Discrepancias
Parte de las fricciones en el Gobierno son normales; otras, inaceptables
La coalici¨®n de Gobierno en Espa?a muestra, actualmente, un significativo grado de discrepancias en un amplio abanico de ¨¢reas, desde la pol¨ªtica econ¨®mica y social hasta la exterior. Esta situaci¨®n pol¨ªtica le acarrea al Ejecutivo una creciente lluvia de cr¨ªticas. Solo parte de ellas est¨¢ justificada.
Espa?a ha estado acostumbrada durante d¨¦cadas a Gobiernos monocolor, lo que ha proporcionado un alto nivel de estabilidad y, con la ayuda de un sistema electoral propicio a facilitar la disciplina interna de los partidos, escasas disonancias. Ese tiempo pas¨®. El panorama pol¨ªtico se ha fragmentado y es probable que en el futuro cercano los Gobiernos de coalici¨®n sigan siendo inevitables, como lo son en el presente. Espa?a debe por tanto acostumbrarse y adaptarse a estas nuevas circunstancias pol¨ªticas. En ellas, es normal y leg¨ªtimo que los socios debatan y discrepen en m¨²ltiples asuntos. Esta observaci¨®n general cobra especial vigencia para la actual coalici¨®n, ya que el pacto de Gobierno que sellaron al principio se vio pronto superado por la realidad de la pandemia, forzando a reinventar sobre la marcha la hoja de ruta. No puede obviarse la excepcionalidad de la situaci¨®n.
Por lo general, tampoco puede aseverarse que la discrepancia suponga de por s¨ª un da?o, mientras esta se produzca de forma serena, constructiva, acabe en consensos y se limite a las ¨¢reas id¨®neas. No hay problema en un vigoroso debate sobre si subir o no el salario m¨ªnimo interprofesional. Pero esto no significa que no haya l¨ªneas rojas. Las hay y, lamentablemente, se han superado.
Pol¨ªticas de Estado como la exterior no pueden ser objeto de cacofon¨ªas que proyectan una desafortunada ambivalencia fuera de Espa?a. P¨¦sima es la imagen interior cuando pactos ya sellados ¡ªlos Presupuestos¡ª pretenden ser luego enmendados por uno de los socios de la mano de otras fuerzas. Irresponsable resulta la agitaci¨®n de ideas que sacuden el consenso constitucional sobre la forma de Estado, cuando semejante se¨ªsmo ¡ªadem¨¢s de malo para el pa¨ªs¡ª es ajeno por completo al pacto de gobierno. Podemos tiene todo el derecho de pelear por medidas sociales y tratar de capitalizarlas. Se ve que su debilidad espolea su lucha. En muchos casos, sin embargo, sus acciones han sido leg¨ªtimas pero no responsables.
En este contexto, yerran los que critican discrepancias que son perfectamente normales en las actuales circunstancias; y yerra la coalici¨®n en no poner la sordina a las que exceden ese ¨¢mbito de normalidad. En conjunto, pese a las divergencias, debe reconocerse a los socios cierta efectividad parlamentaria, como demuestra la aprobaci¨®n ayer de la ley de eutanasia o, anteriormente, la de educaci¨®n, la del ingreso m¨ªnimo vital o el encauzamiento de los Presupuestos. Hay que reconocerlo, igual que no pueden eludirse en el balance de la acci¨®n del Gobierno zonas oscuras, como los niveles de mortalidad por la covid y la inmensa contracci¨®n de la econom¨ªa, de las peores de Occidente, en las que tiene un alto grado de responsabilidad, aunque influyan otros factores de peso.
Asistimos a los primeros pasos de una praxis, la de las coaliciones, a la que Espa?a tendr¨¢ probablemente que recurrir en el futuro. La pol¨ªtica debe adaptarse y madurar pronto para sacar el mejor partido a esta clase de situaciones. Los pa¨ªses de la cuenca del Rin han demostrado ya que esta f¨®rmula puede propiciar estabilidad, moderaci¨®n y prosperidad.
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