Un conflicto nada remoto
El conflicto armenio-azerbaiyano en el Alto Karabaj va camino de convertirse en una grave confrontaci¨®n global entre Rusia y Turqu¨ªa
El conflicto armenio-azerbaiyano en el Alto Karabaj va camino de convertirse en una grave confrontaci¨®n global entre Rusia y Turqu¨ªa. Los presidentes Vlad¨ªmir Putin y Recep Tayyip Erdogan, marcados por los respectivos pasados imperiales de sus pa¨ªses, practican una expansiva pol¨ªtica de autoafirmaci¨®n y alimentan el patriotismo de sus conciudadanos con una ret¨®rica nacionalista plagada de mitos.
El rumbo de Mosc¨² y Ankara no ayuda a resolver los problemas reales ¡ªde seguridad, econ¨®micos, pol¨ªticos y territoriales¡ª de las dos comunidades que hoy se enfrentan en el complejo entorno multi¨¦tnico del C¨¢ucaso. En la actual fase de recrudecimiento de las hostilidades, la victoria aplastante de una de las partes tendr¨ªa como consecuencia nuevas matanzas y limpiezas ¨¦tnicas. Pero sean cuales sean los resultados, el actual estallido muestra que no es posible volver al statu quo vigente desde el alto el fuego de 1994. Limitarse a exhortaciones formales a las partes para que se sienten de nuevo a la mesa de conversaciones es irresponsable, fr¨ªvolo e ineficaz.
En su maximalismo, los dirigentes de Armenia y Azerbaiy¨¢n, Nikol Pashini¨¢n e Ilham Al¨ªev, no han sido capaces de un compromiso basado en concesiones mutuas que integre los intereses de ambas partes. Pero Pashini¨¢n y Al¨ªev son tambi¨¦n rehenes de sus ¨¦lites pol¨ªticas, que condicionan su margen de maniobra. Por eso, el conflicto exige un esfuerzo internacional mancomunado que deber¨ªa estar liderado por pa¨ªses alejados de los intereses de la zona y aceptados como mediadores por azerbaiyanos y armenios. Hoy el protagonismo de la mediaci¨®n no puede recaer en Rusia y Turqu¨ªa porque sus dirigentes actuales, Putin y Erdogan, han demostrado que su ego¨ªsmo, sus quimeras y la visi¨®n idealizada y mesi¨¢nica de s¨ª mismos predominan sobre su sentido de la responsabilidad por el mundo.
As¨ª las cosas, el Alto Karabaj necesita aut¨¦ntica diplomacia para lograr una hoja de ruta que permita la coexistencia de armenios y azerbaiyanos. Para ser viable, la soluci¨®n debe poder ser exhibida como una ganancia por las dos comunidades y, en su b¨²squeda, puede ser ¨²til la experiencia acumulada en los arreglos que pusieron fin a las guerras desintegradoras de Yugoslavia. Armenia y Azerbaiy¨¢n tendr¨ªan que volver a los principios consensuados sobre el Alto Karabaj, aprobados por la conferencia ministerial de la OSCE en Madrid en 2007, que conjugaban la integridad territorial con el principio de autodeterminaci¨®n. Para llegar a una soluci¨®n, que puede no ser ideal, se requerir¨¢ habilidad, voluntad, tiempo, paciencia, sentido ¨¦tico y tal vez pacificadores ¡ªque en ning¨²n caso deber¨ªan ser rusos o turcos¡ª. La comunidad internacional no puede cerrar los ojos y desentenderse del conflicto en ese remoto lugar global del Alto Karabaj.
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