El aborto y la vacuna de la covid-19
Hay una falsa controversia moral que solo le interesa al Vaticano en su cruzada global contra la interrupci¨®n legal del embarazo
A¨²n cuando el tema de la pandemia de la covid-19 es una emergencia global, la Iglesia cat¨®lica retorna al fanatismo que le es propio al introducir al aborto como cuesti¨®n moral m¨¢s urgente que el de salvar millones de vidas. El inconveniente esta vez son linajes celulares de material de un ri?¨®n y de una c¨®rnea cultivadas en laboratorio desde los a?os 1970 y 1980. Los linajes ya fueron utilizados para producir diversos medicamentos contra enfermedades que imponen intenso sufrimiento a las personas, como la hemofilia, la artritis reumatoide o la fibrosis qu¨ªstica. Los linajes tambi¨¦n sirvieron como inmunizantes contra la varicela, la hepatitis A, la rub¨¦ola o el herpes zoster. Pero, ?qu¨¦ es lo que perturba a los hombres de la c¨²pula de la Iglesia cat¨®lica, en particular a los obispos de Estados Unidos y de Canad¨¢? El origen de los linajes celulares: las muestras del ri?¨®n y de la c¨®rnea vinieron de fetos abortados.
El papa Francisco se pronunci¨® sobre el asunto, el 21 de diciembre, y titul¨® el documento con cierta discreci¨®n comparado a los documentos anteriores sobre el tema: Nota sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra el COVID-19. No es la primera vez que el Vaticano escribe un documento y disemina palabras sobre lo que deber¨ªa ser materia de ciencia y pol¨ªticas laicas: solo en los 2000, esta es la cuarta vez que la Iglesia cat¨®lica elucubra sobre la moral de las vacunas y medicamentos, como si el buen-vivir o la supervivencia de la humanidad pudiesen ser dictados por lo que piensan los cat¨®licos sobre los linajes celulares originarios de un ri?¨®n o c¨®rnea de feto. Pero la arrogancia de una instituci¨®n que quem¨® en la hoguera el pensamiento disidente en la Edad Media o que, como en Argentina en los a?os 1970, cooper¨® con la crueldad de dictaduras militares, parece no tener timidez alguna cuando la cuesti¨®n es el aborto. Y la arrogancia de los hombres en el poder no obedece a criterios de l¨®gica o coherencia: se basta en s¨ª misma.
El documento anuncia que hay ¡°grados de responsabilidad de cooperaci¨®n con el mal¡±. Como el papa Francisco, nosotras tambi¨¦n creemos que hay maldad en la humanidad, en aquellos que violan ni?as, en aquellos que dejan morir mujeres porque se reh¨²san a realizar un aborto por razones de fe privada sabiendo que las condenan, o en aquellos que matan mujeres por misoginia, como es el caso del feminicidio. La maldad se agrava a¨²n m¨¢s cuando las situaciones de sufrimiento o muerte pueden ser atendidas o evitadas, como muchas veces ocurre con el aborto. Si una mujer muere por esta raz¨®n, en general, esa ser¨ªa una muerte evitable, si hubiera tenido acceso a informaci¨®n y cuidados. Pero el aborto es criminalizado, y la moral cat¨®lica es una de las principales barreras para considerar el aborto como materia de salud p¨²blica y no de pol¨ªtica criminal.
El documento del Vaticano sobre vacunas tiene otra comprensi¨®n del mal para trazar ¡°grados de responsabilidad¡± a los cat¨®licos y a la humanidad, pues se dirige tambi¨¦n a los gobiernos e industria farmac¨¦utica buscando interferir en las pol¨ªticas p¨²blicas: el gran mal es el aborto. El lenguaje es rebuscado, atraviesa categor¨ªas filos¨®ficas como responsabilidad, raz¨®n pr¨¢ctica, cooperaci¨®n moral pasiva o peligro grave, para discutir el ¡°grado de comprometimiento de las vacunas¡±. Si, las vacunas que pueden evitar que otras tantas miles de personas mueran, que no pasaron una navidad tan triste con familias separadas e iglesias vac¨ªas, estar¨ªan comprometidas porque fueron producidas con linajes celulares almacenados durante medio siglo en laboratorios de un ri?¨®n o c¨®rnea de fetos abortados. Por eso, el documento repite lo que parece ser el gran mal que atraviesa a los ¨²teros: ¡±sin embargo, se debe subrayar que el uso moralmente l¨ªcito de este tipo de vacunas, debido a las condiciones especiales que lo posibilitan, no puede constituir en s¨ª mismo una legitimaci¨®n, ni siquiera indirecta, de la pr¨¢ctica del aborto, y presupone la oposici¨®n a esta pr¨¢ctica por parte de quienes recurren a estas vacunas ¡°.
Claramente esa es una falsa controversia moral y que solo le interesa al Vaticano en su cruzada global contra el aborto, como un cuidado de salud y protecci¨®n a la dignidad de las mujeres. El documento discurre sobre vacunas y sobre el libre albedr¨ªo de los cat¨®licos para vacunarse o no, pero el tema que inquieta a los que determinan la verdad de la fe es el aborto. Si ideologizar el sufrimiento causado por la pandemia y la esperanza en su soluci¨®n como la vacuna no se clasifica como ¡°gran mal¡± para la doctrina cat¨®lica, del vocabulario laico, sacamos una palabra, es perverso. Pero, ?perverso para qui¨¦n? Para las mujeres y los hombres cat¨®licos, que desean vacunarse libres de pecado, para las mujeres cat¨®licas que se hacen abortos que necesitan y buscan el consuelo de la fe. Es a esas personas a las que les repetimos lo que ya fue dicho por los cient¨ªficos: ninguna c¨¦lula de feto abortado es usada en las vacunas, solamente material derivado de ellas. Es necesario creer que no hay maldad en cuidar de cada una de nosotras y en la humanidad. Hay esperanza.
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