De qu¨¦ nos defendemos
Imagina que toda esa pasta dedicada al gasto militar fuera para una estrategia para luchar contra la pobreza, el cambio clim¨¢tico e investigar en la prevenci¨®n y la cura de las enfermedades
El presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, ha hecho tambalearse la estrategia europea de defensa con sus retiradas de tropas y sus connivencias inconfesables con la Rusia de Putin, pero no es ni mucho menos el primero que ha exigido a Europa, o al menos a los 21 pa¨ªses europeos miembros de la OTAN, que cumplan su compromiso de dedicar el 2% del PIB al gasto militar. Curiosamente, solo Estonia, Letonia y Grecia llegan a esa cifra. Tal vez sean los que se sienten m¨¢s amenazados, por alguna raz¨®n geogr¨¢fica o de otro tipo.
Pero el caso es que en las guerras de Yugoslavia murieron 130.000 personas en cuatro a?os de masacre fratricida. Un solo a?o de pandemia ha causado un mill¨®n y medio de muertos en el mundo, y subiendo. Entonces ?de qu¨¦ nos estamos defendiendo? ?De unos pat¨¦ticos dictadorzuelos de opereta o de los demostrados asesinos virol¨®gicos que nos regala la madre naturaleza? Todo nuestro poder militar ha resultado in¨²til ante la escabechina en Siria, donde la guerra civil ha matado a medio mill¨®n de personas. Nuestro conocimiento cient¨ªfico, sin embargo, est¨¢ salvando a mucha m¨¢s gente que las mil maneras de hacer la guerra que hemos perpetrado durante 10 milenios de instinto asesino, por no hablar de nuestros ancestros hom¨ªnidos, que no eran ning¨²n bollito suizo. ?Seguro que estamos haciendo lo correcto?
La Acci¨®n Preparatoria para la Investigaci¨®n en Defensa (PADR, del ingl¨¦s Preparatory Action on Defence Research) de la Uni¨®n Europea est¨¢ financiando proyectos de camuflaje de alta tecnolog¨ªa (2,6 millones de euros), inteligencia artificial para detecci¨®n de bombas, pistolas l¨¢ser y drones militares (90 millones de euros en total), informa Nicholas Wallace para Science. La PADR ser¨¢ integrada el a?o que viene en el nuevo Fondo Europeo de Defensa (EDF), dotado con un presupuesto de 7.000 millones para siete a?os. El presupuesto de Estados Unidos, por supuesto, hace palidecer esa cifra con el nervio de los 80.000 millones de d¨®lares (66.000 millones de euros) que dedica anualmente a la investigaci¨®n militar.
Casi toda esa pasta es para instituciones de ciencia aplicada como la Sociedad Fraunhofer de Alemania, firmas de ingenier¨ªa como la francesa Thales o fabricantes de armamentos como MBDA, una puntera multinacional de misiles europea. Los presupuestos se revisan anualmente, y los analistas predicen que incluir¨¢n en los pr¨®ximos a?os la inteligencia artificial y nuevos materiales, siempre con la intenci¨®n de da?ar a un enemigo hipot¨¦tico.
Llevamos tanto tiempo, tal vez unos 80 a?os, asumiendo esa estrategia de defensa, enteramente destinada a la guerra, que ya la consideramos tan inevitable como una cat¨¢strofe natural, tan parte de nuestra familia como el allegado n¨²mero 11. Pero eso no es as¨ª en absoluto. Imagina que toda esa pasta se dedicara a una estrategia racional y eficaz para luchar contra la pobreza, mitigar el cambio clim¨¢tico e investigar en la prevenci¨®n y la cura de las enfermedades invalidantes que afligen al mundo. Es probable que esa estrategia evitara m¨¢s conflictos que el ¨²ltimo modelo de misil o de arma destructiva que, tarde o temprano, acabar¨¢ en manos de un psic¨®pata con el poder suficiente para masacrar a su propia poblaci¨®n. Qu¨¦ mundo.
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