Pregunta
Yo le describ¨ªa el aula abigarrada de mi charla y el hotel inc¨®modo; ella me hablaba del sendero de monta?a que sigui¨® con sus amigos y el albergue donde cenaban. Ahora, siempre silencio. ?D¨®nde estar¨¢?
Era un sue?o sereno, acogedor, en el que yo charlaba con un grupo de amigos inconcretos con los que me encontraba a gusto. Afirmaciones festivas, bromas, alg¨²n juego de palabras, no s¨¦. Dije algo ininteligible que suscit¨® risas discretas y amables. Luego alguien me pregunt¨® con voz clara: ¡°?Y d¨®nde est¨¢ Sara?¡±. Empec¨¦ a responder con bonhom¨ªa a esa cuesti¨®n trivial cuando de pronto la angustia me paraliz¨® la garganta. Sara estaba, estar¨ªa... pero no, no estaba. Repas¨¦ diversos lugares, una playa de Mallorca, la Rue Jacob de Par¨ªs donde hab¨ªa una tiendecita que le gustaba, la plaza Gipuzkoa, su cuarto al fondo de la casa... Viendo la tele, intent¨¦ decir con voz inaudible: est¨¢ viendo la tele. Me despert¨® el agobio de lo inexplicable.
Desde que nos conocimos, nunca estuvimos ni veinticuatro horas sin saber d¨®nde estaba el otro. Yo viajaba mucho y lo que me pagaban en esos bolos se me iba en telefonearla y recibir a cualquier hora sus llamadas a cobro revertido. Cuanto m¨¢s lejos est¨¢bamos, m¨¢s nos apetec¨ªa charlar a todas horas de intrascendencias o de enigmas metaf¨ªsicos. Entonces telefonear costaba dinero, a veces mucho dinero: los j¨®venes no saben cu¨¢nto se ahorran con internet. Y cu¨¢nto han perdido... Con tanta comunicaci¨®n no pod¨ªamos echarnos de menos: al contrario, alejarse era una ocasi¨®n de contarle el mundo al otro. Yo le describ¨ªa el aula abigarrada de mi charla y el hotel inc¨®modo; ella me hablaba del sendero de monta?a que sigui¨® con sus amigos y el albergue donde cenaban. Ahora, siempre silencio. ?D¨®nde estar¨¢? Y ?d¨®nde puedo estar yo? Seis a?os ya: ni un d¨ªa, ni una hora sin pensar en ella. ¡°El tiempo no se engendr¨® en las estrellas ni en los relojes, sino en las l¨¢grimas¡± (Juan Benet).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.