Frenar la degradaci¨®n
Urge parar el deterioro institucional y pol¨ªtico que amenaza a Espa?a
Espa?a atraviesa una de las crisis m¨¢s profundas que recuerda. Se ha conocido esta semana que sufrir¨¢ la mayor contracci¨®n econ¨®mica de entre los pa¨ªses desarrollados ¡ªas¨ª como el m¨¢s abultado aumento de deuda de su historia¡ª. El viernes acab¨® con la cifra r¨¦cord de 15.000 nuevos infectados por covid. Y la pelea ¡ªotra m¨¢s¡ª a cuenta de la renovaci¨®n del Consejo General del Poder Judicial puso de relieve la falta de comprensi¨®n que muchos dirigentes pol¨ªticos tienen de la democracia, de sus mecanismos y de las condiciones que la hacen posible. La triple emergencia, econ¨®mica, sanitaria y social, amenaza con sumir al pa¨ªs en una espiral de desgarro institucional sin precedentes en democracia, mientras la ciudadan¨ªa asiste, entre at¨®nita e indignada, a este cortoplacismo irresponsable. De no mediar remedio, esta degradaci¨®n podr¨ªa revertir de forma s¨²bita d¨¦cadas de progreso.
Espa?a se sit¨²a entre los pa¨ªses m¨¢s golpeados por el virus en Europa. La deficiente gesti¨®n de la pandemia es pues un hecho. La tard¨ªa y err¨¢tica reacci¨®n de las autoridades en esta segunda ola ha expuesto un conjunto de disfuncionalidades administrativas y pol¨ªticas sobre las que resulta necesario reflexionar con severidad. Como efecto de la emergencia sanitaria, los datos econ¨®micos configuran una situaci¨®n l¨ªmite. Seg¨²n el FMI, Espa?a es, de entre las econom¨ªas avanzadas, quien encara la peor contracci¨®n econ¨®mica en 2020, con una previsi¨®n de retroceso del PIB del 12,8% al final del ejercicio. Acumular¨¢, adem¨¢s, un aumento de la deuda de 23 puntos del PIB respecto a 2019, la mayor alza de su historia.
Este desolado panorama ¡ªque tiene su correlato en la sanidad y la educaci¨®n¡ª, as¨ª como la impotencia que suscita, trae causa del comportamiento irresponsable de las principales fuerzas pol¨ªticas, incapaces de entenderse entre s¨ª e incapaces tambi¨¦n de asumir que la gesti¨®n de la pandemia debe quedar al margen del debate pol¨ªtico. En una crisis como la actual, la preservaci¨®n de la salud ha de primar frente a la confrontaci¨®n partidista y la obsesi¨®n por arrancarle al rival unos puntos en las encuestas. Una actitud, por lo dem¨¢s, que no puede m¨¢s que provocar desconcierto en una parte consistente de la sociedad.
Responsables de ello hay muchos, pero conviene ser precisos en la atribuci¨®n de responsabilidades. Este diario considera especialmente reprobable la actitud del Partido Popular, cuyo ¨²nico objetivo conocido parece ser derribar el Gobierno. Su ret¨®rica t¨®xica y su rechazo frontal a todo tipo de cooperaci¨®n, desde la renovaci¨®n de ¨®rganos constitucionales hasta la negociaci¨®n del Presupuesto resulta desacertado e injustificable. Menci¨®n especial amerita el Gobierno de la Comunidad de Madrid, que no solo ha gestionado de forma p¨¦sima la pandemia, sino que adem¨¢s se enroca en una obstrucci¨®n partidista, ciega e irresponsable a unas medidas que, como se est¨¢ viendo estos d¨ªas en el resto de Europa, resultan imprescindibles para frenar la expansi¨®n del virus.
El Gobierno de coalici¨®n entre PSOE y Unidas Podemos, por su parte, no puede eludir la responsabilidad por los p¨¦simos datos sanitarios y econ¨®micos del conjunto de Espa?a. El ¨¦nfasis, correcto, en la protecci¨®n social a los m¨¢s desfavorecidos no oculta su deficiente coordinaci¨®n del esfuerzo sanitario. Tampoco el oscurantismo y la lentitud con los que avanzan los planes econ¨®micos que habr¨¢n de sacar al pa¨ªs de la crisis en los pr¨®ximos a?os. Y para forzar el desbloqueo de las instituciones no se pueden impulsar normas que acaben debilitando la arquitectura institucional.
Mucho de ello ¡ªincluyendo el pol¨¦mico manejo de la agenda del Rey¡ª trae cuenta de la debilidad parlamentaria del Gobierno, obligado a casar empe?os contrapuestos, y aun contrarios al inter¨¦s del Estado, a fin de obtener no ya los votos para los Presupuestos, sino incluso su mera supervivencia. Agrava las cosas que su socio, Unidas Podemos, sea incapaz de entender que en una democracia liberal resulta incompatible participar del Gobierno al tiempo que, d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n, descalifica a los jueces, socava las instituciones o ataca al jefe del Estado.
Con la grave crisis sanitaria y econ¨®mica que afronta, Espa?a no puede permitirse a?adir otra de car¨¢cter institucional. Tampoco el actual clima de polarizaci¨®n. La animosidad e ineficacia del debate pol¨ªtico empiezan a generar niveles alarmantes de desconfianza y desafecci¨®n entre los ciudadanos. Sentimientos ambos con el peligroso potencial de alimentar actitudes antipol¨ªticas, fomentar el auge de propuestas populistas y abonar ramalazos autoritarios. Urge revertir esta senda. Urge bajar el tono. Urge frenar el achique y la degradaci¨®n de espacios pol¨ªticos en los que resultan posibles acuerdos transversales. Espa?a no es un Estado fallido. La sociedad espa?ola ha demostrado en otras ocasiones dif¨ªciles una extraordinaria capacidad constructiva. Es hora de volver a demostrarlo.
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