Las peligrosas huellas de la socialdemocracia en el Brasil de Bolsonaro
La izquierda se une para hacer frente al partido fundado por Fernando Henrique Cardoso en S?o Paulo
Uno de los principales riesgos de la polarizaci¨®n es precisamente confundir la continuidad con la ruptura. En este momento, en que el Partido de la Social Democracia Brasile?a (PSDB), hoy un partido de derechas, intenta venderse como el ¡°centro¡± que alg¨²n d¨ªa fue, es fundamental recuperar la perspectiva del proceso hist¨®rico. Uno de los enigmas del actual panorama pol¨ªtico brasile?o es que no se haya responsabilizado al PSDB por ser uno de los principales agentes de destrucci¨®n de la democracia. Al embarcar en el discurso anti-Partido de los Trabajadores (PT), el PSDB ha contribuido en gran medida a culparlo de todo el desencanto con la pol¨ªtica y los pol¨ªticos, a la vez que se ha acercado a todo lo que Jair Bolsonaro representa y defiende. El partido ha dejado sus huellas en la corrosi¨®n de la democracia, cuya consecuencia es Jair Bolsonaro. El PSDB no es solo otro partido que ha contribuido a la m¨¢s reciente escalada autoritaria de Brasil. El PSDB est¨¢ en su g¨¦nesis.
En sus primeras fases, el PSDB se gan¨® la fama de no mojarse, de no ser ni chicha ni limonada, ni de izquierdas ni de derechas. Durante muchos a?os fue lo m¨¢s cercano a un partido de centro, aunque m¨¢s a la izquierda que a la derecha, ya que algunos de sus fundadores y principales exponentes, como Fernando Henrique Cardoso y Jos¨¦ Serra, se hab¨ªan exiliado durante la dictadura c¨ªvico-militar (1964-1985). Con el tiempo, ser ¡°tuc¨¢n¡±, como se llama a los del PSDB por el p¨¢jaro que simboliza el partido, lleg¨® a significar no tomar una posici¨®n clara. La expresi¨®n se utilizaba en pol¨ªtica, pero se extendi¨® y se convirti¨® en una jerga que designaba a cualquiera que se quedara en el ¡°s¨ª, pero no¡±.
Los tucanes, en su mayor¨ªa hombres blancos, eran vistos como personas cultas, con licenciaturas y posgrados, de gestos educados y buenos modales, m¨¢s en sinton¨ªa con los salones europeos y su arrogancia indiferente que con el exhibicionismo expl¨ªcito e impulsado por la fortuna familiar de los estadounidenses. Tambi¨¦n se vend¨ªan como modernos, urbanos y de mentalidad aireada, lo que los manten¨ªa alejados del truculento caciquismo de la pol¨ªtica brasile?a, marca de clanes como los Sarney, los Magalh?es y los Barbalho, que prefer¨ªan liderar partidos declaradamente derechistas o meter el bigote en el amplio paraguas del Partido del Movimiento Democr¨¢tico Brasile?o (hoy MDB).
Cu¨¢nto ten¨ªa de verdad esa imagen de sentido com¨²n es algo que puede discutirse, pero lo m¨¢s importante es darse cuenta de que, hoy, esta imagen no se corresponde con la realidad. Aunque todav¨ªa resiste, tal reina de Inglaterra en un rodeo, la figura de Fernando Henrique Cardoso, a quien a veces llaman para dar lustre a la imagen externa del partido, pero que ya tiene poca influencia en la vida cotidiana del PSDB.
El propio Fernando Henrique Cardoso, dos veces presidente de Brasil (1995-2002), todav¨ªa lidia con la persistente sospecha de que en 1997 el partido compr¨® los votos necesarios para aprobar en el Congreso la enmienda constitucional que permitir¨ªa ¡ªcomo ¨¦l permiti¨®¡ª su reelecci¨®n. Los indicios de que se compraron votos eran ¡ªy siguen siendo¡ª muy fuertes, pero diferentes esferas del Poder Judicial y del Legislativo impidieron que siguieran las investigaciones y archivaron las denuncias. Geraldo Brindeiro, entonces fiscal general de la Rep¨²blica, ha pasado a la historia como el ¡°archivador general de la Rep¨²blica¡±. La mancha en la figura de Cardoso permanece hasta hoy y el tema, como esos fantasmas que tienen asuntos pendientes en el mundo de los vivos, vuelve de vez en cuando, como ahora. Los hechos son como cuerpos enterrados en tumbas clandestinas: persisten en emerger, por m¨¢s capas de tierra y silencio que se les eche encima.
La entrega de la banda presidencial de Fernando Henrique Cardoso a Lula, en 2003, fue hermosa. Cardoso estaba visiblemente emocionado al pasarle el testigo al primer presidente de clase obrera de la historia de Brasil, como una continuaci¨®n natural y deseable de su propio Gobierno. Lula fue algo ingrato en este sentido, incapaz de reconocer lo que tuvo de positivo el Gobierno de su predecesor. A pesar de que continu¨® su pol¨ªtica econ¨®mica tal cual, lo que caus¨® estupor a los m¨¢s izquierdistas del Partido de los Trabajadores.
A lo largo de los 13 a?os que estuvo en el Gobierno, el PT se convirti¨® en un partido de centro. Sin embargo, en algunos ¨¢mbitos, como en la pol¨ªtica de imposici¨®n de grandes hidroel¨¦ctricas en la Amazonia y en el creciente acercamiento a la agroindustria, fue francamente conservador: se lleg¨® a poner a la ruralista K¨¢tia Abreu en el Ministerio de Agricultura durante el segundo mandato de Dilma Rousseff y al exdirector de un hospital mental vinculado a la tortura de pacientes en la coordinaci¨®n de la salud mental. Parte de la izquierda del PT dejar¨ªa el partido en los a?os siguientes a la primera investidura de Lula para fundar el PSOL, en 2004, o para fundar su propio partido, como hizo Marina Silva cuando dej¨® el Gobierno y luego el PT, durante el segundo mandato de Lula, por no contemporizar con la pol¨ªtica ambiental y para la Amazonia, cada vez m¨¢s influenciada por el desarrollo depredador de Dilma Rousseff.
No rescato los hechos para escribir un tratado, sino porque es importante volver a examinar el proceso y d¨®nde se sit¨²a cada personaje para comprender lo que hoy est¨¢ en juego. En este momento, el PSDB de Bruno Covas, asustado con la posibilidad de perder la alcald¨ªa de S?o Paulo, esencial para los planes de Jo?o Doria Jr. de presentarse a las elecciones presidenciales de 2022, intenta tachar de ¡°radical¡± a Guilherme Boulos, el candidato del PSOL, el mismo truco que se utiliz¨® contra Lula cuando el entonces sindicalista empezaba en la pol¨ªtica, en los a?os 80. En ese momento, Brasil empezaba a redemocratizarse, despu¨¦s de 21 a?os de dictadura c¨ªvico-militar, per¨ªodo en el que 8.000 ind¨ªgenas y cientos de opositores fueron asesinados por agentes del Estado que nunca rindieron cuentas. Tambi¨¦n es el per¨ªodo en el que se formaron los actuales generales en torno a Bolsonaro.
Rescato aqu¨ª un extracto de mi ¨²ltimo libro, Brasil, construtor de ru¨ªnas: um olhar sobre o pa¨ªs, de Lula a Bolsonaro, para que no me acusen de plagiarme. El nombre del cap¨ªtulo es sugerente: ¡°El tuc¨¢n se ensucia las plumas en las cloacas¡±. Intento mostrar el papel que Jos¨¦ Serra pudo haber desempe?ado en los acontecimientos que comenzaron a perfilar el abismo en el que se encuentra Brasil. Serra, uno de los fundadores del PSDB, fue ministro de Planeamiento y de Sanidad de Fernando Henrique Cardoso, fue tambi¨¦n alcalde y gobernador de S?o Paulo y tambi¨¦n ministro de Relaciones Exteriores del expresidente Michel Temer (2016-2018). Hoy es un senador m¨¢s de la Rep¨²blica, denunciado por corrupci¨®n en la Operaci¨®n Lava Jato.
1) PSDB, Jos¨¦ Serra y el aborto como moneda electoral: el momento en que el todo vale hace su entrada triunfal en las campa?as pol¨ªticas
Hay una fecha que marca el momento en que se cruz¨® un l¨ªmite que nunca podr¨ªa haberse cruzado en la pol¨ªtica brasile?a. Fue un precursor de las rupturas que vendr¨ªan despu¨¦s. Ocurri¨® en la campa?a de 2010. En aquella ocasi¨®n, los caminos del expresidente de la C¨¢mara de los Diputados, Eduardo Cunha, se cruzaron con los de Dilma Rousseff y su oponente Jos¨¦ Serra. El PSDB empezaba el declive que lo llevar¨ªa a los d¨ªas actuales, con la cara de Jo?o Doria Jr.
En las primeras campa?as electorales tras la dictadura c¨ªvico-militar, la mayor¨ªa de los candidatos sol¨ªan evitar el tema del aborto. No lo abordaban para evitar perder votantes, ni lo usaban como moneda electoral para conseguir el apoyo de los m¨¢s conservadores. Si no hab¨ªa valor para abordar la cuesti¨®n desde un debate responsable, tambi¨¦n hab¨ªa pudor para no bajar el nivel haciendo proselitismo con una de las causas de muerte de mujeres j¨®venes en Brasil, la mayor¨ªa negras y pobres. Fernando Collor de Mello ensay¨® romper esa frontera cuando utiliz¨® a la hija de Lula con Miriam Cordeiro para atacar a su principal adversario en 1989. Pero en las siguientes elecciones se mantuvo una especie de acuerdo t¨¢cito.
En 2010, al constatar el potencial electoral de los evang¨¦licos ¡ªespecialmente de los neopentecostales, que siguen creciendo y pueden superar en n¨²mero a los fieles cat¨®licos en las pr¨®ximas d¨¦cadas¡ª, los pol¨ªticos y directores de campa?a se dieron cuenta de que lanzar el aborto en los medios de comunicaci¨®n y en los m¨ªtines podr¨ªa ser conveniente. Tanto para ganar el voto religioso como para derrocar a los oponentes con escr¨²pulos para convertirse en creyentes de ¨²ltima hora. Nadie se empe?¨® m¨¢s que Jos¨¦ Serra en la campa?a electoral en la que ¨¦l y Dilma Rousseff se disputaban la presidencia.
Al final de la primera vuelta, Internet y las calles fueron tomadas por una campa?a an¨®nima, que afirmaba que Dilma Rousseff era una ¡°abortista¡± y ¡°asesina de fetos¡±. Rousseff empez¨® a perder votos entre los evang¨¦licos, y parte de los obispos y curas cat¨®licos instaron a los fieles a no votarla. Circulaban sospechas de que el ataque proceder¨ªa de la campa?a de Serra, pero no se lleg¨® a demostrar la autor¨ªa. Lo que puede afirmarse es que Serra aprovech¨® con creces el ataque que ven¨ªa de las catacumbas y que determin¨® el curso de la campa?a.
Dilma Rousseff, por otro lado, corri¨® a buscar el apoyo de los religiosos y acab¨® escribiendo una carta donde se declaraba ¡°personalmente contra el aborto¡± y se compromet¨ªa, si ganaba las elecciones, a no proponer ninguna medida para cambiar la legislaci¨®n. En el circo electoral, tanto Serra como Rousseff se convirtieron enseguida en devotos tomados por un fervor religioso hasta entonces desconocido para aquellos que segu¨ªan sus trayectorias. Serra pregonaba que ten¨ªa a ¡°Dios en su coraz¨®n¡±. Rousseff agradeci¨® a ¡°Dios por la doble gracia¡± y, usando el lema de los grupos extremistas cat¨®licos, dijo que hac¨ªa ¡°una campa?a, en primer lugar, en defensa de la vida¡±.
La campa?a de 2010 se convirti¨® en el momento m¨¢s bajo desde la redemocratizaci¨®n del pa¨ªs. Eso significa que fue el momento m¨¢s bajo en 21 a?os de elecciones presidenciales. E inaugur¨® el primero de una serie de momentos cada vez m¨¢s bajos, que culmin¨® con el discurso de Jair Bolsonaro en 2018, en el que atac¨® a los negros y a los ind¨ªgenas, a las mujeres y a los homosexuales y transexuales.
Lo que sucedi¨® en 2010 abri¨® las puertas a todas las insensateces y los retrocesos que vinieron a continuaci¨®n, en cuestiones relacionadas con la salud de la mujer y el respeto a la diversidad sexual. Basta recordar, por ejemplo, la suspensi¨®n del kit antihomofobia, que se utilizar¨ªa en las escuelas p¨²blicas para trabajar el respeto a las diferencias y prevenir la violencia contra los homosexuales.
El kit ¡°Escuela sin homofobia¡± fue peyorativamente bautizado como ¡°kit gay¡± por pastores y pol¨ªticos homof¨®bicos ¡ªo simplemente oportunistas¡ª y fue recordado en todas las campa?as electorales que vinieron, incluyendo la que dio la victoria al declaradamente homof¨®bico Jair Bolsonaro en 2018. Tambi¨¦n vale la pena recordar que suspendieron una campa?a de prevenci¨®n de enfermedades de transmisi¨®n sexual en la que una prostituta dec¨ªa que era ¡°feliz¡±. Parece que el hecho de que una mujer sea feliz y sea una prostituta hiri¨® m¨¢s la sensibilidad de los hip¨®critas que la de las personas que enferman o incluso pierden la vida por enfermedades evitables.
La campa?a de 2010 demostr¨® que rebajar el tema del aborto a moneda electoral cumpl¨ªa dos objetivos: 1) hacer que el oponente, liberal en las costumbres ¡ªlo que caracteriza a la izquierda en general y a la derecha genuinamente adepta al liberalismo¡ª, pierda un gran n¨²mero de votos entre los religiosos, especialmente los neopentecostales evang¨¦licos y los cat¨®licos carism¨¢ticos; 2) presionar a los candidatos ¡ªque, si ganaran las elecciones, podr¨ªan hacer avanzar el debate sobre el aborto como el problema de salud p¨²blica que efectivamente es, al igual que otras agendas relacionadas con la sexualidad y la diversidad¡ª para que se comprometan a dejarlo todo como est¨¢ o incluso a retroceder.
La campa?a de 2010 demostr¨®, principalmente, que el aborto y otros de los llamados ¡°temas morales¡± son un instrumento eficaz de negociaci¨®n pol¨ªtica o incluso de chantaje. Desde entonces, hay congresistas que se aferran a esta agenda, hacen declaraciones p¨²blicas y lanzan proyectos de ley marcados por un retroceso que ya no parec¨ªa posible. Muchos de estos oportunistas se han hecho un nombre y han crecido en una guerra moral se?alada por la inmoralidad de las pr¨¢cticas y la deshonestidad de los argumentos de los religiosos de ocasi¨®n.
Al bajarse el nivel en la campa?a de 2010, se rompi¨® una barrera ¨¦tica en el debate p¨²blico de Brasil. Y esta brecha ya no ha parado de agrandarse. No debemos olvidar nunca que esta frontera no la derrib¨® ni la parte m¨¢s materialista del MDB ni los l¨ªderes evang¨¦licos m¨¢s inescrupulosos. Fue Jos¨¦ Serra, un representante del PSDB hist¨®rico, tradicional.
No es un mero detalle. Es un hecho crucial para entender el papel que el PSDB ha jugado en el destino de Brasil. La manera como funciona el MDB la investigan, detallan y conocen m¨¢s tanto los intelectuales que se dedican a ello como el p¨²blico que sigue la pol¨ªtica de Brasilia. En el ¨¢mbito de la Justicia, la Operaci¨®n Lava Jato mostr¨® mucho m¨¢s claramente c¨®mo actuaban el MDB y el PT que el PSDB.
El PSDB ha desempe?ado un papel determinante en la amplia y m¨²ltiple crisis que vive hoy Brasil, y este papel debe clarificarse. No fue casualidad, ni ocurri¨® sin la responsabilidad de los tucanes m¨¢s emplumados, que la cara del PSDB dejara de ser la de Cardoso y pasara a ser la de Doria, con una transici¨®n por la cara de Geraldo Alckmin.
Es tambi¨¦n en 2010 cuando Eduardo Cunha ¡ªpor aquel entonces todav¨ªa un simple diputado evang¨¦lico del MDB, partido aliado del PT¡ª vislumbra una manera de expandir su poder de influencia. Con el aval de Lula, este nebuloso personaje peregrinar¨¢ por los templos evang¨¦licos para afirmar que Dilma Rousseff est¨¢ en contra del aborto. Este nuevo ¡°aliado¡± lidera el contraataque y pide votos para Rousseff en los bastiones del evangelismo neopentecostal. Por pragmatismo electoral, cuando se vio atacada, Rousseff renunci¨® a sus principios. En aquel momento, ni ella ni nadie pod¨ªa saberlo, pero empezaba all¨ª, antes incluso de que Rousseff ganara sus primeras elecciones, su triste marcha hacia el impeachment.
En los a?os siguientes, Eduardo Cunha se convertir¨ªa en el rey del Centr?o, un grupo de diputados vinculados menos a la derecha o a cualquier ideolog¨ªa y mucho m¨¢s a sus intereses personales y privados, que se caracteriza por apoyar a cualquier Gobierno a cambio de cargos y favores. En resumen: entran en el Legislativo con el objetivo de ponerse en venta. Eduardo Cunha tambi¨¦n unir¨ªa las bancadas conservadoras de la C¨¢mara de los Diputados para impedir, en la pr¨¢ctica, el aborto legal. A partir de 2015, ya como presidente de la C¨¢mara, se convirti¨® en el principal actor del impeachment de Dilma Rousseff, tras concluir que el PT no impedir¨ªa que se investigaran sus actos de corrupci¨®n. El impeachment lo motivaron muchas razones y tambi¨¦n pasiones, entre ellas la venganza del villano.
2) El PSDB, A¨¦cio Neves y el prebolsonarismo o pretrumpismo: la asquerosa estrategia de dudar del proceso electoral
La escena de 2010 marca la ca¨ªda ¨¦tica del PSDB y se?ala el punto aparentemente sin retorno en el que el partido se desconecta de su hist¨®rico lado progresista. El impacto en la historia reciente del momento en que los cuerpos de las mujeres se convirtieron en moneda electoral en Brasil se ha minimizado, entre otros motivos porque la mayor¨ªa de los analistas son hombres.
Las estrellas del PSDB se desentendieron al ver a Jos¨¦ Serra ensuci¨¢ndose las plumas ¡ªy las del partido¡ª en las cloacas en 2010. Y se volvieron a desentender cuando otro miembro hist¨®rico del PSDB, A¨¦cio Neves, emprendi¨® el m¨¢s grave ataque a la democracia desde el fin de la dictadura c¨ªvico-militar. Los brasile?os que hoy tuercen el semblante en se?al de indignaci¨®n, al seguir el da?o que Donald Trump ha hecho a la hasta entonces aparentemente s¨®lida democracia de los Estados Unidos, deber¨ªan observar con m¨¢s atenci¨®n lo que ocurre en su propio pa¨ªs.
A¨¦cio Neves, nieto del icono Tancredo Neves, el primer presidente de Brasil tras la redemocratizaci¨®n, aunque muri¨® antes de asumir el cargo, tuvo la irresponsabilidad criminal de dudar del resultado de las elecciones. Sin una sola prueba, abri¨® la puerta a toda la corrosi¨®n de la democracia que vino despu¨¦s. Cuando A¨¦cio Neves perdi¨® las elecciones de 2014 frente a Dilma Rousseff, ¨¦l y su partido cometieron el acto, a la vez oportunista e irresponsable, de cuestionar el proceso electoral sin nada que justificara su sospecha. Brasil, con las urnas electr¨®nicas, tiene uno de los sistemas de votaci¨®n m¨¢s fiables y eficientes del mundo. Aceptar la derrota forma parte de las reglas fundamentales de la democracia. Y negarla, como hace Donald Trump hoy, para asombro del mundo, e hizo A¨¦cio Neves en 2014, es un ataque inaceptable al voto de todos los electores.
Neves iniciaba entonces una nueva crisis, en un escenario que ya era grave, marcado por las crecientes dificultades econ¨®micas y la p¨¦rdida acelerada de apoyo de la presidenta reelegida. Con ese acto, estableci¨® un precedente m¨¢s que peligroso. M¨¢s tarde, una grabaci¨®n revelar¨ªa a Neves afirmando que pidi¨® que se auditaran los resultados de las elecciones solo ¡°para tocar los cojones¡±. Neves debe pasar a la historia no solo por sus cr¨ªmenes de corrupci¨®n, sino por ese gesto contra su pa¨ªs. A¨¦cio Neves y Jos¨¦ Serra deben ser recordados como pol¨ªticos que practicaron gestos determinantes para la destrucci¨®n de la democracia brasile?a.
Cuatro a?os despu¨¦s, en 2018, otra elecci¨®n. Durante la campa?a, desde el hospital, donde se recuperaba de un atentado con arma blanca, Jair Bolsonaro grab¨® un v¨ªdeo cuestionando las urnas electr¨®nicas y se?alando que podr¨ªa no aceptar el resultado de las elecciones, en caso de que perdiera. Su vicepresidente, el general Hamilton Mour?o, ya hab¨ªa dado una entrevista a la cadena Globo News afirmando la posibilidad de que el presidente electo diera un autogolpe con el apoyo de las Fuerzas Armadas. Bolsonaro y los generales anunciaban all¨ª que no aceptar¨ªan la derrota. Parece que la democracia solo val¨ªa la pena si el resultado era positivo. No pusieron en pr¨¢ctica sus planes, ya que Bolsonaro gan¨® las elecciones de 2018 en las urnas. Y, como gan¨®, sus sospechas desaparecieron inmediatamente.
En las elecciones municipales del pasado 15 de noviembre, algunos perfiles bolsonaristas en redes sociales se esforzaron para poner en duda el proceso de recuento electoral, mostrando lo que planean para 2022. Bolsonaro, sin embargo, no es el inventor de este truco absolutamente repugnante. En Brasil, el responsable se llama A¨¦cio Neves. Aun as¨ª, el playboy de Minas Gerais consigui¨® un esca?o de diputado en 2018, a pesar de todo su historial, del que forma parte la literalidad de una maleta llena de dinero procedente de la corrupci¨®n.
3) El PSDB acelera en direcci¨®n al botox: autocr¨ªtica tard¨ªa de Tasso Jereissati, sin efecto concreto en el partido devorado por Jo?o Doria
El PSDB desempe?¨® un papel importante en el impeachment de Dilma Rousseff y particip¨® en el Gobierno de Michel Temer (MDB). Cuando se unieron a los movimientos callejeros a favor del impeachment y contra el PT, vestidos con la camiseta de la selecci¨®n brasile?a, los pol¨ªticos tucanes tambi¨¦n se enga?aron al pensar que la calle era suya. No era as¨ª, como pronto descubrir¨ªan.
En septiembre de 2018, uno de los tucanes de plumaje grueso, Tasso Jereissati, afirm¨® en una entrevista al periodista Pedro Venceslau, en el peri¨®dico O Estado de S. Paulo: ¡°El partido ha cometido una serie de errores memorables. El primero fue cuestionar el resultado electoral. Comenz¨® el d¨ªa despu¨¦s [de las elecciones]. No es propio de nuestra historia y ni de nuestro perfil. No cuestionamos las instituciones, respetamos la democracia. El segundo error fue votar en contra de nuestros principios b¨¢sicos, especialmente en la econom¨ªa, solo para estar en contra del PT. Pero el mayor error, y buena parte del PSDB se opuso, fue entrar en el Gobierno de Temer. Fue la gota que colm¨® el vaso, junto con los problemas de A¨¦cio. Nos devor¨® la tentaci¨®n del poder¡±.
Autocr¨ªtica importante, aunque tard¨ªa. Y, adem¨¢s de tard¨ªa, sin efecto, porque el giro del PSDB hacia unas peores pr¨¢cticas se acentu¨® con Jo?o Doria. Quienes creen que controlan las calles no han estudiado ni la historia ni la psicolog¨ªa humana. Con un fino techo de cristal, tanto Serra y Neves como el PSDB son hoy mucho m¨¢s peque?os que en el pasado, en todos los sentidos.
Sin embargo, peor que no tener resonancia es perder el respeto. El PSDB que surgi¨® con la redemocratizaci¨®n ya no existe. Lo que existe ahora es otra cosa. El presente ya lo muestra. El actual PSDB tiene la cara, el estilo y la est¨¦tica de Doria, un millonario est¨¦ticamente mucho m¨¢s parecido a Trump que a Bolsonaro, pero sin ning¨²n punto en com¨²n, por ejemplo, con Joe Biden, el moderado reci¨¦n elegido presidente de los Estados Unidos. Es f¨¢cil imaginar que la cara, el estilo y la est¨¦tica deben horrorizar a los tucanes todav¨ªa ¡°finos¡± que sobreviven como decoraci¨®n en los polvorientos estantes de la historia del partido. Pero callaron demasiado ante tantas atrocidades a lo largo de los a?os y hoy solo les queda tragar sin escupir.
No podemos olvidar a Geraldo Alckmin, el padrino traicionado de Doria en el partido, que cuando gobernaba en S?o Paulo demostr¨® que era cualquier cosa menos un soseras. Es dif¨ªcil trabajar con la hip¨®tesis del ¡°y si¡±, pero tambi¨¦n tiene sentido imaginar c¨®mo habr¨ªan sido las protestas de 2013, que cambiaron Brasil, si Alckmin no hubiera enviado a su Polic¨ªa Militar a aporrear a manifestantes y periodistas, expulsarlos de las calles con gas lacrim¨®geno y spray de pimienta, con un nivel de violencia que indign¨® incluso a la clase media, siempre tan conservadora.
Alckmin y una de las polic¨ªas m¨¢s asesinas del mundo ¡ªque tambi¨¦n muere mucho, hay que decirlo¡ª fueron los protagonistas involuntarios de las protestas. Aun as¨ª, Alckmin no aprendi¨®. En 2015 mand¨® a la misma Polic¨ªa Militar truculenta a aporrear a ni?os y adolescentes que protestaban contra una reforma impuesta a la comunidad escolar sin suficiente consulta y debate. Estudiantes de las escuelas p¨²blicas eran apalizados como si el pa¨ªs viviera en una dictadura y como si las manifestaciones no estuvieran contempladas en la Constituci¨®n. Jo?o Doria, el ahijado de Alckmin, gan¨® las elecciones a alcalde de S?o Paulo en 2016 arremetiendo contra la pol¨ªtica y los pol¨ªticos y autoproclam¨¢ndose ¡°gerente¡±, consumando otro ataque m¨¢s contra la democracia.
En 2018, Doria dej¨® sin pena la alcald¨ªa de S?o Paulo tras cometer una serie de maldades, como la demolici¨®n ¡ªcon gente dentro¡ª de un edificio al que llaman ¡°Cracolandia¡± en la que resultaron heridos al menos tres de los residentes. Jo?o Doria fue elegido gobernador siguiendo la estela de Jair Bolsonaro y con el eslogan ¡°BolsoDoria¡±. Ahora, con la vista puesta en las elecciones presidenciales de 2022, el gobernador de S?o Paulo se ha desvinculado del actual presidente y se presenta ¡ªy tambi¨¦n al partido¡ª como el ¨²ltimo basti¨®n de la moderaci¨®n. Algo as¨ª como ¡°Doria, el pacificador¡±.
4) Bruno Covas y el viceproblem¨®n: la alcald¨ªa se dej¨® a los vices en los dos ¨²ltimos mandatos del PSDB
Para distanciarse de Bolsonaro y de la extrema derecha, el PSDB necesita mostrar que a¨²n guarda en el alma un cari?oso recuerdo de la ¨¦poca en que era centro pol¨ªtico. En este sentido, apostar por Bruno Covas para la alcald¨ªa de S?o Paulo ha sido una decisi¨®n inteligente. Covas tiene el apellido adecuado, ya que es nieto de Mario Covas, exgobernador de S?o Paulo y fundador del PSDB y, por lo tanto, el heredero de una especie de aristocracia del partido, hoy tomado por nuevos ricos con la cara llena de botox. Aunque se puedan hacer varias cr¨ªticas a la gesti¨®n de Bruno Covas en S?o Paulo, hay que reconocer que a¨²n est¨¢ lejos de poder compararse con el tr¨ªo Doria-A¨¦cio-Serra.
Con perspicacia, Bruno Covas trat¨® de alejarse de Doria y Bolsonaro para llegar a la segunda vuelta, pero la realidad siempre se impone. Adem¨¢s de otros partidos y figuras de la derecha, Covas cuenta ahora con el apoyo formal de Celso Russomanno, el candidato derrotado en la primera vuelta al que apoyaba Bolsonaro. La mayor complicaci¨®n, sin embargo, es Ricardo Nunes (MDB), su candidato a vicealcalde. Se lo impuso Jo?o Doria para que el MDB apoyara su candidatura en las elecciones presidenciales de 2022. Nunes es un sapo muy dif¨ªcil de tragar para alguien que se anuncia como ¡°centro¡± y como ¡°moderado¡± y como ¡°responsable¡±. Covas lo defiende e incluso afirma que lo eligi¨® ¨¦l mismo, pero el sapo solo crece.
En 2011, la mujer de Nunes lo acus¨® de violencia dom¨¦stica y, un mes despu¨¦s, ¨¦l la acus¨® de provocarle lesiones corporales. Hoy viven juntos. Ricardo Nunes es un influyente concejal de la regi¨®n sur de S?o Paulo y actualmente se le investiga por corrupci¨®n en las relaciones de pol¨ªticos con las administradoras de guarder¨ªas concertadas, un caso conocido como la ¡°mafia de las guarder¨ªas¡±. En el Concejo de S?o Paulo, act¨²a contra los derechos de las mujeres y de los homosexuales y transexuales y apoya el proyecto ultraconservador de la Escuela Sin Partido, que pretende criminalizar a profesores, suprimir la educaci¨®n sexual y reescribir la historia del pa¨ªs.
Se podr¨ªa argumentar que un vice tiene poca influencia en el rumbo del Gobierno, pero, en Brasil, solo dos presidentes no han sido reemplazados por su vice desde la redemocratizaci¨®n del pa¨ªs. En S?o Paulo, dos vices se convirtieron en alcaldes porque el titular, del PSDB, decidi¨® postularse para un cargo de m¨¢s poder. El propio Bruno Covas era el vice de Jo?o Doria, que dej¨® la alcald¨ªa para presentarse a gobernador, algo que no le perdonan sus votantes. Antes de ¨¦l, en 2006, fue Jos¨¦ Serra quien dej¨® la alcald¨ªa para gobernar el Estado, y asumi¨® su puesto un casi desconocido Gilberto Kassab. Hoy, Kassab, del Partido Social Democr¨¢tico (PSD), es uno de los principales l¨ªderes de esta plaga pol¨ªtica que se llama Centr?o, pero que est¨¢ mucho m¨¢s a la derecha que cerca de cualquier idea de centro ideol¨®gico.
Cabe se?alar que tanto Serra como Doria se comprometieron a no hacer lo que efectivamente hicieron. Serra firm¨® un documento en el que declaraba que cumplir¨ªa su mandato hasta el final. M¨¢s tarde, cuando le acusaron de traicionar su propia firma, dijo que era solo un ¡°papelito¡±. Y Doria, durante la campa?a, tambi¨¦n firm¨® un documento a petici¨®n del portal Catraca Livre: ¡°Yo, Jo?o Doria, me comprometo a cumplir plenamente mi mandato durante los a?os 2017, 2018, 2019 y 2020 si soy elegido alcalde de S?o Paulo en 2016¡±. Bueno, todo el mundo sabe qu¨¦ pas¨®.
Con el historial del PSDB en la alcald¨ªa de S?o Paulo, tiene mucho sentido que al votante de S?o Paulo le preocupe que el alcalde acabe siendo Ricardo Nunes. Con una biograf¨ªa turbia y bajo investigaci¨®n, a Nunes le han aconsejado ¡ªo quiz¨¢s ordenado¡ª que no participe en los debates con la vice de la candidatura de la oposici¨®n, Luiza Erundina. Una de las pol¨ªticas brasile?as m¨¢s experimentadas, exalcaldesa de S?o Paulo y actualmente diputada federal, Erundina tiene una biograf¨ªa coherente, una fascinante historia personal y, para empeorar las pesadillas del PSDB, es sagaz en los debates. La campa?a para la segunda vuelta comenz¨® con una intensa campa?a en las redes titulada ¡°Exigimos el debate de los vices¡±, pero Ricardo Nunes y el PSDB hicieron como Jair Bolsonaro y escurrieron el bulto, lo que tambi¨¦n dice mucho a un votante m¨ªnimamente atento.
Desde que Guilherme Boulos y Luiza Erundina llegaron a la segunda vuelta, el PSDB intenta jugar sucio, insistiendo en el discurso de la supuesta ¡°radicalidad¡± de Guilherme Boulos. Considerar ¡°radical¡± la lucha por el derecho a una vivienda, en sentido peyorativo, y tratar de criminalizar los movimientos sociales son gestos mucho m¨¢s vinculados a la truculenta extrema derecha de Bolsonaro que a cualquier gui?o de ¡°moderaci¨®n¡±. El odio casi patol¨®gico al PT presenta al partido como el principal responsable de la crisis m¨²ltiple que ha vivido Brasil en los ¨²ltimos a?os. Sin quitarle la responsabilidad al PT, que es grande, lo que vive hoy Brasil est¨¢ lejos de tener un ¨²nico responsable y mucho menos exonera a la derecha, que se ha reorganizado a lo largo de toda la historia republicana para seguir en el poder y no perder los privilegios de raza y clase. Las ruinas que Brasil ha construido a lo largo de los siglos son el resultado de un trabajo a largo plazo que las elites depredadoras han llevado a cabo con ¨¦xito.
5) Unas elecciones municipales que son nacionales: lo que est¨¢ en juego en S?o Paulo concierne al futuro de todo Brasil
El odio al PT de los ¨²ltimos a?os ha permitido que el PSDB no tenga que pagar tanto por sus ataques a la democracia. Por eso es urgente reflexionar sobre el papel del PSDB ahora que la derecha que apoy¨® a Bolsonaro y que hoy se desvincula casi vergonzosamente de ¨¦l se est¨¢ volviendo a reorganizar para presentarse a las elecciones de 2022 como ¡°pacificadora¡± y ¡°moderada¡±. Doria es el exponente de este movimiento. Era BolsoDoria hace menos de dos a?os, hoy es AntiBolsonaro desde que era un beb¨¦. Como Geraldo Alckmin aprendi¨® cuando su ahijado le traicion¨®, Jo?o Doria es como Jair Bolsonaro: solo tiene un partido, que es ¨¦l mismo.
La sorprendente llegada de Guilherme Boulos y el PSOL a la segunda vuelta de la ciudad m¨¢s grande, rica e influyente del pa¨ªs fue un susto para el proyecto de poder de Jo?o Doria y sus nuevos socios. En los ¨²ltimos meses, el actual gobernador de S?o Paulo, el exministro de Justicia de Bolsonaro Sergio Moro y el presentador de la emisora Globo Luciano Huck han tratado de hilvanar una candidatura con el lema de la ¡°moderaci¨®n¡± y la ¡°uni¨®n del pa¨ªs¡±. Una candidatura que proponen como centro.
Doria y sus amigos de la derecha travestida de centro est¨¢n muy preocupados por lo que dir¨¢n las urnas el pr¨®ximo domingo, 29 de noviembre. Ya hab¨ªan enterrado a la izquierda, y con raz¨®n, ya que hasta ese momento los partidos de izquierda y centroizquierda no consegu¨ªan entenderse para hacer una oposici¨®n real a Bolsonaro. La consolidaci¨®n de un nuevo l¨ªder, fuera del paraguas del PT, se?ala que la izquierda podr¨ªa llegar al 2022 con un frente amplio y posibilidades reales de competir por la sucesi¨®n del Bolsonaro. O al menos de entorpecer bastante las alianzas de la derecha consigo misma. El apoyo de exponentes como Lula (Partido de los Trabajadores), Ciro Gomes (Partido Democr¨¢tico Laborista), Marina Silva (Red de Sostenibilidad) y Fl¨¢vio Dino (Partido Comunista de Brasil) muestran que un amplio frente a la izquierda se ha hecho realidad en la segunda vuelta de las elecciones de S?o Paulo y ya est¨¢ en el campo de las posibilidades tambi¨¦n para la sucesi¨®n de Bolsonaro.
Si Guilherme Boulos y Luiza Erundina ganan, S?o Paulo ser¨¢ una fuerza poderosa. Si el PSOL pierde, pero obtiene un buen resultado, el escenario pol¨ªtico habr¨¢ cambiado en Brasil. El pr¨®ximo domingo, los votantes de S?o Paulo determinar¨¢n mucho m¨¢s que el futuro de la ciudad de m¨¢s de 12 millones de habitantes. El futuro de Brasil y de m¨¢s de 210 millones de personas empezar¨¢ a tejerse en el presente.
Eliane Brum es escritora, reportera y documentalista. Autora de Brasil, construtor de ru¨ªnas: um olhar sobre o pa¨ªs, de Lula a Bolsonaro.
Web: elianebrum.com. E-mail: elianebrum.coluna@gmail.com. Twitter, Instagram y Facebook: @brumelianebrum.
Traducci¨®n de Meritxell Almarza
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