Anormalidad social
La maquinaria democr¨¢tica de Espa?a procesa bien las demandas ciudadanas. Lo extravagante son algunos comportamientos
?Qu¨¦ es anormal en Espa?a: la democracia o la sociedad? En comparaci¨®n con otros pa¨ªses, nuestra maquinaria democr¨¢tica procesa bien las demandas ciudadanas. Los poderes medi¨¢ticos y econ¨®micos que en teor¨ªa iban a impedir que los movimientos populares accedieran a las administraciones no s¨®lo fracasaron, sino que vieron c¨®mo las gobernaban en tiempo r¨¦cord. Hoy, por ejemplo, un habitante de Barcelona tiene probablemente el Gobierno local, auton¨®mico y nacional m¨¢s de izquierdas y alternativo de la historia reciente de Occidente. Y eso sin contar con la hipot¨¦tica mayor influencia de la CUP.
Lo extravagante en nuestro pa¨ªs son los comportamientos sociales, de las protestas callejeras m¨¢s ca¨®ticas a los escraches m¨¢s sistem¨¢ticos contra pol¨ªticos, periodistas, profesores universitarios y otros agentes del mal, usando m¨¦todos intimidatorios (pintadas, pinchazos de ruedas y amenazas) propios de la mafia.
A pesar de nuestra terrible historia, en Espa?a subsiste una ¨¦pica social de la subversi¨®n. Cuantitativamente, no se queman tantos coches como en Francia o Suecia y somos uno de los pa¨ªses m¨¢s seguros de Europa. Pero, cualitativamente, nuestros destrozos del mobiliario p¨²blico y ensa?amientos p¨²blicos contra personas concretas causan un perjuicio mayor porque cuentan con apoyo institucional, impl¨ªcito o expl¨ªcito. Partidos, asociaciones, y en ocasiones incluso altos representantes de las administraciones p¨²blicas, justifican, cuando no alientan, el incivismo. Muchos l¨ªderes sociales y pol¨ªticos no s¨®lo no condenan con firmeza, sino que frecuentemente bendicen la ¡°resistencia¡± a la polic¨ªa. As¨ª que sus seguidores interiorizan como natural que se corten carreteras o rompan quioscos y escaparates. Y la legitimaci¨®n del incivismo es la definici¨®n de barbarie.
Ante el vandalismo, el esquema interpretativo, incluso entre algunos cr¨ªticos de la violencia, es exculpatorio, porque no se pone el acento en el ¡°yo¡± responsable sino en ¡°las circunstancias¡± atenuantes. Se enfatiza que los j¨®venes responden a una situaci¨®n externa a ellos (alto paro juvenil o ausencia de libertad de prensa) cuando lo ¨²nico relevante en un altercado p¨²blico es la responsabilidad de quien lo comente. La mayor injusticia del mundo no justifica una patada a una papelera. No tenemos un Estado angelical. Pero la soluci¨®n no es una sociedad diab¨®lica. @VictorLapuente
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.