Fondos europeos: apuestas sensatas, pero falta di¨¢logo

El plan de recuperaci¨®n, transformaci¨®n y resiliencia es una gran oportunidad para modernizar la econom¨ªa espa?ola. La disponibilidad de una cantidad equivalente a m¨¢s de 10 puntos de PIB ¡ªen seis a?os, la mitad en subsidios de la UE a fondo perdido¡ª para invertirla en su reforma es de por s¨ª una circunstancia extraordinaria. Ir en sinton¨ªa con el resto del continente puede reforzar m¨¢s a¨²n su impacto. Pese al discutible exceso de ¨¦nfasis, hizo bien el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, en resaltarlo en la presentaci¨®n formal de su proyecto al Congreso.

Es pronto para expresar un juicio definitivo. Debe observarse que quedan innumerables inc¨®gnitas por despejar (pero tambi¨¦n que otros pa¨ªses europeos no est¨¢n m¨¢s adelantados en ese sentido). Aun as¨ª, en una mirada de conjunto, puede considerarse que las inversiones propuestas est¨¢n razonablemente perfiladas. Las principales apuestas (automoci¨®n sostenible; rehabilitaci¨®n de inmuebles para lograr eficiencia energ¨¦tica; digitalizaci¨®n del sector p¨²blico, de las pymes, y de la poblaci¨®n; ciencia; energ¨ªas renovables...) tienen sentido para afrontar las carencias del sistema, algunas de larga y penosa historia, que la pandemia ha agudizado. Las directrices de inversi¨®n son resultado de una reflexi¨®n previa con Bruselas y los agentes econ¨®micos y sociales, y en el debate pol¨ªtico espa?ol no han aflorado serias enmiendas sobre esa arquitectura.

Pero el resultado final del plan no solo depender¨¢ de la estrategia, sino de su apropiaci¨®n eficaz por empresas, administraciones y agentes sociales. La clave radica en que todos asuman que se trata de transformar el modelo productivo (hacia el horizonte digital y verde), no solo de adecuar los planes de algunas empresas. De dinamizar y reconvertir la econom¨ªa, aumentando su productividad, m¨¢s que de superar las urgencias de la pandemia (para lo que ya existen los ERTE, los avales del ICO y las ayudas directas). Y de que, partiendo de las empresas con mayor capacidad de programaci¨®n, por tama?o y/o influencia, el plan logre involucrar al tejido de pymes y aut¨®nomos.

De esas condiciones depende que llegue a buen puerto. Y por eso resulta lastimoso que el di¨¢logo mantenido con los agentes socioecon¨®micos no se haya extendido en el nivel necesario al ¨¢mbito pol¨ªtico, con la ¡ªrelativa¡ª excepci¨®n de las comunidades aut¨®nomas. El Gobierno ten¨ªa y tiene la obligaci¨®n de involucrar a la oposici¨®n en la plasmaci¨®n de un plan que ¨¦l mismo define como hist¨®rico. El tono desmedido del PP, que ayer lo critic¨® todo, pero nada propuso para mejorar el plan, hace pensar que ese esfuerzo no resultar¨ªa especialmente productivo: pero eso no resta un ¨¢pice a la obligaci¨®n del Gobierno de intentarlo. En ese aspecto, el balance es deficitario.

En cuanto al eje de reformas estructurales que debe ir en paralelo a los proyectos concretos, hay que constatar con inquietud que queda un recorrido largo para encarrilar las ¨¢reas clave: mercado laboral; pensiones; sistema fiscal. El Ejecutivo ha logrado avances puntuales en estos sectores (teletrabajo, tasa Google, aprobaci¨®n de medidas en el marco del Pacto de Toledo). Pero queda por delante lo esencial. Su definici¨®n marcar¨¢ el juicio final.