como ocurri¨® con la jueza Ginsburg en los Estados Unidos, tambi¨¦n fue necesario que las mujeres llegasen a lo m¨¢s alto de la carrera jur¨ªdica para que las medidas de combate a la discriminaci¨®n de g¨¦nero fuese parte de las cuestiones judiciales en las cortes ¡ª Chile fue uno de esos ejemplos con la ministra Andrea Mu?oz, quien lider¨® un protocolo y una campa?a de enfrentamiento al acoso sexual en el poder judicial. Recientemente, la jueza Gloria Ortiz, la primera mujer a ocupar la presidencia de la Corte Constitucional de Colombia, denunci¨® casos de acoso y discriminaci¨®n contra mujeres en el tribunal.
En esa escasez global de mujeres como autoridades jur¨ªdicas, la jueza Ginsburg har¨¢ a¨²n m¨¢s falta. Su voz era m¨¢s que la de las m¨¦tricas de representatividad de g¨¦nero: ella part¨ªa de una conciencia de g¨¦nero y sus efectos perversos para la igualdad democr¨¢tica, pero tambi¨¦n pose¨ªa un plan pedag¨®gico soportable al patriarcado. Se describ¨ªa como el voto disidente. La expresi¨®n no debe ser tomada como un caso aislado de la corte de los Estados Unidos. Una investigaci¨®n conducida por la Fundaci¨®n Get¨²lio Vargas en Brasil mostr¨® que los ministros del Supremo Tribunal Federal divergen 20% m¨¢s cuando las relatoras de los votos son las ministras. El estudio analiz¨® una d¨¦cada y m¨¢s de mil procesos. Hay una variable a¨²n m¨¢s delicada para demostrar c¨®mo se mueve la ret¨®rica de la divergencia por las desigualdades de g¨¦nero en las cortes: cuando el juzgamiento est¨¢ en plenaria, o sea, con todos los ministros juntos, el ¨ªndice de divergencia a los votos de las ministras es a¨²n mayor, 37%. O sea, cuando hay performance p¨²blica, la masculinidad se vuelve a¨²n m¨¢s feroz contra las mujeres y sus causas.
La jueza Ginsburg dec¨ªa que ¡°a medida que las mujeres alcanzan el poder, las barreras caen¡±. Vimos que tanto las barreras impuestas por la pandemia de covid-19 fueron enfrentadas con mayor sensibilidad de g¨¦nero por pa¨ªses liderados por mujeres y por gobiernos con compromiso feminista. Varios estudios realizados en los Estados Unidos ya mostraron c¨®mo las juezas fueron las voces favorables a casos de acoso sexual, discriminaci¨®n de g¨¦nero, abuso policial e igualdad LGBTQI. La transformaci¨®n pol¨ªtica exige la presencia de mujeres con conciencia feminista en la pol¨ªtica, en espacios de poder democr¨¢tico, representativos o no, como es el poder Judicial. Debido a la configuraci¨®n de los modelos republicanos de Am¨¦rica Latina, en particular entre pa¨ªses que vivieron a?os de dictaduras militares, la asunci¨®n de las cortes como espacios de disputa para los derechos de las mujeres y grupos subrepresentados es a¨²n reciente, pero de fundamental importancia. Cambios recientes en la legislaci¨®n del aborto, violencia contra las mujeres o derechos sexuales pasaron por las cortes. Es exactamente en este momento pol¨ªtico de encantamiento de las cortes para el feminismo en Am¨¦rica Latina que el legado de Ginsburg ser¨¢ duradero.
Debora Diniz es brasile?a, antrop¨®loga, investigadora de la Universidad de Brown. Giselle Carino es argentina, polit¨®loga, directora de la IPPF/WHR
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