Progreso digital
El auge del comercio electr¨®nico se?ala oportunidades y riesgos de una nueva era
Una de las pocas consecuencias favorables que est¨¢ teniendo el confinamiento pand¨¦mico es la extensi¨®n de la digitalizaci¨®n, el afianzamiento de su car¨¢cter multiprop¨®sito, transversal. Las posibilidades de comunicaci¨®n, las asociadas al trabajo remoto y las de comercio electr¨®nico son las que est¨¢n registrando una mayor expansi¨®n. Aun cuando se aten¨²en las ahora obligadas limitaciones a la movilidad f¨ªsica y a la socializaci¨®n, el amplio uso de esas tecnolog¨ªas ser¨¢ dif¨ªcilmente reversible. Han demostrado mejoras de bienestar, ahorros de costes de diversa naturaleza y ganancias de eficiencia para muchas empresas.
Es el caso del comercio electr¨®nico, sus ventas representaron un 15% del total en 2019, y despu¨¦s del estallido de la pandemia han superado el 20%. La evidencia tambi¨¦n se?ala que la extensi¨®n de ese tipo de comercio, al fomentar la competencia, contribuye al mantenimiento de los precios. Las ventajas para los consumidores tambi¨¦n se extienden a aquellas peque?as empresas que apuestan por ese canal de comercializaci¨®n.
La innovaci¨®n digital est¨¢ permitiendo igualmente mejoras significativas en la medicina, la educaci¨®n o el funcionamiento de las ciudades. Para que esas indudables ventajas de los avances digitales se manifiesten en toda su extensi¨®n es necesario eliminar algunas de sus implicaciones adversas. La asociada al elevado grado de concentraci¨®n de la oferta de bienes y servicios de tecnolog¨ªas es una de ellas, con los riesgos de abuso de posici¨®n dominante. Adem¨¢s, algunas de las grandes multinacionales estadounidenses mantienen estrategias de localizaci¨®n contable que les permiten eludir gran parte de sus obligaciones fiscales. Por otra parte, tambi¨¦n inquieta la cuesti¨®n del uso de los datos personales, la explotaci¨®n de la observaci¨®n de los comportamientos de los consumidores. La invasi¨®n de los derechos individuales, de la intimidad, est¨¢ propiciando una creciente atenci¨®n de algunos gobiernos, entre ellos el espa?ol, que ha difundido recientemente la elaboraci¨®n de una ¡°carta de derechos digitales¡±, que merece ser objeto de consideraci¨®n.
Junto a ello, las autoridades han de procurar que, en un pa¨ªs como el nuestro, sigan fortaleci¨¦ndose las infraestructuras digitales en las zonas rurales y, m¨¢s a¨²n, la alfabetizaci¨®n digital, especialmente de las personas que por razones de edad o de otra ¨ªndole demuestran mayores dificultades de acceso a esas tecnolog¨ªas. Esto es particularmente importante en los servicios financieros, dada la creciente desaparici¨®n de las oficinas bancarias tradicionales. No menor deber¨¢ ser la atenci¨®n a la exclusi¨®n laboral, a la extensi¨®n del desempleo tecnol¨®gico, que la automatizaci¨®n actual y su interacci¨®n con la inteligencia artificial har¨¢ m¨¢s dif¨ªcil de compensar con la emergencia de nuevos puestos de trabajo.
Supervisar el juego limpio de las empresas, el respeto de los derechos individuales y la integraci¨®n de la mayor¨ªa, debe ir de la mano con el fomento de la innovaci¨®n digital y su extensi¨®n en la econom¨ªa y la sociedad espa?ola. M¨¢s a¨²n si se quieren aprovechar a fondo las posibilidades de inversi¨®n asociadas al fondo europeo Next Generation EU, cuyos recursos se asignar¨¢n en m¨¢s de una tercera parte para fortalecer dotaciones digitales. Es imprescindible que se eval¨²en con rigor los proyectos a los que se destinar¨¢n: de ello depende en enorme medida la necesaria modernizaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola.
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