Soberan¨ªa
La clave de lo contempor¨¢neo no es la imposible independencia absoluta, sino la interdependencia
La soberan¨ªa es esa ¡°soluci¨®n maravillosa¡± por la cual ¡°ser¨ªamos capaces de hacer exactamente lo que quisi¨¦ramos¡±. Parece la definici¨®n de un ni?o caprichoso que reclama para s¨ª todos los juguetes, usarlos a cualquier hora e impedir, si le viene en gana, que los otros ni?os puedan tambi¨¦n jugar con ellos. Pero no; es la acu?ada el viernes por el primer ministro de Su Majestad brit¨¢nica, Boris Johnson. Y a la que se apuntan, seg¨²n acreditan sus peregrinas conductas, nacionalistas de todo pelaje en el universo mundo.
Sabr¨¢ Boris lat¨ªn y griego, que los sabe, pero le aprovechan lo justito. Predic¨¢base inicialmente la categor¨ªa de la soberan¨ªa del soberano del Antiguo R¨¦gimen. Precisamente el de la monarqu¨ªa absoluta, heredera por la gracia de Dios de su poder absoluto: omn¨ªmodo, ejercitable sobre todo, y erga omnes, frente a todos. Pero ese mundo ya no existe.
El universo de las democracias contempor¨¢neas aspira a configurar un espacio de identidades superpuestas, como las describe el gran Amin Maalouf; un conjunto de competencias concurrentes; un mundo de soberan¨ªas compartidas. La clave de lo contempor¨¢neo no es la imposible independencia absoluta, sino la interdependencia. Por eso la civilizaci¨®n consiste en gestionarla mediante la negociaci¨®n, las concesiones, el pacto.
Y por eso nada m¨¢s estramb¨®tico ha sucedido en este infinito culebr¨®n del Brexit que el anuncio de Boris de que se apresta a enviar unas cuantas ca?oneras ¡ªbien pertrechadas de ametralladoras¡ª al canal de la Mancha, para defender (sic) a sus pescadores. Penoso, si no fuera rid¨ªculo. Conviene saber geograf¨ªa y no confundir las Malvinas con Normand¨ªa. ?O es que acaso tendremos que acudir a la reducci¨®n al absurdo y sospechar que el actual primer ministro pueda querer medir su poder at¨®mico con la force de frappe francesa a fin de apuntalar un negocio tan rutilante que apenas supone el 0,1% de su PIB?
Si el l¨ªder populista investiga c¨®mo le ven los dem¨¢s, incluidos sus correligionarios John Major, David Cameron o Theresa May, aprender¨¢ por qu¨¦ Angela Merkel y Emmanuel Macron ya no le cogen el tel¨¦fono; por qu¨¦ los Veintisiete dedican al pos-Brexit apenas 10 minutos de su ¨²ltima cumbre, en vez de una sesi¨®n estrella, y por qu¨¦ si uno es soberano para prohibir el acceso de los otros a sus aguas, los dem¨¢s lo son para impedir la llegada a sus tiendas del pescado que aquel pretende exportarles. Se llama mercado interior. Y va de soberan¨ªas compartidas.
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