Dos mujeres
M¨®nica Garc¨ªa y Yolanda D¨ªaz est¨¢n superando en vivo y en directo el complejo de impostora que nos ha lastrado las alas a tantas antes que a ellas
Llevaba tiempo observando a dos pol¨ªticas espa?olas como quien avista dos ovnis. Una es ministra. La otra, diputada de la oposici¨®n y azote del Gobierno de una comunidad aut¨®noma. No es, sin embargo, el ejercicio de sus cargos lo que me sorprend¨ªa, sino su forma de ser y estar en esas junglas. En esos feudos de machos y de algunas, pocas, mujeres alfa, ellas se sal¨ªan del alfabeto. En ese mundo de choque de pechos y arqueo de piernas para marcar los propios atributos, ambas hablaban m¨¢s del pr¨®jimo que de su ombligo. En esa competici¨®n de a ver qui¨¦n mea m¨¢s lejos, aunque sea de boquilla, las dos brillaban por su ausencia de impostura. Dir¨ªase que aprend¨ªan sobre la marcha, y se notaba. Su emoci¨®n, sus dudas, sus nervios, su perplejidad ante las pu?aladas amigas y enemigas, su verg¨¹enza propia y ajena parec¨ªan genuinas. Y eso traspasaba la pantalla.
En esas andaba una entretenida cuando, ayer mismo, el sismo pol¨ªtico que nos sacude puso a estas dos se?oras en primer¨ªsima l¨ªnea de fuego. Y su reacci¨®n las ha retratado mejor que un teleobjetivo. Puestas ambas en el brete de acatar, por sus santas g¨®nadas, el envite de un var¨®n poco acostumbrado a recibir un no por respuesta, ambas dudaron a ojos vista antes de hacer lo que creen que deb¨ªan en conciencia. Como todos y todas, se me dir¨¢, y ser¨¢ cierto. La diferencia es que me las creo. Y no hablo de su ideario, del que puedo discrepar y discrepo, sino de ellas mismas y de su v¨¦rtigo y su determinaci¨®n al mismo tiempo al asumir el riesgo de errar, fracasar o no dar la talla en un proyecto, cosa que casi ning¨²n var¨®n se plantea de antemano. M¨®nica Garc¨ªa, candidata a presidenta de la Comunidad de Madrid, y Yolanda D¨ªaz, ministra de Trabajo e inminente vicepresidenta de Espa?a, son dos mujeres de 47 y 49 a?os que est¨¢n superando en vivo y en directo el complejo de impostora que nos ha lastrado las alas a tantas antes que a ellas. Sin tutelas ni tut¨ªos fuertes que valgan. Y eso no tiene vuelta atr¨¢s posible.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.