Europa y el islam

La ofensiva legal contra el extremismo islamista lanzada en Francia por el presidente Emmanuel Macron es una iniciativa importante, con objetivos loables, pero no exenta de riesgos. Se trata, por un lado, de reclamar e imponer el funcionamiento del Estado de derecho en todo el territorio nacional y ofrecer a todos los ciudadanos el amparo de sus valores y medios, pero, a la vez, debe evitarse que su formulaci¨®n cause estigmatizaci¨®n o abone el terreno para actitudes islam¨®fobas. Aunque con matices diferentes, la cuesti¨®n de la integraci¨®n de las comunidades musulmanas concierne a muchas sociedades europeas, y por tanto la iniciativa francesa tiene un inter¨¦s que supera sus fronteras.

La nueva disposici¨®n, que se presentar¨¢ en diciembre, permitir¨¢ estrechar la vigilancia sobre quienes trabajan en el adoctrinamiento de j¨®venes y en la financiaci¨®n de grupos e individuos extremistas. Para ello, entre otras cosas, el Gobierno reforzar¨¢ la vigilancia econ¨®mica e ideol¨®gica sobre las asociaciones que bajo la apariencia de otras actividades ¡ªdeportivas, culturales, etc¨¦tera¡ª se dedican en realidad al adoctrinamiento radical.

Pero la gran novedad de la propuesta de Macron es conceptual. El presidente ha utilizado el t¨¦rmino ¡°separatismo islamista¡± para referirse a aquellas comunidades que viven al margen de las leyes comunes que obligan y protegen a los ciudadanos de la Rep¨²blica y a los extranjeros que residen en ella. El mandatario se propone reintegrar a estos grupos no solo por una cuesti¨®n de igualdad de derechos y deberes de todos los ciudadanos o de tutela de los menores, sino adem¨¢s para evitar que estos focos alimenten el principal azote que ha sufrido la sociedad francesa en los ¨²ltimos a?os: el terrorismo yihadista.

Es comprensible, por tanto, que el Estado se empe?e en que los ni?os deben ser escolarizados y no recluidos en casa para recibir una ense?anza que los aliena de su entorno. O que se disponga a perseguir pr¨¢cticas vejatorias como los llamados ¡°certificados de virginidad¡± o de discriminaci¨®n sexual. En suma, que la ley sea verdaderamente igual para todos.

Pero esta iniciativa no est¨¢ exenta de riesgos. Fundamentalmente, de dos. Por una parte, ciudadanos y entidades perfectamente cumplidores se pueden sentir parad¨®jicamente se?alados y discriminados por medidas que pretenden imponer la igualdad. Propuestas como la de obligar a firmar a asociaciones una ¡°carta de laicidad¡± cuyo incumplimiento lleve a la p¨¦rdida de subvenciones pueden parecer muy pertinentes, pero el legislador debe recordar siempre que la ley es igual para todos y que las disposiciones ad hoc corren un grave riesgo de incurrir en usos discriminatorios, lo cual producir¨ªa mayor rechazo y autoexclusi¨®n. El otro importante peligro es que esta ofensiva legal sea utilizada por partidos y movimientos de extrema derecha que promueven la islamofobia, para la que en Europa existe una mayor tolerancia social que la que se tiene respecto al odio a otras minor¨ªas.

El Gobierno franc¨¦s debe realizar por tanto un enorme esfuerzo no solo para impedir que se viole la ley e integrar en la Rep¨²blica a los que ahora viven al margen de ella, sino tambi¨¦n para que aquellos que ya est¨¢n dentro no sufran estigmatizaci¨®n. Es un buen punto de partida que Macron, junto con el ataque al ¡°separatismo islamista¡±, admitiera los fallos del Estado en la integraci¨®n de la comunidad musulmana.