El inestable territorio de los m¨¢s j¨®venes
Los que dejan la adolescencia atr¨¢s lo hacen estos meses con mascarilla
Una muchacha se entera de que est¨¢ embarazada, un muchacho inicia una relaci¨®n er¨®tica con su profesora de ingl¨¦s. Ese tipo de situaciones en ¨¦pocas tan tempranas, cuando se va dejando la adolescencia atr¨¢s y todav¨ªa se tienen pocos recursos para medirse con el mundo, son dinamita pura. El escritor boliviano Rodrigo Hasb¨²n se ocupa en su ¨²ltima novela, Los a?os invisibles, de ese tiempo lleno de inestabilidades, tan fr¨¢gil, tan decisivo. Igual ah¨ª, durante esa primera juventud y en unos cuantos meses, en la historia de cada persona se orquestan los motivos predominantes, se dibuja la l¨ªnea, se marcan las pautas que van a influir en la forma con se enfrentar¨¢ a todo cuanto vendr¨¢ despu¨¦s. A?os invisibles, pero acaso los m¨¢s importantes, pues es cuando se graba de manera accidental tu manera de mirar el mundo. Una ¨¦poca tediosa y al mismo tiempo intensa, llena de confusiones, de arrebatos, de ambig¨¹edades que no se consiguen interpretar y de dr¨¢sticas posiciones. La muchachada se siente de pronto investida de autoridad ¡ªyo elijo, yo decido, yo contesto, yo hago, yo pienso¡ª, pero vi¨¦ndolos con un poco de distancia no son m¨¢s que unos solemnes mentecatos. Lo cuenta bien la serie We are who we are, de Luca Guadagnino. Es el momento de afirmarse con la m¨¢xima contundencia, pero donde el terreno que se pisa se est¨¢ moviendo, es inestable.
El escritor de la novela de Hasb¨²n se pone a contar las cosas que les suceden a unos cuantos j¨®venes cuando est¨¢n a punto de dejar el colegio, en Cochabamba. Han pasado ya 21 a?os de lo que anda reconstruyendo y vive en Houston con su mujer. Recibe entonces la visita de una de las criaturas sobre la que escribe. As¨ª que conversan sobre lo que pas¨® entonces, eran unos chavales. Ahora andan por los cuarenta, se buscan la vida como buenamente pueden, a salto de mata como tantos sudamericanos que habitan en Estados Unidos. Ella le dice: ¡°Nosotros somos la ¨²ltima generaci¨®n que creci¨® sin internet ni celulares, ?te das cuenta?¡±. Coordenadas: eran jovencitos cuando estaba Bill Clinton en el poder y en Bolivia gobernaba un tipo que hablaba espa?ol con acento gringo ¡ªGonzalo S¨¢nchez de Losada¡ª, los a?os de la oveja Dolly y del grunge.
La muchacha que aborta, el muchacho que descubre el sexo con su nueva profe y que quiere hacer pel¨ªculas como las de Jonas Mekas: Hasb¨²n dice que aquellos j¨®venes se est¨¢n ¡°adentrando de un d¨ªa al otro en la tierra salvaje de los adultos¡±. ?Van a perder ah¨ª todo lo que los hace ser como son, ah¨ª donde no sirve la complicidad de los amigos y donde cada vez hay menos margen para el yo elijo, yo decido, yo contesto, yo hago, yo pienso? La amiga que llega a Houston le comenta al escritor que ¡°no es posible encontrar una sola respuesta en el pasado, ni una sola clave de nada, solo trampas y cosas que nosotros seguimos poniendo ah¨ª¡±. M¨¢s tarde, sin embargo, apunta el narrador: ¡°Me dice: Todo siempre termina atado a todo. Me dice: sin la fiesta de curso nuestras vidas hubieran sido otra cosa¡±.
Lo que queda de esos a?os invisibles, ?son solo trampas que colocamos en el pasado o, al fin, nos terminaron marcando la existencia? Y en este mundo de hoy, ?c¨®mo est¨¢n haciendo los m¨¢s j¨®venes que entran justo ahora en la tierra salvaje de los adultos? Con confinamientos y mascarillas, y no tocarse y no verse y no juntarse y no perderse. ?C¨®mo har¨¢n?
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