Oraci¨®n f¨²nebre
?Qu¨¦ sostiene a este Estado, qu¨¦ lo cohesiona? Nada. Ni siquiera el simbolismo unificador de la Corona, sujeta a una operaci¨®n de derrumbe o instrumentalizada por intereses partidistas
Si a Catalu?a solo le interesa Catalu?a, y a Madrid solo le interesa Madrid; si Galicia se encapsula en su liderazgo regionalista, o Andaluc¨ªa ¨Ddesde luego el Pa¨ªs Vasco¨D; si Murcia se convierte en una subasta de cargos; si los titulares del poder central se sustentan sobre quienes no creen en un poder central; si, en definitiva, nadie piensa m¨¢s que en mantenerse en el poder, cada cual en su chiringuito, ?qu¨¦ sostiene a este Estado, qu¨¦ lo cohesiona? Nada. Ni siquiera el simbolismo unificador de la Corona, sujeta a una operaci¨®n de derrumbe o instrumentalizada por intereses partidistas.
La parte positiva del sainete pol¨ªtico al que hemos asistido esta semana es que ha permitido que todo esto salga a la luz. Tambi¨¦n, que carecemos de alternativa, que el Gobierno carece de oposici¨®n viable. A Espa?a ya solo le queda un ¨²nico partido de ¨¢mbito nacional, el PSOE. El PP ha preferido conservar el poder all¨ª donde lo ocupa antes que preocuparse por construir dicha alternativa. Hu¨¦rfana la derecha espa?olista en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco, dos regiones fundamentales, elige ahora la peor opci¨®n, abrazarse a la extrema derecha. Es condenarse a no conseguir jam¨¢s una mayor¨ªa de esca?os y a no poder pactar sino consigo misma. Mejor p¨¢jaro en mano, el actual poder territorial, que aspirar a tener un proyecto nacional a medio plazo. No es lo que interesa al pa¨ªs, ¨¦se que tanto afirman amar, sino a estos dirigentes concretos.
Ciudadanos se suicida y sus restos acabar¨¢n poni¨¦ndose al servicio de quien consiga mantener sus cargos supervivientes. Fuera de ellos hace demasiado fr¨ªo. Otra cosa son sus votantes, condenados al exilio interior en la polis. Las posiciones de centro han sido engullidas ya por la irresistible atracci¨®n de los polos. Y Madrid ofrece el paradigma perfecto. All¨ª se ensayar¨¢ la batalla definitiva por expulsarlo del todo y por conseguir la unificaci¨®n de la derecha desde su corrimiento hacia su lado m¨¢s extremo. Resulta, sin embargo, que en contra de lo pretendido por Ayuso, Espa?a no es Madrid. Y est¨¢ por ver si Madrid es el Madrid que ella nos trata de vender. Pero para cuando el PP se d¨¦ cuenta ya ser¨¢ demasiado tarde: a ver qui¨¦n se har¨¢ cargo de lo que permanezca de ¨¦l.
La impresi¨®n que queda es que aqu¨ª no lidera nadie y que nadie tiene un verdadero proyecto de pa¨ªs. No pueden tenerlo, porque nuestros pol¨ªticos prefieren anteponer sus intereses concretos, sus peque?as ambiciones personales, a los intereses de la generalidad. Importa m¨¢s la marruller¨ªa y los beneficios cortoplacistas que el sacrificio por lo p¨²blico. Siempre con las excepciones de rigor, claro. En condiciones normales este espect¨¢culo hasta ser¨ªa divertido de contemplar; bajo estas circunstancias de crisis extrema es imp¨²dico. La insoportable levedad de nuestros dirigentes contrasta cada vez m¨¢s con el peso de los desaf¨ªos que hemos de afrontar. Nos jugamos el futuro, y para ello no queda m¨¢s remedio que hacer acopio de fuerzas; sumar, no dividir. Pero ellos est¨¢n en la balcanizaci¨®n. Y lo malo es que arrastran tambi¨¦n a sus seguidores. Una sociedad polarizada, regional e ideol¨®gicamente, al final deviene ingobernable e incapaz de satisfacer sus fines colectivos. Estamos jugando con fuego.
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