Una utop¨ªa necesaria
Necesitamos ideas capaces de inspirar transformaciones radicales, para superar una situaci¨®n insostenible, y el cambio clim¨¢tico lo es
Lleva tres meses como alcaldesa de Estrasburgo. Gan¨® las elecciones siendo pr¨¢cticamente una desconocida, incluso entre muchos de sus compa?eros en Europa Ecologia-Los Verdes, con un perfil singular, hasta en sus or¨ªgenes familiares, como nieta de una diputada armenia. Jeanne Barseghian no ha tardado en implementar medidas de su programa: declaraci¨®n de estado de emergencia clim¨¢tica, y anuncio de un pr¨¦stamo de 350 millones de euros para una hoja de ruta verde, con nuevas l¨ªneas de tranv¨ªa, y asistencia para la renovaci¨®n t¨¦rmica de viviendas. Su victoria refuerza una tendencia constatada en las elecciones del a?o pasado al Parlamento de la UE: el crecimiento de los partidos verdes en un escenario de fragmentaci¨®n y polarizaci¨®n, captando votos perdidos por los partidos socialistas.
De cariz diametralmente opuesto son los sucesivos conflictos internacionales, el ¨²ltimo en el Mediterr¨¢neo Oriental, con pa¨ªses batallando por el reparto de combustibles f¨®siles, empujados exclusivamente por una ciega voluntad econ¨®mica que pone de manifiesto la paradoja del progreso: tenemos m¨¢s conocimiento y evidencia que nunca sobre el deterioro medioambiental, m¨¢s medios y tecnolog¨ªas capaces de proporcionar alternativas; no obstante, se impone un pragmatismo suicida, el de la din¨¢mica de los intereses petroleros que tal alto precio hizo pagar en el siglo XX.
¡°Es imposible exagerar lo claro que son los datos¡±, apunta Hope Jahren en El af¨¢n sin l¨ªmite (Paid¨®s), donde desgrana los s¨ªntomas de una Tierra enferma, como ¡°un ¨¢rbol de la vida que ha perdido varias ramas¡±. A pesar de lo cual, las emisiones de di¨®xido de carbono siguen aumentando. Nos escandaliza Donald Trump al anunciar que Estados Unidos no cumplir¨¢ el Acuerdo de Par¨ªs, mientras nos autosatisface ser part¨ªcipes de la ¡°fingida legalidad de protocolos destinados al fracaso¡±. ?A qui¨¦n estamos enga?ando? Si a?adimos el avance imparable por la senda del beneficio econ¨®mico, un equ¨ªvoco sentido del bienestar sustentado en una t¨®xica cultura del consumo, la conclusi¨®n es pesarosa.
A¨²n existen razones para la esperanza. El nihilismo es la trampa de los perezosos. Y no basta con esperar a que las nuevas tecnolog¨ªas resuelvan el problema. Ni al 2060, como China. Cada vez hay m¨¢s personas volcadas en la causa medioambiental: cient¨ªficos, activistas, votantes. Aumenta la conciencia de las peque?as decisiones cotidianas. Barseghian ha comenzado con medidas que afectan al d¨ªa a d¨ªa de los ciudadanos de Estrasburgo. Es la suma total de los peque?os gestos individuales la que puede poner en marcha la rueda de la transici¨®n hacia un modelo de vida sostenible. Necesitamos ideas ut¨®picas capaces de inspirar transformaciones radicales, para superar una situaci¨®n insostenible, y el cambio clim¨¢tico lo es. Resignarse es hundirse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.