Enfangar la democracia
Donald Trump ha cruzado todas las l¨ªneas del respeto a las reglas del juego al poner en duda la limpieza del proceso electoral
Donald Trump ha cruzado todas las l¨ªneas del respeto a las reglas del juego en una democracia, al sistema electoral del pa¨ªs que preside y al propio decoro de la instituci¨®n a la que representa, al poner en duda a pocas semanas de la elecci¨®n presidencial la limpieza del proceso y no aclarar si, en caso de ser derrotado, piensa realizar una entrega tranquila ¡ªl¨¦ase normal¡ª del poder a su hipot¨¦tico sucesor.
Trump irrumpi¨® hace poco m¨¢s de cuatro a?os en la pol¨ªtica estadounidense al lograr ser nominado candidato a la presidencia por el Partido Republicano. Su estrategia se basaba en declaraciones incendiarias, insultos a cualquiera que le criticara o que se pusiera en su punto de mira ¡ªcaso de los inmigrantes mexicanos a los que en 2015 llam¨® ¡°violadores¡±¡ª y un desprecio reiterado y p¨²blico por el Gobierno y la Administraci¨®n federal a cuya presidencia aspiraba. Lejos de atemperarse, en la Casa Blanca no ha variado esta actitud. Esto ha provocado, aparte de decepciones en algunos colaboradores despedidos, choques diplom¨¢ticos con varios pa¨ªses y organizaciones o el estupor general ante situaciones tan inconcebibles como que el presidente en ocasiones apuntara despiadadamente contra importantes instituciones federales, como fue el caso del FBI.
Trump ha ido ahora much¨ªsimo m¨¢s lejos y ha arrojado dudas sobre el mismo proceso democr¨¢tico. Sin embargo, no es la primera vez que sucede. Ya utiliz¨® esta estrategia cuando en 2016 las encuestas le daban perdedor ante la candidata dem¨®crata, Hillary Clinton. Pero entonces gan¨® y no volvi¨® a criticar al sistema. Es m¨¢s, ya como presidente fue tenaz en la destituci¨®n y denigraci¨®n de aquellos altos funcionarios que investigaban si una posible interferencia rusa hab¨ªa adulterado la campa?a electoral. Cuatro a?os despu¨¦s, las encuestas vuelven a colocarle por detr¨¢s de la candidatura dem¨®crata, encarnada ahora en Joe Biden. Sin embargo, la gran diferencia es que ahora es el presidente quien dice que no se f¨ªa de aspectos del sistema como el voto por correo y que a la pregunta de c¨®mo ser¨¢ la transici¨®n si pierde responde con un ¡°ya veremos¡±. Pronto ha olvidado el mod¨¦lico traspaso que ¨¦l recibi¨® de la Administraci¨®n dem¨®crata de Barack Obama o el igualmente mod¨¦lico que el republicano George W. Bush le hizo a su sucesor dem¨®crata.
Lo ¨²ltimo que necesita un pa¨ªs polarizado como pocas veces en su historia, azotado por la pandemia y con una grave tensi¨®n social en las calles, es que quien ocupa su m¨¢s alta magistratura vuelva a dar una prueba de no entender la dignidad de su cargo y enfangue el acto c¨ªvico que define a una democracia: la elecci¨®n limpia de sus l¨ªderes.
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