Algo ha cambiado en Catalu?a
Una dial¨¦ctica constructiva entre el nuevo independentismo gradualista de ERC y el constitucionalismo de los socialistas catalanes podr¨ªa ser un punto de partida favorable para abordar los grandes desaf¨ªos
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Pocos esperaban que las elecciones del 14 de febrero desatascaran definitivamente el bloqueo que padecen las instituciones catalanas y la tensi¨®n de sus relaciones con el Estado. M¨¢s de veinte a?os de desajustes y conflictos no se cancelan con un resultado electoral, por claro y contundente que fuese. Mucho menos, por tanto, si los datos no tienen suficiente claridad ni contundencia. Por tanto, el observador ha de reaccionar con extrema cautela cuando se siente tentado a hacer pron¨®sticos. Toda conclusi¨®n debe ser provisional salvo en un solo punto: en el m¨¢s favorable de los escenarios, estamos solo en el pre¨¢mbulo impreciso de una larga serie de pasos y contrapasos que podr¨ªan balizar una futura v¨ªa de salida para el bloqueo actual.
Decimos que los resultados electorales admiten diversas interpretaciones, tal como se percibe en las aportaciones de los especialistas. Valoran el apoyo obtenido por cada uno de los actores en el contexto de una elevad¨ªsima e inquietante abstenci¨®n, explicable por acumulaci¨®n de factores: fatiga pol¨ªtica, crisis socioecon¨®mica aguda, modificaci¨®n en la oferta partidista, precauci¨®n sanitaria ante la covid-19.
Lo cierto es que el resultado de cada una de las fuerzas contendientes se relativiza frente a esta notable abstenci¨®n. La suma de los partidos independentistas supera por primera vez en pocas d¨¦cimas el cincuenta por ciento de los sufragios. Pero pierde m¨¢s de medio mill¨®n de votos respecto de las elecciones anteriores. El PSC recupera la posici¨®n de cabeza en un apretado codo a codo con ERC y es el ¨²nico partido que incrementa sus votos de 2017. Pero solo consigue algo m¨¢s de la mitad del apoyo que cosechaba hace veinte a?os en los tiempos de Maragall y Montilla. En Com¨²-Podem pierde una cuota importante de sufragios, mientras que la CUP se mantiene, aunque ligeramente por debajo de su resultado anterior. Por lo que hace a la derecha ¡°constitucionalista¡±, la suma de Ciudadanos y PP equivale a una cuarta parte de lo que obtuvieron conjuntamente en 2017 y no llega tampoco a la mitad si se le agrega el resultado de Vox, ¨²nica formaci¨®n que puede jactarse de un impacto efectivo y preocupante en el mapa electoral. Por otra parte, no se sostiene la vieja idea de que el vencedor sea el ¡°partido abstencionista¡± porque entre los dos millones de ciudadanos que no acudieron a las urnas se encuentran antiguos votantes de todos los partidos.
Pese a todo, cabe desprender alguna lecci¨®n de este pronunciamiento ciudadano. Con una ventaja muy moderada, el PSC y ERC se sit¨²an en cabeza. Este hecho les confiere una posici¨®n simb¨®licamente relevante a la hora de tomar iniciativas en los pr¨®ximos meses. Cabe entender que los votantes han dado mayor preferencia a quienes han optado por rebajar ¡ªaunque sea ligeramente¡ª el tono ¨¢spero de sus diferencias y se han aproximado mediante movimientos de considerable importancia: investidura del Gobierno PSOE-UP y aprobaci¨®n del presupuesto estatal. Republicanos y socialistas han incurrido en vetos y estridencias durante su campa?a electoral. Ser¨ªa deseable que recuperaran ahora cierta continencia verbal. Una dial¨¦ctica mesurada y constructiva entre el nuevo independentismo gradualista de ERC y el constitucionalismo abierto de los socialistas catalanes podr¨ªa ser un punto de partida favorable para abordar los grandes desaf¨ªos que tienen ante s¨ª tanto la sociedad catalana como la sociedad espa?ola.
Les tocar¨ªa explorar la semejanza de posiciones por lo que hace a la rectificaci¨®n de un modelo econ¨®mico agotado y sin respuesta a las exigencias de los cambios enormes del ¨²ltimo cuarto de siglo. Lo mismo puede decirse respecto del amenazado ¨¢mbito de las libertades civiles y de los derechos sociales y econ¨®micos, especialmente para los colectivos m¨¢s vulnerables. Deber¨ªan abordar la puesta al d¨ªa de un modelo p¨²blico y universal para la educaci¨®n y la sanidad, duramente maltratado en las ¨²ltimas d¨¦cadas en Catalu?a y en Espa?a. La apuesta decidida por la transici¨®n ecol¨®gica, por otro lado, no admite fronteras competenciales. Los fondos previstos por la pol¨ªtica de reconstrucci¨®n y transformaci¨®n de la UE constituyen una oportunidad irrepetible para emprender tareas pendientes desde hace a?os.
En las pol¨ªticas mencionadas, socialistas y republicanos pueden invocar su pertenencia a la tradici¨®n ¡ªbastante maltrecha¡ª de una izquierda plural que han interpretado a su manera, pero que les distingue claramente de otras opciones pol¨ªticas. En un empe?o compartido por reforzar esta colaboraci¨®n, les acompa?ar¨ªan sin duda otras fuerzas de izquierda: Unidas-Podemos en el conjunto del Estado, EnCom¨²-Podem en Catalu?a.
Trabajar conjuntamente en cuestiones como las apuntadas no significa aparcar el contencioso territorial que seguir¨¢ ocupando un lugar central en la pol¨ªtica del pa¨ªs. Pero facilitar¨ªa el lento y trabajoso di¨¢logo encaminado a darle una v¨ªa de salida. Es lo que esperan muchos catalanes y probablemente muchos espa?oles. La encuesta anual del ICPS de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona as¨ª lo refleja desde hace a?os. Por encima de quienes ans¨ªan la independencia o la conservaci¨®n del statu quo, se pronuncia una mayor¨ªa que espera que el conflicto se resuelva en una negociaci¨®n para aumentar el autogobierno de Catalu?a, incluidas en esta mayor¨ªa cuotas no menores de votantes de partidos independentistas. Corresponder¨ªa ahora a republicanos y socialistas catalanes dar respuesta a estas expectativas, activando la mesa de di¨¢logo, aplazada por la pandemia y la provisionalidad del Gobierno de la Generalitat.
Este lento y delicado ejercicio de aproximaci¨®n se ve amenazado por la situaci¨®n de los dirigentes encarcelados a la que hay que encontrar una soluci¨®n r¨¢pida. Pero tambi¨¦n la amenazan las posiciones intransigentes de otros partidos e incluso de sectores de sus propias formaciones. A?¨¢dase a esta amenaza la acci¨®n persistente de factores poco controlables: una c¨²pula judicial que ha ocupado el terreno pol¨ªtico abandonado por gobiernos anteriores y la influencia de un sistema medi¨¢tico p¨²blico y privado que frecuentemente act¨²a m¨¢s como instigador que como portavoz de los inmovilistas.
Pese a estos obst¨¢culos, es falso decir que nada ha cambiado. Aparece un estrecho margen de maniobra que deber¨ªa ser explorado con valent¨ªa y sin aspavientos. La colaboraci¨®n inmediata entre republicanos y socialistas en la recuperaci¨®n socioecon¨®mica no exige una coalici¨®n de Gobierno. Puede modularse en formatos y ritmos diferentes, acompa?ando al debate ineludible sobre una nueva articulaci¨®n institucional entre Generalitat y Estado y a sabiendas de que no se dan ni las condiciones para una hipot¨¦tica reforma constitucional, ni para una ruptura unilateral de las relaciones entre Catalu?a y el Estado. Estamos, pues, en los proleg¨®menos de un viaje inc¨®modo, por etapas y de larga duraci¨®n. Pero si lo tenemos por necesario no hay raz¨®n para demorar los primeros pasos. Por t¨ªmidos que sean.
Junto a Josep M. Vall¨¨s, Jordi Amat, Victoria Camps y Joan Coscubiela, firman este texto el resto de miembros del grupo Pr¨°leg: Marc Andreu, Marga Arboix, Oriol Bartomeus, Laia Bonet, Joan Botella, Jordi Font, Mercedes Garc¨ªa-Aran, Oriol Nel.lo, Raimon Obiols, Lluis Rabell, Joan Subirats y Marina Subirats.
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