Demi, vida m¨ªa

Cada vez que abro el m¨®vil, me planta mis verg¨¹enzas ante los morros. El surtido de ignominias var¨ªa, pero los cl¨¢sicos no fallan. Cortes de pelo que te quitan 10 a?os, las rebajas de una lencer¨ªa ultrarreductora, ejercicios de suelo p¨¦lvico para evitar p¨¦rdidas, el v¨ªdeo de los ¨²ltimos cuernos en cierta isla televisiva, los 10 modos de ver fotos ajenas sin dejar huella, alertas de cribado de c¨¢ncer para mayores de 50. Miedos, deseos, fantasmas. Parafilias que ni sabes que sufres, o gozas. Autorretratos tan certeros e implacables como esas fotos robadas que te horripilan tanto como te clavan.

La cosa es que, ¨²ltimamente, el Android me acosa con ofertas de arreglos est¨¦ticos: 2x1 en p¨¢rpados, ubres, cejas, labios, digo yo que para que lleves a una amiga, no te van a dejar a medias. A lo que iba: que el m¨®vil me oye, oiga. Me ha debido de o¨ªr hablar de Demi Moore, que ha ofrecido de nuevo sus carnes a las agujas y ha pinchado en hueso, y ha atado cabos. Hay quien la lapida, como si fuera la ¨²nica. Dicen los cirujanos que la pandemia ha disparado la demanda de retoques en mujeres, hombres y viceversa. Lo llaman el Zoom boom. Resulta que, oh sorpresa, en las videoconferencias no miramos al otro, sino nuestra jeta en primer¨ªsimo plano, y, visto lo visto, muchos resuelven pasar por chapa y sutura. Por eso yo te entiendo, Demi de mi vida. Si una mortal de pol¨ªgono paga lo que no tiene por parecer seis meses m¨¢s joven, ?qu¨¦ no va a pagar una diosa de Hollywood condenada a hacer de abuela del coet¨¢neo del que hizo de novia hace 15 a?os? Quien est¨¦ libre de pecado que se clave el primer chute. No hay m¨¢s que ver fotos de hace un a?o para constatar que se?oras, y se?ores, muy principales de aqu¨ª y de ahora han aprovechado el mutis por el virus para recauchutarse la faz de las fotos oficiales. Por cierto, matar¨ªa por ver qu¨¦ verg¨¹enzas les saca el iPhone cada d¨ªa adem¨¢s del argumentario del partido.