UE/Rusia: m¨¢s all¨¢ de las sanciones
Los Veintisiete deben seguir estrechando filas en una estrategia com¨²n frente a Mosc¨²
Los ministros de Exteriores de la UE pactaron ayer la ampliaci¨®n de las sanciones contra Rusia, en esta ocasi¨®n como castigo por el encarcelamiento del opositor Alex¨¦i Navalni y la posterior represi¨®n de los manifestantes que reclamaban su libertad. Las sanciones se sumar¨¢n a las impuestas por la invasi¨®n y anexi¨®n de Crimea, por el ataque qu¨ªmico en Salisbury (Reino Unido) o por los ciberataques contra organismos como la Organizaci¨®n para la Prohibici¨®n de las Armas Qu¨ªmicas. Solo en el caso de la agresi¨®n territorial a Ucrania se adoptaron represalias econ¨®micas de car¨¢cter general, que siguen en vigor siete a?os despu¨¦s. En el resto, el castigo se traduce en prohibir a las personas designadas la entrada en la UE y en la congelaci¨®n de los bienes de que dispongan en territorio comunitario.
El instinto sancionatorio ante los abusos es moral y pol¨ªticamente correcto. Pero, al margen del valor moral, las sanciones tambi¨¦n deben ser un instrumento para conseguir resultados y estos brillan por su ausencia. El Kremlin encaja sin inmutarse cada nueva ronda de medidas a sabiendas de que ninguna de ellas le cierra las puertas de la UE, que siguen abiertas de par en par a trav¨¦s de algunas capitales. Mosc¨² cultiva sus relaciones bilaterales con los pa¨ªses con los que mantiene un v¨ªnculo especial, sea por razones econ¨®micas, culturales o hist¨®ricas. Una lista que abarca desde Alemania hasta Bulgaria, de Italia a Hungr¨ªa, Espa?a o Francia. Bruselas no podr¨¢ plantar cara a Mosc¨² mientras los Veintisiete no cierren filas en torno a una posici¨®n com¨²n que debe combinar la firmeza ante cualquier violaci¨®n del derecho internacional con la inevitable convivencia con el gigantesco vecino. La posici¨®n europea no la pueden fijar ni rencores hist¨®ricos ni intereses econ¨®micos circunstanciales.
Al margen de las sanciones, el lenguaje adoptado ayer por los Veintisiete refleja una mayor conciencia de que no cabe esperar otra cosa que confrontaci¨®n descarnada de parte de Mosc¨². La metabolizaci¨®n de esta realidad debe ser el primer paso para cimentar una unidad a la altura de las circunstancias, mayor de la actual, pese a los pasos en adelante dados en los ¨²ltimos a?os. La UE debe aprovechar con inteligencia la gran realidad subyacente: su superioridad econ¨®mica. La dependencia econ¨®mica rusa de la UE (su mayor socio comercial y el origen de un super¨¢vit comercial de 59.000 millones de euros que mantiene en pie las arcas rusas) es mayor que la dependencia europea de los hidrocarburos rusos. Y las relaciones bilaterales con los Estados miembros tendr¨¢ que estar siempre supeditadas a un marco pactado a nivel europeo. Iniciativas como la de Alemania para construir un nuevo gasoducto con Rusia al margen de la pol¨ªtica energ¨¦tica europea env¨ªan a Mosc¨² la se?al de que la UE es prescindible. Actuar separados favorece a Putin.
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