184 d¨ªas al a?o
Espa?a tiene acuerdos con Andorra para compartir ciertos servicios y si pretende evitar la fuga de carteras lo que tiene que hacer es revisar las condiciones de ese pacto
Todo espa?ol lleva dentro un andorrano. Como todo brit¨¢nico lleva dentro un gibraltare?o y todo franc¨¦s un monegasco. Tambi¨¦n los norteamericanos fantasean con instalarse a vivir en las Bahamas y montar una empresa con sede en Delaware. Y es as¨ª porque percibimos los impuestos como una forma de confiscaci¨®n. No podemos evitar ceder a ese relato. Para tranquilizar la conciencia, muchos exigen que el dinero p¨²blico se gestione mejor y se privaticen los servicios que a¨²n no lo est¨¢n, pero en realidad lo que les molesta es ceder una parte de sus ingresos a la Hacienda p¨²blica. Por lo general, cuanto menos dinero ganas, menos pagas en impuestos. Pese a ello, los que tienen que pagar mucho no lo celebran como una victoria personal, sino como una derrota. Esto es un error de apreciaci¨®n. Es como quien se pega una comilona pantagru¨¦lica y luego se queja de que le ha costado m¨¢s hacer la digesti¨®n que a quien se ha comido una manzana pelada. En toda esta disquisici¨®n sobre el pago de impuestos hay un factor de enorme incomodidad, que es el sentido patri¨®tico. De tanto agitarlo y lucirlo en bandera, cuello de camisa y hasta en la correa del perrito, nos creemos que el patriotismo es una exhibici¨®n, cuando en realidad el patriotismo es meramente una liquidaci¨®n honesta del IRPF.
A medida que aumenta el teletrabajo aumentar¨¢ el n¨²mero de personas que a la hora de empadronarse tendr¨¢n en cuenta diversas ventajas. El precio del alquiler, las condiciones de vida, la cercan¨ªa con el mar o el aire puro. Entre esas condiciones puede formar parte el ahorro en el pago de impuestos. Hasta donde sabemos, empadronarse en el sitio que a uno le venga en gana es un libre derecho. Si pasas la mitad del a?o m¨¢s un d¨ªa fuera de Espa?a, puedes acogerte a esa deslocalizaci¨®n fiscal, pese al peso inerte de tu nacionalidad en la conciencia. Por eso, la pol¨¦mica con los j¨®venes millonarios que deciden radicarse en Andorra no ha de tratarse como un agravio emocional. A nadie se le puede exigir una identificaci¨®n con su propio pa¨ªs hasta l¨ªmites que vayan m¨¢s all¨¢ de lo legal. De hecho, Espa?a tiene acuerdos con Andorra para compartir ciertos servicios y, si pretende evitar la fuga de carteras, lo que tiene que hacer es revisar las condiciones de ese pacto.
En las econom¨ªas de competencia, la intervenci¨®n directa del Estado tiene sus dobleces. Lo hemos visto con autonom¨ªas que rebajan los impuestos para captar a los ricos de otras regiones. Y lo hemos visto tambi¨¦n con Amazon, que al verse tasada con un 3% de impuestos en sus transacciones, ha decidido cobrarle ese porcentaje a los productores. Tambi¨¦n los bancos cuando reciben varapalos de las autoridades traspasan el aumento de coste a la clientela. Seamos sinceros, el problema de irte a vivir fuera de Espa?a es sencillamente ese, irte a vivir fuera de Espa?a. Lo sabio de un pa¨ªs es medir el grado de incomodidad que se puede permitir aplicar sobre sus ciudadanos. Lo que pasa es que los millonarios tienen un problema. Dedican demasiado tiempo a pensar en su dinero. Los dem¨¢s, valoramos otras cosas a la hora de elegir d¨®nde pasamos 184 d¨ªas al a?o. Por eso a casi todos estos exiliados para eludir el fisco los pillan falseando el n¨²mero de d¨ªas que pasan de verdad en Espa?a. Tengamos piedad de ellos, no pueden vivir sin nosotros.
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