Por Tutatis
Boris Johnson exhibe el incremento del arsenal nuclear, s¨ªmbolo de estatus y de soberan¨ªa, en la nueva estrategia internacional brit¨¢nica
Habr¨ªa sido una sorpresa que un Gobierno obsesionado con la soberan¨ªa como el de Boris Johnson dejara pasar la oportunidad de la revisi¨®n de la estrategia brit¨¢nica de defensa y seguridad sin recuperar los reflejos imperiales que se esconden bajo su proyecto de un Reino Unido Global. As¨ª ha sido, tal como se manifiesta en tres elementos de su a?orante visi¨®n internacional tras el Brexit.
El primero es su despechado desprecio hacia Bruselas. Johnson no tan solo ha dado el portazo, sino que pretende prescindir en el futuro del club europeo como tal. La UE no aparece ni siquiera como un actor pol¨ªtico en el mundo concebido por Londres. Europa es el nombre de un territorio vecino muy adecuado para el comercio, donde habitan unas estimables naciones con las que relacionarse bilateralmente. Muy acorde con las agrias disputas sobre el protocolo irland¨¦s del Brexit, que el Gobierno brit¨¢nico quiere cambiar despu¨¦s de haberlo firmado. O con el trato insolidario que ha dispensado a los torpes esfuerzos europeos para una vacunaci¨®n r¨¢pida y coordinada contra la covid. El segundo se refiere al papel brit¨¢nico en la nueva geopol¨ªtica. Johnson quiere ser decisivo en el nuevo pivote global, situado en la regi¨®n India-Pac¨ªfico. El Imperio Brit¨¢nico culmin¨® su decadencia y retirada del mundo, desplazado por EE UU, con el desastre de la fracasada invasi¨®n de Suez en 1956, y Johnson quiere deshacer ahora el camino de Suez y ser de nuevo alguien sobre las olas hasta el mar de la China Meridional. Y no tan solo en cuanto a finanzas, comercio, ciencia y tecnolog¨ªa.
Aqu¨ª es donde interviene la tercera pieza, el arma nuclear, s¨ªmbolo de estatus e instrumento soberano por excelencia gracias a la disuasi¨®n. Si sus antecesores desarmaban, Johnson rearma, al menos ret¨®ricamente. Ampl¨ªa el arsenal, que pasa de 180 cabezas nucleares a 260 como l¨ªmite, aunque sin variar ni incrementar las lanzaderas. Y en la letra peque?a aparece la relaci¨®n bilateral con Francia, pa¨ªs con el que comparte buena parte de la tecnolog¨ªa del arma soberana, en concreto la instalaci¨®n de pruebas en Borgo?a donde se simulan las detonaciones tras la prohibici¨®n internacional de todo tipo de ensayos.
No habr¨ªa disuasi¨®n brit¨¢nica sin los acuerdos de Lancaster House, firmados en 2010 por Cameron y Sarkozy, en los que se estableci¨® el Programa Tutatis de cooperaci¨®n nuclear. Es el nombre del dios galo de la guerra, como saben los lectores de Ast¨¦rix, protector ahora de la soberan¨ªa compartida por las dos potencias nucleares europeas.
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