Las palabras y las cosas
La hip¨¦rbole, la exageraci¨®n sin el m¨¢s m¨ªnimo rubor, se est¨¢ convirtiendo en el lenguaje pol¨ªtico normalizado
![Irene Montero](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/AMWQNP45QZHN7DWRT6OLSP5AZE.jpg?auth=25f1239346ed93627bbbac95370db6f05aff617769b982e5bf749b553d00d3db&width=414)
Las declaraciones de la ministra de Igualdad se?alando que prohibir las manifestaciones del 8-M en Madrid equivalen a ¡°criminalizar¡± el movimiento feminista han pasado casi desapercibidas. Puede que sea porque estamos ya m¨¢s que acostumbrados a esa forma hiperb¨®lica de nombrar la realidad. Estuve buscando otros ejemplos similares y me di cuenta enseguida de que si empezaba a poner la lista me com¨ªa la columna. Conclusi¨®n, la hip¨¦rbole, la exageraci¨®n sin el m¨¢s m¨ªnimo rubor, se est¨¢ convirtiendo en el lenguaje pol¨ªtico normalizado. Con un efecto obvio, que deja de tener efecto. Cuanto m¨¢s distorsionamos la realidad a base de amplificarla, tanto menor ser¨¢ tambi¨¦n nuestra capacidad para reflejar algo con sentido. Recuerden el uso que se hizo de la palabra ¡°libertad¡± durante el confinamiento por parte de Vox u otros; o la acusaci¨®n de ¡°asesinos¡± a quienes trataban de evitar que nos desbordara la pandemia.
Se preguntar¨¢n, entonces, que por qu¨¦ se hace, por qu¨¦ se insiste en abandonar los datos de la realidad para caer en una descripci¨®n tan burda de ella. El propio Arist¨®teles afirm¨® que recurrir a la hip¨¦rbole era un gesto ¡°adolescente¡± y propio de quienes est¨¢n enfurecidos. Y eso ya nos cuadra m¨¢s. ¡°Adolescentes indignados¡± es un buen s¨ªmil ¡ªpor seguir con las figuras ret¨®ricas¡ª para describir a muchos de nuestros pol¨ªticos. Es lo que vemos casi en cada sesi¨®n del Congreso. Todos con gesto serio y ametrallando al contrario con palabras destempladas, apenas recurriendo a la iron¨ªa o esbozando una sonrisa. Eso que a algunos nos sale de forma casi natural cuando escuchamos algunas de las bravuconadas que all¨ª se dicen.
El caso es que en la tradici¨®n de la ret¨®rica la hip¨¦rbole se presenta tambi¨¦n como un acto del habla que anuncia su propia mentira. Algunas veces, desde luego, sin que quien la emite sea consciente de ello. Est¨¢n tan acostumbrados a exagerar, que ignoran que al hacerlo est¨¢n subvirtiendo su credibilidad. O quiz¨¢ no. Si lo hacen no es porque no crean que lo que dicen es desmedido, sino porque se ve como el atajo m¨¢s directo para cohesionar a los suyos. Desacreditar desaforadamente al adversario es una forma de manipular a la audiencia, el recurso tantas veces visto en la demagogia trumpista, cuyo dibujo de la realidad convert¨ªa a esta en una caricatura, pero que se mostr¨® tan eficaz para dotar de identidad a su movimiento. De ah¨ª sac¨® Vox eso de que los inmigrantes ilegales ¡°violan, roban y matan¡± y otras lindezas semejantes, la copia casi exacta de lo que Trump dijo de los mexicanos.
Nos encontramos, pues, en plena pol¨ªtica posverdad. En su versi¨®n m¨¢s zafia, adem¨¢s, eso que H. Frankfurt llamaba bullshit, las paparruchadas o chorradas, el pronunciarse sobre cualquier cosa sin ton ni son, sin prestar la m¨¢s m¨ªnima atenci¨®n a la distinci¨®n entre lo verdadero y lo falso. Mas no es inocente. Detr¨¢s est¨¢ la estrategia de abundar en la polarizaci¨®n, de movilizarse siempre en contra de alguien. Corren el peligro, como dije antes, que quiz¨¢ nos acabemos inmunizando frente a este lenguaje hiperb¨®lico y empecemos a escuchar a quienes nos hablan de una realidad reconocible. Que los hechos est¨¢n para tom¨¢rselos en serio, no para poner las palabras sobre los hechos al servicio de fines cualesquiera.
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