Estos son mis principios...
¡Y si no le gustan, tengo otros. La cita de Groucho resume el tr¨¢gico sainete (perd¨®n por el ox¨ªmoron) al que hemos asistido esta semana
¡Y si no le gustan, tengo otros. La cita de Groucho resume el tr¨¢gico sainete (perd¨®n por el ox¨ªmoron) al que hemos asistido esta semana. Tr¨¢gico, porque en el homenaje a las v¨ªctimas del terrorismo percib¨ªamos que muchos de nuestros representantes estaban a otra cosa. No es raro, estamos acostumbrados a que ese ¡°estar a otra cosa¡± consista en aprovechar un acto de honra y memoria para manipular a voluntad el pensamiento de personas que ya no tienen capacidad de odiar o perdonar. Pero en este 11 de marzo, al habitual enojoso desacuerdo pol¨ªtico con que Espa?a homenajea a sus v¨ªctimas se filtraba el runr¨²n de fondo que provoc¨®, ahora s¨ª, el sainete pol¨ªtico en el que unos cuantos demostraron amoldar los supuestos principios que les asisten a sus m¨¢s inmediatos intereses, o sea, al sill¨®n que ocupan. Tampoco es extra?o, pero el jueves, al d¨ªa siguiente de esa jornada que los periodistas calificaron de v¨¦rtigo, no hicieron nada para fingir cierta compostura. Y a¨²n as¨ª, con todo el descaro, siguieron hablando de principios. Me preocupa que este cinismo se nos contagie a todos. Unos d¨ªas antes, cuando a la ministra de Igualdad le negaron acudir a un acto en un colegio p¨²blico del barrio de San Blas, primero con la excusa de la covid, y luego ya por la raz¨®n de peso, salvar a las ni?as inocentes del adoctrinamiento de una mala mujer, los principios de Ignacio Aguado parec¨ªan firmes. Como un solo hombre se uni¨® a su jefa para proclamar que a los colegios no se iba a dar m¨ªtines. Tal cual. Por supuesto, hace una semana no le parec¨ªan m¨ªtines las visitas escolares de sus socios del PP o del inefable Ortega Smith. A m¨ª esta prohibici¨®n me pareci¨® tan grave que compart¨ª mi indignaci¨®n con amigos. M¨¢s de uno me contest¨® diciendo, como argumento pol¨ªtico de peso, que Irene Montero les ca¨ªa fatal. Tal vez todos somos v¨ªctimas de este virus de la extrema emocionalidad en los argumentos y hayamos vuelto a la vida escolar en la que el mundo se divid¨ªa entre los que nos ca¨ªan bien y los que nos ca¨ªan mal. Menos mal que Roc¨ªo Monasterio volvi¨® al eje pol¨ªtico cuando dijo que en el caso del veto a la visita de la ministra estaba actuando el pin parental. Ese mismo pin al que Ciudadanos se hab¨ªa negado por unos principios que abandon¨® cuando se trat¨® de la ministra de Igualdad.
El mi¨¦rcoles a primera hora a mucha gente a¨²n le cab¨ªa la esperanza de que por un d¨ªa se hablara de Murcia. Cr¨¦annos: incluso a los madrile?os nos gustar¨ªa de vez en cuando pasar un poco desapercibidos. Pero la presidenta Ayuso no nos deja, es una virtuosa a la hora de robar el show, y ah¨ª nos tiene, haciendo de madrile?os de la ma?ana a la noche. Ejemplo: si en Murcia hay una moci¨®n de censura, yo convoco elecciones. Toma ¨®rdago. Para colmo, enseguida se supo que la mitad de los murcianos que hab¨ªan presentado la moci¨®n de censura (por el bien de Murcia), se descolgaban de su rebeld¨ªa y optaban por volver al c¨®modo sill¨®n (tambi¨¦n por el bien de Murcia). Entretanto, en Madrid, el sin par Aguado conced¨ªa entrevistas. Una v¨ªctima, se?ores, una v¨ªctima. Yo he callado mucho, confesaba, por el bien de los madrile?os. Por el bien de los madrile?os, le dec¨ªa al periodista, se mordi¨® la lengua cuando su jefa Ayuso dijo que el 8 de marzo era el D¨ªa de la Mujer Infectada. Ahora, roto su silencio, defin¨ªa a la presidenta como una mujer sin restricciones. Tambi¨¦n Ayuso se present¨® como una v¨ªctima ante los medios. V¨ªctima de esa mosca cojonera que hab¨ªa sido su vicepresidente, v¨ªctima de la madrile?ofobia lacerante, v¨ªctima en fin. Mirando al frente como tan solo ella sabe hacerlo, coron¨® su discurso con un ¡°socialismo o libertad¡±. Pablo Casado lo repiti¨®, pero bajito, porque no lo acaba de ver. Y Roc¨ªo Monasterio, con esa sonrisa perenne que la adorna, palade¨® su victoria.
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