La pandemia: una guerra en la Red
La capacidad de automatizaci¨®n de los datos de millones de usuarios en una situaci¨®n de crisis como la actual da informaci¨®n estructural del comportamiento humano en tiempos asemejados a los de un conflicto mundial
La pandemia ha provocado un uso masivo de la tecnolog¨ªa. El salto que se preve¨ªa en poco m¨¢s de una d¨¦cada ha provocado que los confinamientos masivos de la poblaci¨®n y la distancia social hayan encontrado en la tecnolog¨ªa el punto de encuentro necesario para que los individuos se desarrollen en sociedad. Un proceso de socializaci¨®n familiar, afectiva y de su propio ecosistema estructural que sucede en una situaci¨®n de crisis: la pandemia. Un entorno psicosocial extremo que determina en el desarrollo de la personalidad algunos aspectos de extraordinario inter¨¦s para la investigaci¨®n y la construcci¨®n psicogr¨¢fica de los perfiles digitales de los usuarios en el planeta.
Si en el proceso electoral norteamericano de 2016 habl¨¢bamos de alrededor de cinco mil datos por perfil, hoy posiblemente estemos analizando rangos pr¨®ximos a los diez mil. Un perfil por cada uno de nosotros que determina con exactitud no tan solo nuestros h¨¢bitos mercantiles o comerciales, sino la capacidad de anticipar la predicci¨®n en el tiempo de nuestros deseos.
La investigaci¨®n que se desarroll¨® tras el esc¨¢ndalo de Cambridge Analytica en Facebook, dej¨® en evidencia algunos usos del capitalismo digital, traspasando cualquier l¨ªnea roja en la intervenci¨®n directa de los procesos democr¨¢ticos en el mundo que a¨²n hoy seguimos analizando.
Hace tan solo diez a?os que Facebook anunci¨® Platform y permiti¨® a los desarrolladores conectar sus aplicaciones a su red social. Pasaron cuatro a?os hasta que decidieron cerrar la funci¨®n de friends permissions, quiz¨¢s demasiado tarde. Algunas empresas ya hab¨ªan compartido datos de m¨¢s de 240 millones de personas y hab¨ªan abierto una nueva ventana de mercado basada en la miner¨ªa de datos y el big data irreversible.
Hoy, conceptos como el capitalismo de la vigilancia o la econom¨ªa de la atenci¨®n de m¨¢s de 4.000 millones de personas en el planeta definen nuevos espacios de crecimiento anticip¨¢ndose a las viejas econom¨ªas de flujo de transacciones financieras globales. Los mercados de futuro est¨¢n dise?ados en la base predictiva de los deseos humanos futuros.
Todo lo que se hace en Internet se mide, se rastrea y se graba. Cada mirada, cu¨¢ntos segundos, a qu¨¦ perfiles qu¨¦ amigos, qu¨¦ compa?eros de trabajo, qu¨¦ vecinos, ?alg¨²n antiguo compa?ero de colegio, quiz¨¢s? Y lo m¨¢s importante: ?d¨®nde est¨¢s?, ?qu¨¦ datos atmosf¨¦ricos existen en tu entorno?, ?te sientes mejor si sale el sol o est¨¢s m¨¢s relajado si llueve? ?C¨®mo est¨¢s hoy? ?Triste? ?Alegre? ?Qu¨¦ informaciones y de qui¨¦n, te motivan a contestar? ?Existe alguna idea que te refuerza en tu pensamiento? ?C¨®mo observas la realidad que te rodea? ?Las personas que te rodean en la red piensan igual que t¨²? ?C¨®mo reaccionas frente a informaciones diferentes? ?Tienen tu misma ideolog¨ªa? ?Est¨¢s dispuesto a escuchar a quien opina o piensa diferente a ti?
Nunca obtendr¨¢s toda la informaci¨®n disponible, solo la que te filtran seg¨²n tus propios gustos y usos. Este es el efecto de los filtros de distribuci¨®n de informaci¨®n en cada b¨²squeda que realizas en casi todos los buscadores en Internet dise?ados inicialmente para optimizar tu b¨²squeda. Junto a las c¨¢maras de eco que se generan en las redes sociales en el ideal de acercar entornos que retroalimenten tus gustos o deseos, est¨¢n aniquilando cualquier posibilidad de conocer una realidad m¨¢s amplia.
Todo lo que se hace en Internet se mide, se rastrea y se graba. Cada mirada, cu¨¢ntos segundos, a qu¨¦ perfiles qu¨¦ amigos, qu¨¦ compa?eros de trabajo, qu¨¦ vecinos, Y lo m¨¢s importante: ?d¨®nde est¨¢s?, ?qu¨¦ datos atmosf¨¦ricos existen en tu entorno?, ?c¨®mo est¨¢s hoy?
Incluso en el cada vez m¨¢s reducido mundo de la acci¨®n pol¨ªtica, constre?ido al ¨¢mbito de los Estados-naci¨®n, sufre en sus democracias el ocaso de la construcci¨®n de la opini¨®n p¨²blica basada en los medios de comunicaci¨®n tradicionales, poniendo en riego un derecho fundamental para poder decidir, para poder votar: la informaci¨®n veraz y objetiva.
Hoy, aquellos viejos medios de comunicaci¨®n tradicionales est¨¢n siendo sustituidos por estructuras digitales de informaci¨®n, redes de mensajes encriptados punto a punto, opacos, donde la ignorancia colectiva basada en las noticias falsas y la incapacidad de los usuarios para conocer la realidad se convierte en un arma de manipulaci¨®n masiva sometida al albur de aut¨¦nticas maquinarias de desinformaci¨®n, un campo de cultivo para edificar el discurso del odio.
El populismo manipulador de la creciente ignorancia, la tensi¨®n, la crispaci¨®n, la polarizaci¨®n que se est¨¢ desarrollando en sociedades democr¨¢ticas en crisis, es fruto de muchos factores. La forma de informarse, impermeable en sus c¨¢maras de retroalimentaci¨®n de eco, la forma de formarse, de educarse desde la infancia en la Red. La forma de acceder a una realidad que es mucho m¨¢s compleja que un simple tuit, un pulso alto de cinco voltios ¡°1¡±, ¡°s¨ª¡±, o la ausencia de este, un pulso bajo ¡°0¡±, ¡°no¡±; de repente ¡°el todo¡± es binario.
La inteligencia artificial est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s al servicio de los sistemas financieros algor¨ªtmicos dise?ados para anticipar ¨®rdenes de compra, fondos de inversi¨®n volcados en aportar millones de d¨®lares a los ingenieros de datos para que les ayuden a monitorizar los mercados y anticipar los deseos de millones de personas en cualquier lugar del mundo.
Importantes laboratorios de tecnolog¨ªa persuasiva, como el de la Universidad de Stanford, trabajan desde hace a?os en conocer c¨®mo usar lo que sabemos sobre psicolog¨ªa, sobre lo que convence a la gente, para convertirlo en tecnolog¨ªa.
?Qu¨¦ gesto es m¨¢s propio, deslizar tu propio dedo por una pantalla o utilizar un fr¨ªo puntero? ?Qu¨¦ significa deslizar el dedo hacia abajo? ?se actualiza la informaci¨®n? ?Arriba siempre hay algo nuevo? ?Has pensado que ese es exactamente el mismo movimiento inconsciente que utilizan las m¨¢quinas tragaperras? En psicolog¨ªa se llama refuerzo intermitente positivo. Instalarte un h¨¢bito sin ser consciente de ello. Ning¨²n dise?o es casual, todo est¨¢ perfectamente estudiado.
Un amigo te ha etiquetado en una foto, ?c¨®mo no lo vas a mirar?, ?c¨®mo no vas a comentarlo? El trabajo de los ingenieros growth hacking, disciplina que se dedica en las redes sociales a conocer el comportamiento de los usuarios para buscar m¨¢s crecimiento de interacciones, m¨¢s tr¨¢fico, m¨¢s flujo de datos y especialmente usuarios nuevos; ha sido espectacular en estos ¨²ltimos tiempos. El objetivo es influir en el comportamiento y las emociones del mundo real sin que el usuario se d¨¦ cuenta.
Motores de inteligencia artificial que generan ingenier¨ªa inversa para descubrir que es exactamente lo que nos hace reaccionar. Esa ingenier¨ªa se desarrolla en todas las redes sociales, Facebook, Instagram, Twitter y TikTok. ?Te imaginas que una sola compa?¨ªa conociera tus ideas, tus sentimientos, tus estados de ¨¢nimo, tus amigos, tu familia, o que incluso conociera tus mensajes privados, o donde est¨¢s en cada momento?
El consejero delegado de Facebook, Mark Zuckerberg, hace poco m¨¢s de un a?o anunci¨® que estaban estudiando integrar los tres servicios de mensajer¨ªa principales de la empresa, Facebook, Instagram y WhatsApp, en una misma estructura unificada, si bien Facebook, Instagram y WhatsApp mantendr¨ªa su uso como aplicaciones independientes. No todos los usuarios conocen que esas tres aplicaciones son del mismo emporio empresarial.
?Puedes imaginar tener el poder de cambiar ligeramente lo que pueden pensar 4.000 millones de personas en el mundo? Imagina m¨¢s a¨²n, ?puedes imaginar la posibilidad de conocer los deseos de esos miles de millones de personas, con semanas, con meses de antelaci¨®n?, ?quieres segmentarlos por edad, sexo, pa¨ªs, regi¨®n, ciudad o por su posici¨®n geogr¨¢fica hoy o incluso predecir donde estar¨¢ dentro de una semana, en cualquier lugar del mundo?
La capacidad de automatizaci¨®n de los datos de millones de usuarios en una situaci¨®n de crisis como la actual est¨¢ generando no tan solo la posibilidad de conocer los sectores b¨¢sicos de producci¨®n y de consumo de nuestras econom¨ªas en modo supervivencia, est¨¢ proporcionando informaci¨®n estructural del comportamiento de millones de personas en tiempos asemejados a los de una guerra mundial.
Abrazos digitales, sentimientos en red, negocios en l¨ªnea, im¨¢genes y microvideos que mostraban acciones solidarias, esfuerzos heroicos, aplausos sin l¨ªmite cada tarde, daban una visi¨®n general de una sociedad que necesitaba aliento, fuerza y ¨¢nimos para superar el confinamiento, datos, datos y datos para superar la batalla.
Al principio, en Silicon Valley se hac¨ªan dise?os de microprocesadores, hardware, posteriormente programas que se vend¨ªan a los clientes, software, hoy el producto eres t¨². Hoy todo ha cambiado, se invierten millones de d¨®lares en desarrollar programas gratuitos. Miles de programas, atractivas aplicaciones para tu m¨®vil que se ofrecen gratuitamente para dar servicios ¨²tiles en nuestras vidas y educen todos los datos posibles para analizarnos. Recuerda, si no te cobran por un producto, el producto eres t¨².
En este nuevo paradigma econ¨®mico el producto es tu atenci¨®n. Millones de algoritmos, ejecutados por millones de supercomputadores para conocerte, cambiar lo que haces, lo que piensas, lo que eres. Quiz¨¢s en un futuro no muy lejano ser¨ªa importante legislar a nivel global sobre la propiedad de nuestros datos. ?pero qu¨¦ estructuras pol¨ªticas, legislativas, ejecutivas o judiciales disponemos a nivel global?
Cuando el Consejo de Europa me encarg¨® elaborar un informe sobre los efectos de la desinformaci¨®n y la protecci¨®n de los derechos humanos en la red de redes, quiz¨¢s ya era tarde.
Hoy, meses despu¨¦s, a pesar de nuestras recomendaciones, en un mundo azotado por la pandemia, el futuro de nuestras democracias, nuestras econom¨ªas y quien sabe si la sociedad del conocimiento de pr¨®ximas generaciones est¨¢ siendo teledirigida solo para caminar hacia una ¡°determinada¡± realidad algor¨ªtmica.
Construir nuestra historia en libertad pensando en el futuro, so?ar con la justicia social m¨¢s all¨¢ del mercado cuando solo se nos permite observar por la cerradura de una puerta para conocer la realidad. Todo un reto apasionante, o quiz¨¢s una misi¨®n imposible pensando en el futuro de la humanidad desde el tr¨¢gico mirador de este a?o 2020. La soluci¨®n quiz¨¢s, como dir¨ªa Bonaparte, est¨¦ en borrar la palabra ¡°imposible¡± de nuestro vocabulario.
Jos¨¦ Cepeda es profesor de la Universidad Carlos III de Madrid. Ha sido el autor del informe europeo ¡°Social media: social threads or threats to human rights?¡±, en la actualidad es senador y portavoz adjunto del PSOE en la Asamblea de Madrid.
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