Volver a empezar
La sensaci¨®n que queda despu¨¦s de haber asistido a esta ¨²ltima campa?a en Catalu?a es que podemos retrotraernos a hace cuatro a?os como si no hubiera pasado nada
Esta noche ya sabremos el resultado de las elecciones catalanas. Lo que no sabremos es si habr¨¢n servido para algo, si van a permitir un respiro en la malhadada din¨¢mica que desde hace ocho a?os ha perseguido a la vida pol¨ªtica de este territorio: un sistema pol¨ªtico cada vez m¨¢s fragmentado, que coexiste con una n¨ªtida divisi¨®n en dos grandes bloques; dos grandes subculturas, cada una de las cuales se desmenuza despu¨¦s en una multiplicidad de voces. Pero una ¨²nica gran pregunta existencial, ser o no ser independientes. Frente a ella desaparecen los matices: la discusi¨®n en torno a los medios, los tempos, si habr¨¢ o no mecanismos de inclusi¨®n para la parte a la que eventualmente le toque lidiar con lo peor, la gesti¨®n de los asuntos corrientes. La metaf¨ªsica fagocita a la pol¨ªtica propiamente dicha.
Y el caso es que algunos pens¨¢bamos que algo deber¨ªa haberse aprendido a lo largo de los ¨²ltimos a?os, tan ricos en convulsiones pol¨ªticas. Que ning¨²n sistema pol¨ªtico democr¨¢tico puede permitirse el lujo de saltarse las reglas y las disposiciones constitucionales ¡ªah¨ª tienen la toma del Capitolio en Estados Unidos¡ª; que la polarizaci¨®n no es gratuita y acaba impidiendo cualquier tipo de concertaci¨®n; que no puede abandonarse o preterirse la administraci¨®n de los servicios p¨²blicos b¨¢sicos; que los datos de la realidad acaban imponi¨¦ndose tozudamente frente a cualquier versi¨®n interesada sobre ella, eso en lo que tiende siempre a caer la pol¨ªtica posverdad.
La sensaci¨®n que queda despu¨¦s de haber asistido a esta ¨²ltima campa?a en Catalu?a es que nada de eso cuenta, que podemos retrotraernos a hace cuatro a?os como si no hubiera pasado nada. Todo sigue igual. La aproximaci¨®n del Gobierno a Esquerra Republicana, el anuncio de una mesa de partidos para discutir la cuesti¨®n catalana, incluso la eventual concesi¨®n de indultos para los pol¨ªticos presos... Nada. Nada ha servido para nada.
La derecha no se ha reciclado lo m¨¢s m¨ªnimo en su visi¨®n del conflicto y, desde luego, el independentismo tampoco. No hay estrategia, solo improvisaci¨®n a partir de las ya manidas consignas. Nadie ha dicho, salvo el candidato del PSC, que todo pasa por conducir el debate por otros derroteros, por favorecer la distensi¨®n, por detenerse a pensar m¨ªnimamente hacia d¨®nde vamos. Y as¨ª ha acabado Salvador Illa, convirti¨¦ndose en la diana sobre la que se dirige todo el fuego cruzado.
Mientras tanto, la pandemia sigue su curso y estamos ya en la mayor crisis econ¨®mica y social de los ¨²ltimos tiempos. Tambi¨¦n da igual. Es incluso mejor para satisfacer algunos de los fines.
El salto hacia el independentismo se produjo en la anterior crisis econ¨®mica. Cuanto peor, mejor, m¨¢s d¨¦bil ser¨¢ el Estado y tambi¨¦n el Gobierno. Y cuando esta es la situaci¨®n, cuando preferimos ignorar ¡ªincluso celebrar¡ª los desastres de hoy en nombre de difusos proyectos para el ma?ana, tanto m¨¢s enrevesada e imposible deviene la b¨²squeda de una soluci¨®n viable. Porque despu¨¦s de estas elecciones tampoco la habr¨¢, se interpreten como se interpreten los resultados; el fantasma de la abstenci¨®n impedir¨¢ llegar a conclusiones contundentes. El elefante de un pa¨ªs partido en dos mitades seguir¨¢ ah¨ª. Que la pol¨ªtica produzca melancol¨ªa es algo a lo que ya nos hemos acostumbrado; lo que no es de recibo es que encima genere impotencia.
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