La realidad y el deseo
Este a?o, abril ha llegado cargado de contradicciones, las que nos invaden desde ya hace un a?o, desde que se desat¨® la pandemia
¡°Abril es el mes m¨¢s cruel: / engendra lilas de la tierra muerta, / mezclando la realidad y el deseo, / despertando yertas ra¨ªces con lluvias de primavera...¡±. Estos versos de La tierra bald¨ªa, del poeta estadounidense T. S. Eliot, regresan a mi memoria cada vez que llega este mes que trastorna la naturaleza y con ella a todos los hombres, que despertamos de la postraci¨®n del fr¨ªo: ¡°El invierno nos mantuvo c¨¢lidos, cubriendo / la tierra con nieve olvidadiza, nutriendo / una peque?a vida con tub¨¦rculos secos¡¡±.
Cerca de donde yo vivo est¨¢ la casa en la que otro poeta, el espa?ol Luis Cernuda, escribi¨® La realidad y el deseo, los dos extremos de la condici¨®n humana, que en abril se confunden, seg¨²n el verso de Eliot, m¨¢s que en cualquier otra ¨¦poca. La primavera, la estaci¨®n de las flores y de las hojas nuevas, la de las ra¨ªces que renacen con el calor y las lluvias despu¨¦s de meses amortecidas por las heladas, produce el mismo efecto sobre las personas, y eso se nota como lo notaron Eliot y Luis Cernuda, que lo dejaron dicho en sus versos, esos versos que ya nos pertenecen aunque no los hayamos le¨ªdo. ¡°?Cu¨¢les son las ra¨ªces que arraigan, qu¨¦ ramas crecen / en estos p¨¦treos desperdicios? Oh, hijo del hombre, / no puedes decirlo ni adivinarlo; t¨² solo conoces / un mont¨®n de im¨¢genes rotas, donde el sol bate, / y el ¨¢rbol muerto no cobija, el grito no consuela / y la piedra seca no da agua rumorosa. Solo / hay sombra bajo esta roca roja (ven a cobijarte bajo esta sombra roja)¡¡±, escribi¨® el primero, mientras que el segundo le respondi¨® desde este lado del mar: ¡°Una hoguera transforma en ceniza recuerdos / Noches como una sola estrella / Sangre extraviada por las venas un d¨ªa / Furia color de amor (¡) / Lejos canta el oeste, / aquel oeste que las manos anta?o / creyeron apresar como el aire a la luna¡¡±.
Este a?o, abril ha llegado cargado de contradicciones, las que nos invaden desde ya hace un a?o, desde que se desat¨® la pandemia que ha paralizado el mundo, y que se acent¨²an ahora ante la posibilidad de que acabe pronto merced a las vacunas, que se est¨¢n extendiendo a toda la poblaci¨®n del planeta. La realidad y el deseo, pues, se funden este abril doblemente confundi¨¦ndonos a todos, tanto a los que desconf¨ªan de que el verano ser¨¢ normal por fin como a quienes esperan que su deseo esta vez se haga real no solo en sus sentimientos, sino en la vida misma. La primavera, este a?o m¨¢s que nunca, se presenta confusa y llena de claroscuros no solo para cada uno de nosotros, sino para la humanidad entera, que asiste con esperanza, pero tambi¨¦n con temor, a lo que est¨¢ ocurriendo en el mundo y que trasciende a las miserias puntuales de la pol¨ªtica y la actualidad, esas miserias que ocupan a tanta gente, que desconoce que la realidad es otra, esa que no coincide con el deseo, pero que aspira a poder hacerlo alg¨²n d¨ªa. Lo escribi¨® Cernuda en su testamento, que no es otro que su poes¨ªa: ¡°Bajo la noche el mundo silencioso naufraga / Bajo la noche rostros fijos, muertos, se pierden / Solo esas sombras blancas, oh, blancas, s¨ª, tan blancas (¡) La noche, la noche deslumbrante / que junto a las esquinas retuerce sus caderas / aguardando qui¨¦n sabe / como yo, como todos¡¡±.
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