An¨¢lisis y s¨ªntesis
El progreso del conocimiento se basa en una receta enga?osamente simple
Si planteamiento, nudo y desenlace es el lema de la narraci¨®n cl¨¢sica, an¨¢lisis y s¨ªntesis es el del pensamiento cient¨ªfico. Fue el mism¨ªsimo Newton quien formaliz¨® esa receta, aunque inspir¨¢ndose en unos cuantos radicales antisistema de la generaci¨®n anterior, como Cop¨¦rnico, Galileo y Kepler. ¡°La revoluci¨®n cient¨ªfica fue una revoluci¨®n de la ambici¨®n y, en un sentido profundo, del gusto¡±, escribe Frank Wilczek, un ni?o jud¨ªo criado en la escuela p¨²blica de Brooklyn que acab¨® ganando el Premio Nobel por sus asombrosas percepciones sobre la naturaleza m¨¢s profunda del mundo f¨ªsico. S¨ª, ese mundo en el que vivimos todos salvo los fan¨¢ticos, los ignorantes y los corredores de Bolsa.
El pensamiento anterior a la revoluci¨®n cient¨ªfica estaba lastrado por las man¨ªas de Plat¨®n, que antes hubiera negado una evidencia contraria que admitido un error en su teor¨ªa, y de Arist¨®teles, que elaboraba unas doctrinas tremebundas sin haber examinado los problemas de cerca. Guiarnos por nuestros prejuicios est¨¢ en la condici¨®n humana, pero hoy sabemos que constituye una forma p¨¦sima de pensar. Conduce a errores interminables y, en casos extremos, puede llegar a retrasar el progreso del conocimiento durante un milenio, como ocurri¨® con la doctrina aristot¨¦lica de que las piedras grandes caen m¨¢s deprisa que las peque?as. Hizo falta un Galileo para desmontar ese bulo milenario. Ojal¨¢ tuvi¨¦ramos ahora un mill¨®n de Galileos, ante tanta proliferaci¨®n de Arist¨®teles.
El nuevo pensador, entendiendo por nuevo al posterior a la revoluci¨®n cient¨ªfica, tiene una forma radicalmente distinta de conocer la realidad. La ciencia no es disc¨ªpula del genio, sino esclava del mundo. Un solo dato bien tomado, una sola observaci¨®n bien hecha, pueden dinamitar los cimientos de la joya intelectual m¨¢s bella y perfecta. Esto ha ocurrido muchas veces en la no muy larga historia de la ciencia. El caso m¨¢s interesante sigue siendo el destronamiento de Newton por Einstein.
Newton formul¨® la gravedad como una fuerza instant¨¢nea entre objetos, y Einstein percibi¨® siendo muy joven que las fuerzas instant¨¢neas no existen, pues nada puede viajar m¨¢s deprisa que la luz. Tras 10 a?os de tortura intelectual, el f¨ªsico jud¨ªo descubri¨® que la gravedad es una deformaci¨®n del espacio y el tiempo que viaja justo a la velocidad de la luz. Pero la teor¨ªa de Newton sigue viva dentro de las ecuaciones de Einstein como un caso particular, cuando no hay velocidades extremas ni agujeros negros por la zona, y es la que siguen usando las agencias espaciales para mandar cohetes al espacio. Las buenas teor¨ªas no acaban arrojadas a la papelera, sino engullidas por otras mejores a¨²n, otras que no solo resuelven las paradojas de la anterior, sino que penetran m¨¢s en la realidad profunda, mejoran nuestro entendimiento y abren un nuevo continente de caminos futuros no ya inexplorados, sino nunca imaginados por nuestros pobres sesos. As¨ª progresa el conocimiento.
Y el truco es bien simple, por mentira que parezca. An¨¢lisis y s¨ªntesis, la receta de Newton, la misma que acabar¨ªa derroc¨¢ndole a ¨¦l mismo. Los mejores cient¨ªficos se encuentran entre las mentes m¨¢s creativas del mundo, pero ese arte no basta. La realidad es el ¨²nico dictador, y quien no tenga eso grabado a fuego en su cerebro no puede dedicarse a investigar nada, ni los agujeros negros ni las pandemias ni las corrientes sociales.
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