Discurso
El problema del mensaje navide?o de Felipe VI, en mi opini¨®n, consiste en que renunci¨® a hablar del futuro
No ten¨ªa por qu¨¦ hablar de su padre. Una felicitaci¨®n navide?a no es propia para lavar trapos sucios en p¨²blico, y tampoco habr¨ªa sido muy ¨²til. Juan Carlos I ya es el pasado. El problema del discurso de Felipe VI, en mi opini¨®n, consiste en que renunci¨® a hablar del futuro. Las alusiones al valor supremo de la ¨¦tica que est¨¢ por encima de la familia ya se las escuchamos a un Rey de Espa?a cuando estall¨® el caso N¨®os. En ese momento, por novedosas, pudieron resultar eficaces, pero ahora, tras haber conocido ¡ªgracias a la Fiscal¨ªa suiza, por cierto¡ª las cuentas ocultas de las que ese mismo Rey gozaba en el extranjero, la repetici¨®n no supone ning¨²n valor a?adido, m¨¢s bien al contrario. Felipe VI deber¨ªa haber esquivado las palabras huecas que sostuvieron la vaga reprimenda que recibi¨® su cu?ado hace unos a?os, y pensar en medidas concretas destinadas a asegurar el futuro de la instituci¨®n que representa. Me atrevo a opinar que, en momentos como este, lo m¨¢s conveniente para ¨¦l habr¨ªa sido ofrecer transparencia y garant¨ªas democr¨¢ticas a la ciudadan¨ªa, dar alg¨²n paso hacia la fiscalizaci¨®n del patrimonio de la Familia Real por parte del Tribunal de Cuentas o abordar el tema de los l¨ªmites de su inviolabilidad. No es una propuesta revolucionaria, sino una receta que ya ha sido abordada con ¨¦xito por otras monarqu¨ªas democr¨¢ticas europeas. En su discurso, el Rey no mencion¨® el pasado, pero opt¨® por ¨¦l al identificar la Corona con la esencia misma de la democracia, en t¨¦rminos semejantes a los que emple¨® su padre durante 40 a?os. Tal vez Felipe est¨¦ convencido de que esa impecable analog¨ªa sigue funcionando como un reloj, pero no conviene fiarse demasiado de ciertas encuestas, porque la pandemia no va a durar siempre.
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