Dos latinas escriben a la vicepresidenta Kamala Harris
Su defensa de la salud como un derecho en los Estados Unidos pasa por la defensa incondicional del derecho al aborto para las mujeres y ni?as
Apreciada vicepresidenta Kamala Harris,
Somos dos mujeres latinoamericanas de su generaci¨®n. Cuando ¨¦ramos ni?as no imagin¨¢bamos mujeres en la presidencia de un pa¨ªs. Para ser honestas, esta ni siquiera era una pregunta que se le hac¨ªa en casa o en la escuela a las ni?as: viv¨ªamos bajo reg¨ªmenes dur¨ªsimos de dictadura militar. El poder era ocupado y representado por hombres viejos, de piel y de modismos blancos, vestidos de uniforme. Nacimos en ciudades distantes del glamour de R¨ªo de Janeiro o de Buenos Aires de la d¨¦cada de 1970. Como ni?as, tambi¨¦n ve¨ªamos al imperio americano como masculino y blanco en el poder. Su elecci¨®n como vicepresidenta de los Estados Unidos, la primera mujer negra asi¨¢tica en ocupar el poder, es transformador para todas las ni?as y mujeres del mundo. Ser¨¢ as¨ª para nuestra generaci¨®n y para la de nuestras hijas.
Como latinas, no conocimos la brutalidad de las escuelas legalmente segregadas por el racismo. Eso no significa que el racismo no est¨¦ presente en cada esquina de nuestros pa¨ªses. Brasil es donde la poblaci¨®n negra joven m¨¢s muere por violencia policial: la misma semana en la que George Floyd muri¨® asfixiado por violencia policial, el ni?o Jo?o Pedro muri¨® por una bala perdida mientras cumpl¨ªa la cuarentena en su casa en una favela de R¨ªo de Janeiro. Sabemos que su actuaci¨®n como fiscal carga ambig¨¹edades para quienes, como a nosotras, se les hace extra?o el uso de pol¨ªticas criminales para regular los efectos de las desigualdades sociales en la vida com¨²n. Pero su tiempo como fiscal es pasado, por eso nos interesa su voz como senadora y, ahora, sus promesas de campa?a para la presidencia. En su reciente libro de memorias, The Truths We Hold, usted explica c¨®mo no basta enfrentar las consecuencias de las desigualdades, pues es necesario enfrentar sus causas. Como feministas, sabemos c¨®mo el patriarcado racista permea las perversidades y las injusticias en Am¨¦rica Latina y el Caribe¡ªvivimos en la regi¨®n del mundo con los m¨¢s altos ¨ªndices de aborto y leyes criminales para perseguir a mujeres y ni?as; vivimos en pa¨ªses con altos ¨ªndices de feminicidio. Las mujeres ind¨ªgenas que mueren por aborto inseguro en M¨¦xico son muy parecidas a las madres que lloran por sus hijos negros muertos por la violencia policial en las favelas de R¨ªo de Janeiro. Ellas tambi¨¦n son parecidas a las mujeres no-blancas que la eligieron para la presidencia de los Estados Unidos.
Hay un hilo que hilvana y une a las mujeres que sufren las desigualdades y a las que depositan esperanza en su victoria. Cuando la miramos, vicepresidenta Kamala Harris, escuchamos y sentimos la vibraci¨®n de otra forma de hacer pol¨ªtica ¡ªuna pol¨ªtica que es m¨¢s que la de cuotas para mujeres, es una pol¨ªtica ejercida por mujeres feministas¡ª. Hay varios eventos de su trayectoria como fiscal que nos sensibilizaron por su sentido de justicia interseccional ¡ªrecordamos a Gwen Araujo, la adolescente trans latina de 17 a?os, asesinada por dos hombres que alegaron ¡°leg¨ªtima defensa por p¨¢nico gay¡±¡ª. Su actuaci¨®n en el caso fue m¨¢s all¨¢ de juzgar y castigar a los agresores: la madre en luto de Gwen, la se?ora Sylvia Guerrero, particip¨® a su lado de estrategias nacionales de prevenci¨®n de cr¨ªmenes de odio en contra de ni?as, ni?os y adolescentes LGBTI+.
Nosotras tambi¨¦n repudiamos el uso de pol¨ªticas criminales para regular lo que son necesidades de salud, como el acceso al derecho al aborto legal y seguro. El aborto es un evento com¨²n en la vida de las mujeres, sea porque sufrieron violencia, porque su salud corre riesgo o porque consideran que es lo mejor para sus vidas. Hoy, estuvimos releyendo su primer discurso como senadora en el Congreso de los Estados Unidos ¡ªsu foco fueron las desastrosas pol¨ªticas migratorias del Gobierno de Donald Trump¡ª. Una frase, sin embargo, puede ser expandida para pensar el equ¨ªvoco de la superposici¨®n entre pol¨ªticas criminales y pol¨ªticas de salud reproductiva: ¡°Como fiscal, les puedo decir, es un grave error confundir pol¨ªticas de justicia criminal con pol¨ªticas migratorias, como si fuesen la misma cosa¡±. Usted termina su argumento, correctamente, anunciando que un ¡°inmigrante indocumentado no es un criminal¡±.
De la misma manera, una mujer cuando realiza un aborto en situaciones clandestinas no es una criminal: es una mujer v¨ªctima de las desigualdades de clase, g¨¦nero y raza de nuestros pa¨ªses. Pero el Gobierno de los Estados Unidos, con la Ley de la Mordaza (Global Gag Rule), pol¨ªtica colonial impuesta por los Gobiernos republicanos a los pa¨ªses que dependen de la ayuda humanitaria financiera, vivieron a?os de exacerbaci¨®n de la criminalizaci¨®n de la salud reproductiva ¡ªmentiras como la defensa de ¡°pol¨ªticas de abstinencia¡± para la salud sexual de adolescentes hasta llegar a la prohibici¨®n de la financiaci¨®n de servicios de salud en los cuales el aborto fuese ofrecido a las mujeres y ni?as¡ª necesitan urgentemente ser enfrentadas y repudiadas por su Gobierno. Por favor, no se olvide de la pregunta que le hizo al entonces candidato a la Suprema Corte de los Estados Unidos, Brett Kavanaugh, durante el debate en el Senado de los EUA: ¡°?Usted puede imaginar alguna ley que garantice al Gobierno el poder de tomar decisiones sobre el cuerpo masculino?¡±.
Esas leyes existen y la criminalizaci¨®n del aborto es, seguramente, la m¨¢s perversa de ellas. Su defensa de la salud como un derecho en los Estados Unidos pasa por la defensa incondicional del derecho al aborto para las mujeres y ni?as. Vivimos un momento de esperanza, en el que nuestras certezas m¨¢s ¨ªntimas sobre lo que es justo no pueden intimidarse frente a la magnitud de lo que le espera como vicepresidenta de los Estados Unidos. Como dos latinas, creemos que ¡°para tener esperanza es necesario decir la verdad¡±. La verdad exige valent¨ªa, el coraje de las que persiguen lo justo, porque vivieron en cuerpo propio las perversidades del patriarcado racista. El ¡°silencio es c¨®mplice¡± de nuestros privilegios ¡ªpor eso, no silenciamos nuestra alegr¨ªa con su victoria, mucho menos silenciamos la ansiedad con que esperamos que cuide de las ni?as y mujeres del Sur Global como si fuesen sus propias ni?as¡ª.
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