Un club trilateral del clima
Europa, Estados Unidos y China deben unirse para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero
Ha llegado el momento de que Europa, Estados Unidos y, posiblemente, China, creen un ¡°club mundial del clima¡±. En las dos ¨²ltimas d¨¦cadas, las emisiones de gases de efecto invernadero han aumentado alrededor de un 2% anual, y desde la firma del Acuerdo de Par¨ªs, las emisiones mundiales han seguido increment¨¢ndose. Hemos aprendido que es dif¨ªcil cumplir con la protecci¨®n del clima si los costes de la reducci¨®n son en gran medida nacionales, mientras que los beneficios de la prevenci¨®n global son globales. De hecho, Estados Unidos abandon¨® el Acuerdo de Par¨ªs durante la presidencia de Donald Trump precisamente por esa raz¨®n. En suma, la humanidad no est¨¢ haciendo ni mucho menos suficientes progresos como para excluir un desenlace posiblemente catastr¨®fico en lo que al clima se refiere.
El premio Nobel William Nordhaus ha sostenido convincentemente que para resolver el problema del parasitismo en la acci¨®n a favor del clima no basta con un compromiso voluntario como el que se intent¨® con el Acuerdo de Par¨ªs. En su lugar, propuso una idea sencilla que es hora de poner en pr¨¢ctica: un club que implemente medidas clim¨¢ticas duras. Estas medidas deber¨ªan ser significativamente m¨¢s ambiciosas que un acuerdo laxo como el de Par¨ªs. Para lograr su objetivo, el club tendr¨ªa que acordar un precio alto del carbono com¨²n para todos sus miembros, y penalizar a los pa¨ªses que no participen. La penalizaci¨®n es necesaria para mantener al grupo unido. Nordhaus propone aplicar un ajuste fronterizo de carbono o incluso imponer a los no participantes en el club aranceles m¨¢s elevados sobre las importaciones, sea cual sea su contenido en carbono.
La Uni¨®n Europea ha entendido la importancia para su pol¨ªtica clim¨¢tica de las medidas relacionadas con el comercio exterior. De hecho, la presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, ha defendido en diversas ocasiones un ajuste fronterizo de carbono para las importaciones con alta huella de CO2 a fin de evitar que la producci¨®n se desplace fuera de Europa. El ajuste fronterizo de carbono puede aplicarse en consonancia con las normas de la Organizaci¨®n Mundial del Comercio (OMC).
Es cierto que Europa no piensa que el mecanismo fronterizo constituya una penalizaci¨®n. Por el contrario, es un elemento importante para que todos jueguen en igualdad de condiciones y se evite la fuga de carbono. Sin embargo, durante la presidencia de Trump, Estados Unidos lo habr¨ªa rechazado por considerarlo una penalizaci¨®n indebida.
Con el nuevo presidente de EE UU existe la posibilidad de un di¨¢logo diferente. Igual que en Europa, en EE UU el apoyo pol¨ªtico del pa¨ªs a una acci¨®n clim¨¢tica de m¨¢s amplio alcance es cada vez mayor. M¨¢s de 3.000 economistas estadounidenses han reclamado un impuesto fronterizo al carbono como complemento a los grav¨¢menes nacionales m¨¢s elevados sobre las emisiones de gases de efecto invernadero.
Europa deber¨ªa proponer al presidente entrante la creaci¨®n de un club del clima con un ajuste fronterizo de carbono com¨²n. El mecanismo no se aplicar¨ªa dentro del club, ya que ambas econom¨ªas establecer¨ªan un precio m¨ªnimo comparable para las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto constituir¨ªa un incentivo para mantener el compromiso con el acuerdo. Fuera del grupo, ambas econom¨ªas impondr¨ªan el mismo ajuste fronterizo de carbono. Este arancel externo com¨²n no solo permitir¨ªa evitar la fuga de CO2, sino que tambi¨¦n ser¨ªa un aliciente importante para que otros pa¨ªses se uniesen al club. A fin de cuentas, las dos econom¨ªas siguen suponiendo alrededor del 40% del PIB mundial.
El club probablemente ser¨ªa estable. Si el ajuste fronterizo de carbono se pusiese en pr¨¢ctica de acuerdo con las normas de la OMC, no ser¨ªa posible que terceros pa¨ªses tomaran represalias comerciales. Es m¨¢s, la zona transatl¨¢ntica todav¨ªa es demasiado importante como para que estos ¨²ltimos puedan oponerse a la medida con otras amenazas cre¨ªbles. A esto hay que a?adir que, dado que la reducci¨®n se ha abaratado mucho ahora que las tecnolog¨ªas verdes tienen precios competitivos, un simple mecanismo fronterizo de ajuste de carbono muy bien podr¨ªa bastar para mantener la estabilidad del club de pa¨ªses comprometidos con una acci¨®n clim¨¢tica seria.
Esta idea situar¨ªa a la econom¨ªa transatl¨¢ntica en el centro de los esfuerzos mundiales por reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. No obstante, tanto Europa como EE UU har¨ªan bien en tender la mano a Pek¨ªn para que se convirtiese en miembro fundador del club del clima. Un club que incluyese a las tres mayores econom¨ªas del mundo har¨ªa muy dif¨ªcil que cualquier otro pa¨ªs no se viese obligado a moverse hacia un aumento importante de los precios del carbono. En su propio inter¨¦s geopol¨ªtico, a Europa le convendr¨ªa evitar el endurecimiento del enfrentamiento entre Estados Unidos y China, que no puede acarrearle m¨¢s que perjuicios.
Un club del clima trilateral no es solo una oportunidad ¨²nica para la acci¨®n clim¨¢tica a escala mundial, sino tambi¨¦n un proyecto geopol¨ªtico por el que vale la pena que trabajen Europa, China y Estados Unidos. Las condiciones para negociarlo nunca han sido mejores.
Guntram Wolff es director del centro de reflexi¨®n Bruegel, especializado en econom¨ªa.
Traducci¨®n de News Clips.
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