Cargar las pilas
Las necesidades del coche el¨¦ctrico obligan a los sectores implicados a actuar con eficacia
Las ambiciones de la Uni¨®n Europea para luchar contra la emergencia clim¨¢tica han subido dos pelda?os en diciembre al ponerse como objetivo para 2030 una reducci¨®n de las emisiones de gases de efecto invernadero del 55%, frente al 40% previsto hasta ahora. En torno a un 21% de esas emisiones de CO2 proceden del transporte por carretera, de ah¨ª que la sustituci¨®n del uso de veh¨ªculos con motor de combusti¨®n hacia los propulsados por bater¨ªas el¨¦ctricas sea una de las v¨ªas m¨¢s eficaces para reducir la contaminaci¨®n. Espa?a todav¨ªa tiene que despegar en ese contexto comunitario.
Ni el parque de veh¨ªculos el¨¦ctricos es el que le corresponde por el tama?o de su mercado ni la infraestructura de recarga est¨¢ preparada para incentivar unas matriculaciones a las que, incluso con ayudas p¨²blicas, les cuesta ganar peso. Junto a los precios de adquisici¨®n, esa nueva generaci¨®n de turismos todav¨ªa tiene que superar el temor de los conductores a su supuesta falta de autonom¨ªa y a la dificultad de asegurarse c¨®mo repostar la bater¨ªa.
El Gobierno se ha marcado este a?o alcanzar en 2023 los 100.000 puntos de recarga, lo que supondr¨ªa multiplicar por 12 la red existente. M¨¢s all¨¢ del hito num¨¦rico, el plan gubernamental carece de concreci¨®n. Es necesario conocer cu¨¢l es el calendario de esa implantaci¨®n, la distribuci¨®n territorial y qu¨¦ tipo de potencias se instalar¨¢n en cada emplazamiento. Espa?a, adem¨¢s, arrastra del pasado problemas normativos ¡ªtr¨¢mites burocr¨¢ticos, costes de la electricidad, homogeneizaci¨®n territorial¡ª, cuyas soluciones son ahora urgentes ante los objetivos que marca Bruselas. El Ejecutivo trabaja para sacar adelante ese enredo normativo a trav¨¦s de la tramitaci¨®n de leyes, decretos y reglamentos. El objetivo es ambicioso y las necesidades, urgentes. Y resulta necesario lograr consensos pol¨ªticos para que el retraso en el despliegue de la red de puntos de recarga no vaya a m¨¢s.
Hay otros retos. Como el de asegurar que la energ¨ªa de los puntos de recarga es de fuente renovable, o se correr¨¢ el riesgo de convertir el uso del veh¨ªculo el¨¦ctrico en pura ret¨®rica: su contribuci¨®n a frenar la crisis clim¨¢tica solo tiene raz¨®n de ser con una carga ¡°verde¡±.
Los operadores el¨¦ctricos, por otro lado, no pueden desviar toda la responsabilidad a las Administraciones y deben asumir que habr¨¢ puntos de recarga que no ser¨¢n viables. Est¨¢ en sus manos la creaci¨®n de una red mallada en el conjunto del territorio espa?ol que no olvide aquellos puntos con menos densidad para evitar que el coche el¨¦ctrico juegue un rol de segundo veh¨ªculo familiar. Mantener el dogma de que el veh¨ªculo el¨¦ctrico solo sirve para la ciudad ser¨¢ un freno m¨¢s para su expansi¨®n en Espa?a. Las marcas, como lo hacen con el resto de sus modelos, deben jugar un papel prescriptor en esa l¨ªnea.
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