Mal tratar el maltrato
El documental de Roc¨ªo Carrasco est¨¢ referido a la violencia machista y eso parece haber suspendido nuestro sentido cr¨ªtico, despreciamos a todo aquel que intente amargarnos este momento televisivo
Si el documental de Nevenka, austero, en absoluto melodram¨¢tico, tiene de fondo la Espa?a del pelotazo, la burbuja inmobiliaria y el sesgo mis¨®gino de la sociedad y la justicia, porque las vidas no suceden en un limbo ahist¨®rico sino en un contexto concreto; si una persona joven que no vivi¨® esos a?os del falso milagro econ¨®mico ve hoy la historia de la concejala y comprende por qu¨¦ aquel era el h¨¢bitat perfecto para que un hombre poderoso se creyera impune, como as¨ª lo escribi¨® Juan Jos¨¦ Mill¨¢s; si ese era el objetivo del documental, narrar una vida que se ve sacudida por el contexto moral y pol¨ªtico de una ¨¦poca, est¨¢ de sobra cumplido. En la exitosa narraci¨®n televisiva que Telecinco est¨¢ ofreciendo de Roc¨ªo Carrasco falta, a mi parecer, ese fundamental contexto. Cuando la protagonista de este programa se sale del asunto esencial del abuso lo que se narra deriva hacia aquello que leer¨ªamos o ver¨ªamos en cualquier ¡°exclusiva¡± del coraz¨®n. Pero el hecho de que lo que se cuenta est¨¦ referido al matrato parece haber suspendido nuestro sentido cr¨ªtico, de tal manera que despreciamos a todo aquel que intente amargarnos este momento televisivo al se?alarnos que tal vez esta no es la manera de tratar el maltrato. El contexto en el que se desarrollaron los hechos sucede en los mismos a?os desquiciados del abuso que padeci¨® Nevenka, pero en el caso de Carrasco se elude probablemente ese relato porque la propia cadena oculta su ineludible responsabilidad de convertir a personas muy poco preparadas en seres para el desguace. No le conviene el ejercicio autocr¨ªtico sino el de lavar la imagen. Y es ah¨ª donde ha seducido al p¨²blico, ?incluidas dos ministras!, conduci¨¦ndolo a mirar sin cuestionar, a aplaudir sin recordar. Pero hay que recordar. Hay que recordar c¨®mo era aquel Canal Nou, precursor incluso de las maneras pol¨ªticas de hoy, que hubiera admirado al pope de este negocio, el viejo Berlusconi. Hay que recordar lo que se ve¨ªa y la suciedad de la trastienda: ah¨ª estaba ese Vicente Sanz, presidente de la tele p¨²blica valenciana, pidi¨¦ndoles a algunas de sus colaboradoras que le hicieran ¡±una chupaeta¡±. Hay que ver las veces en que apareci¨® la misma Roc¨ªo Carrasco (algunas s¨ª se emitieron la semana pasada), tan jovencilla que daba mucha l¨¢stima, dando ruedas de prensa por su embarazo, o muy crecida en T¨®mbola, poseedora de un tono desafiante, espet¨¢ndole sin rubor a una colaboradora que a lo mejor lo que envidiaba es que su marido (Antonio David) ten¨ªa la suerte de no tener que trabajar para vivir. Asombroso. Asombroso el desfile de hijos de madres y padres que fueron algo, tonadilleras, toreros, boxeadores, presentadoras, y a los que nadie, ni sus progenitores ni la prensa can¨ªbal, dejaron crecer en su leg¨ªtima privacidad: los fagocitaron, los convirtieron en personajes que poco ten¨ªan que contar m¨¢s que esas cosas comunes que nos pasan a todos, que nos embarazamos, que tenemos hijos, que los beb¨¦s son nuestro motor, que por nuestros hijos matamos. En fin. Los programas exhiben ya la tercera o cuarta generaci¨®n de estos personajes sin rumbo. La tele aliment¨® la curiosidad por la podredumbre, y el dinero, ah¨ª est¨¢ la clave, los condujo a un nivel de vida alt¨ªsimo y sin fuste. Ese es el lamentable paisaje de esta historia. Pero parece que por el hecho de tratarse de un maltrato hemos de anular cualquier otra perspectiva sociol¨®gica. No debiera ser as¨ª en un relato tan confuso en donde se mezcla lo que verdaderamente es violencia ¡ªel desprecio, la bofetada, el insulto¡ª con unos cuernos que, siendo muy desagradables, no est¨¢n tipificados como delito en el C¨®digo Penal.
Todo este espect¨¢culo, que dar¨¢ mucho de s¨ª (vamos a ver hasta d¨®nde llegamos), parece justificado por el hecho de que han aumentado las denuncias de mujeres. Bienvenido sea este bien colateral. Pero creer el testimonio de una mujer no significa contribuir a convertir en show algo tan triste.
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