Pulso a los titanes digitales

El siglo XXI se definir¨¢ no solo por los tradicionales grandes pulsos de poder ¡ªentre potencias o entre clases sociales¡ª, sino tambi¨¦n, y en una medida cada vez m¨¢s relevante, por uno muy espec¨ªfico de nuestro tiempo: el pulso entre poder pol¨ªtico y el inmenso poder¨ªo digital de los gigantes empresariales tecnol¨®gicos. La batalla se disputa en distintos frentes: garantizar la libre competencia, el adecuado pago de impuestos, la gesti¨®n transparente de datos personales o la vigilancia de los contenidos que viajan en estas extraordinarias plataformas digitales. La Comisi¨®n Europea present¨® ayer dos muy esperados proyectos de legislaci¨®n en esta materia: la Ley de Servicios Digitales (DSA) y la Ley de Mercados Digitales (DMA). Las normativas buscan evitar abusos de posici¨®n dominante y garantizar que las plataformas vigilen responsablemente sus contenidos. Para ello, aspiran a dotar a las autoridades reguladoras de herramientas mucho m¨¢s eficaces de control de estos titanes. Son propuestas en la direcci¨®n correcta.

La Comisi¨®n Europea acierta al admitir que su regulaci¨®n de la competencia ha quedado en gran medida desfasada, siendo incapaz de abordar los problemas que plantean las pr¨¢cticas de grandes empresas tecnol¨®gicas. Las normas nacen con la intenci¨®n de contribuir a modificar los comportamientos de los gigantes empresariales. Prev¨¦n cuantiosas penalizaciones para las compa?¨ªas que violen las reglas de la competencia, con la perspectiva de fragmentaci¨®n de sus negocios para las reincidentes. Las propuestas son un primer paso que tendr¨¢ que ser considerado por el Parlamento y el Consejo Europeo.

No menos importante en el an¨¢lisis del poder de esas empresas es el estricto cumplimiento de sus obligaciones fiscales en los pa¨ªses en los que operan. Sigue siendo manifiesta la incapacidad para conseguir que la pr¨®spera actividad de esas firmas en los pa¨ªses europeos se traduzca en contribuciones igual de significativas a las haciendas p¨²blicas. Se trata de algo m¨¢s que una anomal¨ªa, que hasta ahora no ha pasado del reconocimiento del problema, de sus consecuencias adversas sobre la capacidad recaudatoria de los Estados y sobre el m¨ªnimo asentamiento de principios de homogeneidad fiscal en el propio territorio comunitario.

Restaurar el juego limpio y competitivo; conseguir que los derechos de las personas y su privacidad se respeten; frenar la difusi¨®n de contenidos peligrosos; lograr que todas las empresas paguen los impuestos, tambi¨¦n en igualdad de condiciones que las dem¨¢s, son actuaciones necesarias para afianzar el propio sistema econ¨®mico. El renovado celo por la libre competencia que define la Comisi¨®n, lejos de estar re?ido con la innovaci¨®n, la propicia, al facilitar la pluralidad de oferentes y la posibilidad de que emerjan nuevas compa?¨ªas con nuevas ideas. La ¡°adaptaci¨®n a la era digital¡± de Europa que defiende la presidenta Von der Leyen, adem¨¢s de incorporar cuantiosas asignaciones de recursos a la aceleraci¨®n de la convergencia con los grandes, puede se?alar la direcci¨®n de regulaci¨®n global adecuada de ese sector. El pulso, nuevamente, est¨¢ echado, pero ahora parece que los argumentos encuentran voluntad pol¨ªtica y respuestas legislativas.