Biden y Am¨¦rica Latina
El dem¨®crata llega a la Casa Blanca con un bagaje informativo sobre la regi¨®n muy superior al de cualquiera de sus 45 antecesores
El planeta Joe Biden est¨¢ plagado de inc¨®gnitas. Encontrar un plan definido sobre el v¨ªnculo con Am¨¦rica Latina es una ilusi¨®n. Sin embargo, en medio de la bruma se pueden descifrar algunas certezas.
Cuando se abre la p¨¢gina web que acaba de inaugurar Biden como presidente electo, aparecen sus cuatro prioridades: Covid-19; recuperaci¨®n econ¨®mica; igualdad racial; cambio clim¨¢tico. La estrategia para reanimar la econom¨ªa tendr¨¢ proyecciones globales. Biden tiene un l¨ªmite: si, al final del recuento, se mantiene la mayor¨ªa republicana del Senado, que resiste un aumento del gasto y la consiguiente presi¨®n impositiva. Los analistas suponen que, por esa raz¨®n, el crecimiento material seguir¨¢ dependiendo de la baja tasa de inter¨¦s. Significa un d¨®lar d¨¦bil. Y, por lo tanto, estabilidad o aumento en los precios de las commodities.
Si este fuera el entorno general, los pa¨ªses latinoamericanos deber¨ªan esperar un ciclo m¨¢s o menos aceptable. Ellos dependen much¨ªsimo del costo del dinero, determinado por la Reserva Federal, y del precio de las materias primas.
M¨¢s all¨¢ de estas condiciones globales, hay un dato destacado: Biden llega a la Casa Blanca con un bagaje informativo sobre la regi¨®n muy superior al de cualquiera de sus 45 antecesores. ?l se ha interesado por las relaciones internacionales durante toda su carrera. Un instituto especializado de la Universidad de Pensilvania lleva su nombre: el Penn Biden Center for Diplomacy & Global Engagement. En este contexto se inscribe el inter¨¦s de Biden por la regi¨®n. Como vicepresidente de Barack Obama, ¨¦l fue el responsable m¨¢s jerarquizado de mantener la relaci¨®n con los Gobiernos latinoamericanos. En esa calidad, realiz¨® 13 viajes a la regi¨®n. Intervino en un comit¨¦ creado entre los Estados Unidos y M¨¦xico para tratar cuestiones de comercio y migraci¨®n. Y dise?¨® un programa de ayuda a Centro Am¨¦rica que ¨¦l mismo defendi¨® ante el Congreso y que ahora pretende agigantar.
La identidad del secretario de Estado de Biden todav¨ªa es un misterio. Se menciona a Susan Rice, clave en los a?os de Obama como representante ante las Naciones Unidas. Rice tiene una dificultad: debe conseguir que los senadores republicanos olviden aquel error de haber confundido el sangriento atentado al consulado de Bengasi, en Libia, con una protesta espont¨¢nea contra la pel¨ªcula La inocencia de los musulmanes, que satirizaba a Mahoma. El otro aspirante al cargo es William Burns, quien asisti¨® a Hillary Clinton y John Kerry como vicecanciller.
El equipo de Biden para Am¨¦rica Latina est¨¢ m¨¢s definido. Hay un tr¨ªo principal. Dan Erikson, que fue asesor principal del nuevo presidente entre 2015 y 2017 y ahora trabaja en el Penn Biden Center. Juan Gonz¨¢lez, que fue antecesor de Erikson en el mismo cargo. Y Julissa Reynoso, una de las colaboradoras predilectas de Hillary en el Departamento de Estado antes de ser designada embajadora en Uruguay. No se sabe todav¨ªa con qu¨¦ funciones, pero estos tres expertos est¨¢n destinados a operar la nueva diplomacia continental de Washington.
Si se observan aquellas 4 prioridades, hay dos que tambi¨¦n tendr¨¢n una modulaci¨®n regional: Covid y cambio clim¨¢tico. El enfoque dem¨®crata sobre la pandemia, que marc¨® la campa?a electoral, comprometer¨¢ a la nueva Administraci¨®n con el est¨ªmulo a campa?as de vacunaci¨®n, cuando eso sea posible.
Las pol¨ªticas sobre medio ambiente producir¨¢n tensiones con Brasil. Jair Bolsonaro ha demorado mucho la felicitaci¨®n al vencedor de Donald Trump. Como registran las redes sociales, para sus seguidores m¨¢s fervientes la de Trump fue una desgracia propia. Bolsonaro tuvo hasta ahora un idilio ideol¨®gico y tambi¨¦n militar con los Estados Unidos: pocas veces un Gobierno brasile?o estuvo tan alineado con el Pent¨¢gono. Un detalle que alarm¨® siempre a Nicol¨¢s Maduro, el vecino venezolano. Otra de las afinidades de Bolsonaro con Trump fue la resistencia a aceptar los est¨¢ndares multilaterales sobre medio ambiente. Por ejemplo, el Acuerdo de Par¨ªs. El giro de Washington en esta materia ya fue advertido desde Brasilia: Bolsonaro adelant¨® que luchar¨¢ por la ¡°soberan¨ªa clim¨¢tica¡± de su pa¨ªs.
Con las inquietudes ambientales de Biden regresar¨¢ el impulso que imprimi¨® Barack Obama a las energ¨ªas renovables. La generaci¨®n e¨®lica y solar obliga a la utilizaci¨®n de acumuladores que se alimentan con litio. Esa opci¨®n tiene un impacto indirecto sobre Per¨², Bolivia y la Argentina, que poseen valios¨ªsimos yacimientos de ese metal blando.
En sus pronunciamientos sobre Am¨¦rica Latina, en especial el que public¨® en marzo pasado en Foreign Affairs bajo el t¨ªtulo ¡°Why America Must Lead Again¡± [Por qu¨¦ Estados Unidos debe liderar nuevamente, en ingl¨¦s], Biden recuper¨® una preocupaci¨®n que para Trump fue por completo tangencial: la lucha contra la corrupci¨®n. Esa prioridad implica el combate a las mafias mediante el fortalecimiento de la justicia y la seguridad en toda la regi¨®n. Se supone que los estadounidenses son beneficiarios indirectos de ese esfuerzo, sobre todo si se consigue disminuir el narcotr¨¢fico.
En la campa?a de Biden apareci¨® una curiosidad: casi no habl¨® sobre Cuba. En su plataforma sobre relaciones exteriores no aparece la palabra. Tiene l¨®gica: Florida era una colina decisiva en la batalla contra Trump. No le fue bien. Repiti¨® el porcentaje de Hillary Clinton cuatro a?os atr¨¢s: 47,8. Pero Trump pas¨® de 49% a 51,2%.
Esa derrota desaf¨ªa la tesis principal de los asesores de Biden: la pol¨ªtica hacia Cuba no puede depender de la b¨²squeda del voto en Florida. El descongelamiento de la relaci¨®n con el r¨¦gimen castrista, que incluy¨® la reapertura de la embajada en La Habana, fue la jugada principal de Obama para la regi¨®n. En Cuba se celebraron, con la bendici¨®n de Washington, las negociaciones de paz entre el Gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y las FARC.
Cuba es, adem¨¢s, crucial en el manejo de la interminable cat¨¢strofe venezolana. El enfoque de Biden sobre la dictadura de Maduro cobija demasiados interrogantes. Est¨¢ bastante claro que desistir¨¢ del bloqueo econ¨®mico. No lo est¨¢ tanto que se mantenga el v¨ªnculo con Juan Guaid¨® como hizo hasta ahora el Gobierno de Trump. Guaid¨® es reconocido como el presidente encargado de Venezuela por buena parte de la comunidad internacional. Biden podr¨ªa enfrentar a la tiran¨ªa de Caracas con una perspectiva m¨¢s cercana a la de Europa y el Grupo de Contacto: en vez de esperar que los militares lo abandonen, negociar con Maduro una salida electoral con procedimientos transparentes. El socio para esa hoja de ruta en la oposici¨®n venezolana es Henrique Capriles.
Si el modelo que se adopt¨® en las tratativas con las FARC sigue vigente, cabe una pregunta: ?se puede lograr ese objetivo sin alguna transacci¨®n sobre las condenas judiciales que esperan a Maduro y sus secuaces apenas abandonen el poder? Para este ajedrez no habr¨ªa que menospreciar un detalle: Biden es cat¨®lico. El Papa Bergoglio jug¨® un papel important¨ªsimo en el restablecimiento de relaciones con Cuba y en los acuerdos con las FARC.
A medida que pasen las semanas se sabr¨¢ en qu¨¦ medida los dem¨®cratas retomar¨¢n la agenda regional de su ¨²ltima Administraci¨®n. El nuevo presidente fue un protagonista principal de esa pol¨ªtica. Por eso no ser¨ªa correcto decir que Biden vuelve a Obama. Biden vuelve a Biden.
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