¡°?Quiere usted vacunarse?¡±
Fujimori y tres ministros de Salud de su dictadura han sido al fin acusados de las esterilizaciones forzosas de campesinas peruanas. El objetivo no era que no nacieran m¨¢s ni?os, sino que no nacieran m¨¢s indios
La prensa europea se ha hecho eco de la noticia procedente del Per¨² de que la Fiscal¨ªa peruana ha presentado en estos d¨ªas una denuncia penal contra el expresidente Alberto Fujimori y tres ministros de Salud de su r¨¦gimen autoritario por las esterilizaciones forzosas que llevaron a cabo durante el segundo periodo de la dictadura (1995-2000) y a consecuencia de las cuales por lo menos cinco campesinas murieron desangradas. Los responsables de este crimen mayor, impregnado de racismo y de fraude, han conseguido hasta ahora, durante 20 a?os, escapar de sus responsabilidades, de manera que el escepticismo es obligatorio, aunque la esperanza de que paguen su delito est¨¢ siempre all¨ª, llameando en la conciencia del pueblo peruano.
Fue uno de los peores cr¨ªmenes que cometi¨® la dictadura, pero, aunque parezca incre¨ªble, el dictador que cumple una condena de 25 a?os por violar los derechos humanos se ha librado hasta ahora, al igual que sus ministros de Salud, gracias a complicidades en el Poder Judicial, de ser condenado por este horror: la masiva esterilizaci¨®n de mujeres campesinas, que en su mayor¨ªa no hablaban espa?ol y un buen n¨²mero de las cuales eran analfabetas, a las que el Estado pretend¨ªa solamente vacunar.
A la esterilizaci¨®n forzosa se a?ad¨ªa en este caso el racismo y la mentira. Las campesinas no sab¨ªan que iban a ser castradas; se les consultaba si quer¨ªan ser vacunadas o examinadas para averiguar si ten¨ªan enfermedades ocultas por las brigadas que enviaba a las comunidades campesinas el Ministerio de Salud, el gran c¨®mplice de este delito colectivo. El Fiscal de la Naci¨®n ha acompa?ado su intervenci¨®n de por lo menos una p¨¢gina supuestamente firmada, dando su autorizaci¨®n, por una campesina analfabeta y quechua hablante que no sab¨ªa palabra de espa?ol.
?Cu¨¢ntas mujeres campesinas fueron v¨ªctimas de esta pol¨ªtica practicada anta?o por los nazis contra los jud¨ªos, los negros y otras ¡°razas inferiores¡±? En realidad, ni se sabe ni nunca se sabr¨¢. Fue un delito que se perpetr¨® por muchos a?os ¡ªtres ministros de Salud de Fujimori han sido implicados por el fiscal en su acusaci¨®n¡ª mediante una mentira de la que eran c¨®mplices m¨²ltiples funcionarios y lo han sido luego muchas supuestas autoridades del Poder Judicial que debieron intervenir en su momento e impedir que la dictadura siguiera llenando la cordillera de los Andes de semejante sangr¨ªa. Las complicidades llegaron a las mayores alturas y todav¨ªa los peruanos recordar¨¢n a una autoridad eclesi¨¢stica de Lima confesando que ¨¦l s¨ª protest¨® contra lo que ocurr¨ªa, pero que lo hizo en privado, amonestando al dictador sin que nadie lo oyera, pues le susurraba sus reprimendas al o¨ªdo. La organizaci¨®n feminista Demus hace algunos a?os investig¨® este delito colectivo y lleg¨® a la conclusi¨®n de que unas 270.000 mujeres campesinas fueron esterilizadas seg¨²n este plan, mediante la ligadura de las trompas o la simple castraci¨®n. Tampoco los hombres se libraron de la encubierta medida. En esa misma encuesta se se?alaba a 24.000 hombres de origen campesino esterilizados sin haberlo sabido.
Las leyes peruanas son muy claras al respecto. Nadie puede ser objeto de una esterilizaci¨®n sin haber dado su consentimiento, sabiendo con lujo de detalles a lo que se expone con esta delicada intervenci¨®n que s¨®lo pueden aconsejar los m¨¦dicos porque va en ello la salud de la madre. Para burlar estas disposiciones, la dictadura de Fujimori recurri¨® a una mentira de la que fueron c¨®mplices sus ministros del ramo y m¨²ltiples funcionarios, sobre todo los que en el terreno se ocupaban de llevar a cabo las esterilizaciones. Las campesinas no eran consultadas al respecto. Se les preguntaba, en cambio, si quer¨ªan ser vacunadas o diagnosticadas de alguna enfermedad. Naturalmente, la inmensa mayor¨ªa respond¨ªa que s¨ª. A la falsedad se a?ad¨ªa el prejuicio racial. Se trataba de humildes mujeres indias de las comunidades serranas que, much¨ªsimas de ellas, ni siquiera entend¨ªan a los sanitarios o enfermeros de las brigadas encargadas de las esterilizaciones. ?Cu¨¢ntas de estas mujeres murieron desangradas? El fiscal ha se?alado que cinco de ellas fallecieron a consecuencia de esas intervenciones y que 1.307 padecieron de lesiones graves. Pero es obvio que el n¨²mero real est¨¢ muy por encima de esas cantidades, que s¨®lo reflejan a las que se atrevieron a denunciar la patra?a sanguinaria de la que fueron v¨ªctimas; much¨ªsimas otras ni siquiera se enteraron de los efectos que tendr¨ªa en su organismo ¡°el cuento de la vacuna¡±.
?Llegar¨¢ esta vez a tener lugar el juicio y los m¨¢s altos responsables de este crimen a ser castigados? El fiscal ha se?alado a tres exministros de Salud, Eduardo Yong, Marino Costa y Alejandro Aguinaga, adem¨¢s del exdirector de Salud, Ulises Aguilar, como los principales perpetradores de esta operaci¨®n. Uno de ellos, Aguinaga, es candidato en las elecciones pr¨®ximas del partido fujimorista Fuerza Popular, que postula a la presidencia a la hija del dictador, que, dicho sea de paso, est¨¢ muy de capa ca¨ªda en las encuestas.
Entre los muchos cr¨ªmenes y robos que se cometieron en aquellos a?os de la dictadura fujimorista, este es uno de los peores, porque refleja, mejor que ninguna otra de las exacciones que comet¨ªan Montesinos y el propio Fujimori, las dobleces y los prejuicios del sistema. Las esterilizaciones forzosas estaban acompa?adas de mentiras y de racismo, puesto que sus v¨ªctimas eran sobre todo indias quechua hablantes a las que era f¨¢cil enga?ar, pues un buen porcentaje de ellas ni siquiera pod¨ªan enterarse de qu¨¦ se trataba, pues no hablaban espa?ol. El objetivo no era que no nacieran m¨¢s ni?os en el Per¨², sino que no nacieran m¨¢s indios de los que ya hab¨ªa. Por lo dem¨¢s, hab¨ªa est¨ªmulos para las brigadas que cumpl¨ªan con sus cuotas.
Una operaci¨®n de esta ¨ªndole no pod¨ªa llevarse a cabo sin la complicidad de cientos, o acaso miles, de personas. Los miembros de las brigadas que recorr¨ªan la sierra, preguntando a las campesinas si quer¨ªan vacunarse, sab¨ªan muy bien que burlaban la ley difundiendo semejante mentira y, por conservar ese innoble empleo, se somet¨ªan. De esta manera, no s¨®lo violaban unas leyes, sino que pon¨ªan en pr¨¢ctica ese racismo antiindio que un gran n¨²mero de peruanos de alta y media clase social todav¨ªa conserva en el fondo de su personalidad, aunque no suele hacerse patente de manera tan flagrante como en esta operaci¨®n a gran escala que el Gobierno de Fujimori puso en pr¨¢ctica.
Por eso hay que seguir apoyando a quienes, como el fiscal Pablo Espinoza en este caso, se empe?an en que este crimen no quede impune y sea objeto de un juicio en el que los grandes responsables, empezando por el exdictador, reciban el castigo que merecen. Aunque el Per¨² atraviesa momentos muy dif¨ªciles ¡ªla pandemia lo ha golpeado de manera sever¨ªsima, sobre todo a los sectores sociales m¨¢s humildes, donde el n¨²mero de infectados y de muertos ha sido muy elevado¡ª, esta ha sido una buena noticia para los peruanos.
Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2020. ? Mario Vargas Llosa, 2021.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.