Mejor ¡°crisis de relaciones¡± que ¡°opresi¨®n¡±
La situaci¨®n de personas y grupos oprimidos en todo el mundo ha empeorado m¨¢s con la pandemia, pero su origen es m¨¢s profundo. El conocimiento europatriarcal no nos sirve ya de nada

Empecemos por decir que vivimos en una ¨¦poca de m¨¢xima opresi¨®n. Eso es innegable. Tras los catastr¨®ficos acontecimientos de 2020, incluso los m¨¢s propensos a mirar hacia otro lado ante la opresi¨®n tendr¨¢n que reconocer el ejercicio sistem¨¢tico de la autoridad que perpet¨²a las desigualdades y la opresi¨®n.
La pandemia de covid-19 ha puesto de relieve y agudizado los elementos opresivos encerrados en las estructuras sociopol¨ªticas. Por ejemplo, en el Reino Unido, donde escribo, los hombres negros tiene el triple de probabilidades de morir del coronavirus que los blancos, en gran parte debido a las desigualdades de la atenci¨®n sanitaria. En el mundo en general, las mujeres han perdido victorias que hab¨ªan conseguido con gran esfuerzo: la violencia dom¨¦stica, la ablaci¨®n genital y el desempleo han aumentado. La explotaci¨®n hist¨®rica del Sur en busca de recursos ha hecho que fuera dif¨ªcil para las econom¨ªas ya precarias de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo hacer frente a la nueva situaci¨®n de cierres y confinamientos. Se calcula que, en 2020, 71 millones m¨¢s de personas se han visto empujadas a la pobreza extrema. Es aterrador comprobar las tremendas consecuencias que las agresiones prolongadas contra el mundo natural y la biodiversidad han tenido para toda la vida en el planeta Tierra.
No es extra?o, pues, que la opresi¨®n haya sido uno de los temas de los que m¨¢s se ha hablado este a?o. Desde los trabajadores esenciales infravalorados hasta los ecosistemas que florecieron cuando la humanidad se vio obligada a encerrarse en sus casas, desde el movimiento Black Lives Matter y el resto de manifestaciones masivas en Hong Kong, Nigeria, Polonia y Tailandia, entre otros lugares, hasta el deseo de tener como l¨ªderes a m¨¢s mujeres, que parecen haber gestionado m¨¢s dignamente la pandemia, todas las cuestiones que la covid-19 ha puesto de relieve se enmarcan en un contexto de opresi¨®n.
Ahora bien, la opresi¨®n est¨¢ enmarcada en un problema m¨¢s profundo, que es lo que yo denomino la crisis de las relaciones. Mi definici¨®n es muy sencilla: la crisis de las relaciones es la incapacidad de obtener un resultado deseable y no destructivo cuando dos entidades entablan una relaci¨®n. Utilizo entidades porque no se trata solo de la relaci¨®n entre distintos grupos humanos, sino tambi¨¦n entre los seres humanos y el mundo no humano y entre los seres humanos y sus sistemas de conocimiento.
La crisis de las relaciones se caracteriza por un sentimiento de divisi¨®n que parece simult¨¢neamente insuperable y completamente destructivo. En otras palabras, cuando la necesidad de construir relaciones conscientes entre entidades distintas es m¨¢s acuciante que nunca, nos cuesta hacerlo porque la crisis es demasiado profunda.
A¨²n no hemos indagado todo lo posible en esta crisis tan profunda. Es necesario comprender la historia general ¡ªel metarrelato¡ª que causa la opresi¨®n, sobre todo porque, con demasiada frecuencia, es un t¨¦rmino que se malinterpreta y del que se abusa.
La palabra opresi¨®n se ha puesto de moda y en el proceso ha perdido todo su significado trascendental. Ahora tiene una connotaci¨®n negativa asociada a ideas como las ¡°olimpiadas de la opresi¨®n¡± y, por consiguiente, se descarta. Y el negligente despilfarro de una palabra que era tan poderosa hace que parezca menos urgente abordar la tragedia que le sirve de base, que es la crisis de las relaciones.
Crisis significa varias cosas. Lo primero que nos sugiere es una cat¨¢strofe o una emergencia, pero tambi¨¦n es un punto de inflexi¨®n y un instante trascendental. Al hablar de crisis de las relaciones son pertinentes las dos definiciones, pero en este contexto es m¨¢s importante el hecho de que una crisis indica una situaci¨®n vulnerable y vol¨¢til. El futuro de la coevoluci¨®n planetaria es vulnerable y pende de un hilo.
Crisis tambi¨¦n es un t¨¦rmino que suele utilizarse para dar una se?al de alarma. Por ejemplo, hablamos de crisis econ¨®mica, crisis clim¨¢tica, crisis de empleo, y as¨ª sucesivamente. No relacionamos crisis con relaciones porque vivimos en un mundo dominado por lo que llamo el ¡°conocimiento europatriarcal¡±, que es un enfoque del conocimiento que es binario y excluyente, y por tanto categoriza las relaciones como una cosa femenina, suave y emocional, en contraste con la forma seria(!), masculina(!) y racional(!) de sentir una crisis.
Sin embargo, cuando vemos que bajo cada opresi¨®n de grupos de personas y entre las personas y su planeta se encuentra una crisis fundamental de las relaciones, queda claro que el conocimiento europatriarcal no nos sirve ya de nada.
Necesitamos modos de conocimiento que fomenten un sentido de reciprocidad. Y al hablar de reciprocidad no me refiero a que todos nos demos la mano y nos pongamos a cantar Kumbaya o a abrazarnos a los ¨¢rboles. Ni siquiera estoy pensando necesariamente en ¡°armon¨ªa¡±, sino en lo que el fil¨®sofo John Searle llama la ¡°intencionalidad colectiva¡±, ¡°la capacidad no solo de cooperar sino de compartir estados intencionales como las creencias, los deseos y las intenciones¡±.
El naturalista ruso Piotr Kropotkin lo defini¨® como ¡°apoyo mutuo¡± en su libro del mismo t¨ªtulo publicado en 1902, escrito en favor de la reciprocidad y contra la mentalidad darwiniana de ¡°la supervivencia de los m¨¢s fuertes¡±. Kropotkin escribi¨®: ¡°A largo plazo, es mucho m¨¢s beneficioso para la especie el ejercicio de la solidaridad que el desarrollo de individuos con tendencias depredadoras¡±.
Me preocupan las explicaciones evolutivas tajantes del comportamiento humano que infieren teor¨ªas como la de Kropotkin ¡ªy la de Darwin, por cierto¡ª. Las cosas nunca son rotundamente biol¨®gicas o evolutivas. Esa es una realidad que, por desgracia, conocen muy bien las mujeres, la gente de color, las poblaciones ind¨ªgenas y las personas LGTB a las que se ha tratado de arrebatar su humanidad sobre la base de ¡°hechos biol¨®gicos¡±.
Pero si hay algo inequ¨ªvoco, o que al menos deber¨ªa serlo despu¨¦s de este a?o, es que todos estamos entrelazados entre nosotros y con la naturaleza. Tenemos que llegar al fondo de la opresi¨®n sist¨¦mica y abordarla de manera que nos permita paliar el problema antes de que sea demasiado tarde. Para ello necesitamos nuevos enfoques del conocimiento que no est¨¦n construidos ¡ªcomo el conocimiento europatriarcal¡ª en funci¨®n de una crisis de las relaciones.
Por fortuna, tanto los viejos como los nuevos enfoques del conocimiento est¨¢n al alcance de quienes sue?an con un mundo m¨¢s noble.
Minna Salami es periodista, fundadora del blog MsAfropolitan. Acaba de publicar El otro lado de la monta?a (Temas de Hoy) y form¨® parte de la antolog¨ªa New Daughters of Africa (2019).
coautora de New Daughters of Africa (2019).
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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